Una Mayor Presencia Militar en México





Una Mayor Presencia Militar en México

Dispersión Caprina

Por: Erreh Svaia

Quienes ostentan realmente el poder en lugares como Corea del Norte y Venezuela son los militares, el joven Kim Jong Un o el despreciable Nicolás Maduro solamente son pantallas destinadas a convertirse en meros objetos ceremoniales, como son muchos presidentes en varios países, cuyo “poder” palidece ante los primer ministros, así, es como se sospecha una elite militar se encuentra tras el joven Jong Un, tomando decisiones y manteniendo el culto a la personalidad de la dinastía Kim que les ahorra el problema de revelarse realmente como una dictadura militar, en Venezuela, la historia la sabemos, durante años se alimentó un movimiento socialista dentro de las fuerzas militares, impulsado por la inteligencia Cubana que en parte culminó con el frustrado golpe de estado que llevó a Hugo Chávez a prisión y frente a los reflectores, la posibilidad latente de otro golpe hizo que el entonces presidente Venezolano Rafael Caldera otorgara la amnistía al entonces encarcelado Chávez, con la esperanza de fortalecer la democracia, pero las fuerzas armadas no desistieron y aprovecharon el camino de la molestia social, la incapacidad de acción de los partidos tradicionales, y usaron la democracia precisamente, para demoler el mismo aparato democrático, así, Chávez llegó al poder mediante el voto, y permaneció ahí, hasta que como a Benito Juárez, la muerte le ayudó a no convertirse en un brutal dictador como su sucesor, Nicolás Maduro, el sindicalista agitador educado en La Habana y que ha servido como pantalla a una dictadura militar, a un gobierno que se mantiene en el poder mediante el uso de la fuerza, y con quién hoy, la cabeza de la oposición busca negociar, ya que sabe que son ellos realmente el poder tras Maduro.

Los casos documentados del aparato militar tras el poder, o derrocando al poder electo, son numerosos, Chile tal vez uno de los más notables, en México, la izquierda, en algún momento opositora, denunció la penetración del ejército en la vida civil desde ya varios sexenios atrás, el papel del ejército para labores de seguridad interna se incrementó, muchos lo vieron como una amenaza inminente, primero por parte del ex presidente Felipe Calderón para asumir el poder de forma permanente, después como un plan del ex presidente Enrique Peña para evitar perder el poder ante su falta de popularidad, la realidad es que ambos mandatarios fueron rebasados por las fuerzas del crimen organizado, que parece haber sido uno de los enfoques principales del nuevo gobierno, esa supuesta izquierda, antes opositora, hoy algo que no es izquierda, pero que se ha convertido en el oficialismo que desde campaña anunciaba una curiosa amnistía a los capos del crimen, además de coqueteos con los entonces mandos militares, hoy parece más que inminente que el gobierno el presidente Andrés López ha cedido todo esfuerzo de combatir directamente al crimen organizado, y tal papel parece cederlo en definitiva a las fuerzas armadas, a las cuales no sólo parece empezar a ceder parte del poder operativo, también le ha encomendado varias labores ya como la construcción y administración de un aeropuerto, lo cual no deja de resultar por demás extraño, también el mando y entrenamiento de la llamada Guardia Nacional, alejada de los principios civiles que la rigen en otros países, ¿Será que finalmente el ejército ha conseguido un nuevo rol de poder en el país? ¿Será que el presidente López, temiendo ser rebasado por el crimen organizado, o temiendo un golpe de estado militar, ha optado por permitir que el rol del ejército en la vida civil de México se haya vuelto el de protagonista? ¿En realidad se requiere que el papel protagonista del ejercito en la vida del país, sea consagrado en la misma Constitución, dándole un papel permanente en la dinámica nacional? ¡Finalmente será que los principios del nefasto Socialismo del Siglo XXI, que se podrían resumir en autoritarismo y militarización han conseguido echar raíz en México?

La militarización, lejos de resolver los problemas de seguridad, la han acrecentado, lo hemos visto en países como Nicaragua y Venezuela, cuyas capitales se encuentran entre las ciudades más violentas del planeta, en México, el cada vez más prominente papel de las fuerzas armadas, ha ido a la par del crecimiento de la violencia y del papel del crimen organizado, ¿Acaso el gobierno actual no lo ha visto? Una problemática que México superó durante los 60s y 70s, y que creó profundas cicatrices en países de América central y del Sur, pareciera finalmente echar raíces en el país, ya sea por el miedo del actual presidente del país, a ser rebasado por el crimen organizado, o por el miedo a ser derrocado como sucedió a Salvador Allende en 1973, la duda la habremos de resolver en unos meses.
     

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