La Gestión de los Mesías
La Gestión de los Mesías
Por: María Antonia Sánchez Vallejo
Tomado de: El País
La canonización de monseñor Óscar Romero, asesinado en San
Salvador en 1980 por un sicario paramilitar, y la rehabilitación vaticana del
sacerdote Ernesto Cardenal, vergonzantemente amonestado por Juan Pablo II por
la afinidad del entonces sandinista a la teología de la liberación, son hechos
que trascienden lo religioso. Su dimensión histórica y política es evidente,
pero también su simbolismo ante una marea evangélica que no solo ha hecho
retroceder a la Iglesia de Roma en América, sino también impuesto programas y
Gobiernos a cambio de votos. Contrarios a la paz, qué paradoja, los evangélicos
inclinaron del lado del no el resultado del referéndum sobre el acuerdo con las
FARC en Colombia.
En Centroamérica, la penetración evangélica alcanza las más
altas instancias de poder. El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, es
pastor, como lo fue el dictador Ríos Montt, tan manchado de sangre. Morales
promueve una amnistía para crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la
guerra civil —la más larga de la región, y en la que Ríos Montt desempeñó un
papel criminal— que vulnera la legislación del país y la ley de reconciliación
nacional. De nuevo, como entonces, la alianza entre poderes que alimenta la
impunidad institucional, en detrimento de la justicia.
Huelga reivindicar o recusar, a estas alturas, la teología
de la liberación; también recordar sus concomitancias con movimientos de
inspiración marxista (las guerras civiles de Centroámerica de los ochenta son
el ejemplo). Pero su modelo de iglesia, una iglesia inclusiva y
altermundialista antes de que existieran esos conceptos, tiene eco en los
mensajes de Francisco frente a los de la internacional evangélica; ese magma de
denominaciones, algunas sectas y diezmos copiosos, cuando no grandes
corporaciones como en Brasil.
El ultra brasileño Jair Bolsonaro fue ungido por los
evangélicos, con nutrida bancada en el Congreso. En las antípodas ideológicas,
el izquierdista Andrés Manuel López Obrador sustenta su mandato en un pequeño
socio protestante, de moral cavernaria. Porque es la moral, es decir, lo
individual, y no lo social —en un continente de abisales injusticias
estructurales—, lo que anima a estas mesnadas fervorosas, distraídas de la
perentoria necesidad de justicia y progreso de amplias capas de la población
pese al crecimiento de algunos países y el acceso a la clase media de muchos.
Pero la marginación persiste; como la invisibilidad de los indígenas, los
campesinos e incluso las mujeres, o la violencia sistemática contra los
activistas. El caso de Guatemala es paradigmático: corrupción endémica,
militares de línea dura y pobreza inicua.
Esa Latinoamérica palpitante, desequilibrada, vuelve a estar
bajo el foco. Por ver en qué para alianza entre mesianismo y gestión
administrativa, entre el fervor y el Estado. Y porque la involución la sufrirán
los de siempre, aún más silenciados.
Estimada Maria Antonia, la saludo cordialmente desde Guatemala, le escribo para comentarle que el actual gobernante, el sr. Jimmy Morales no es pastor ni ministro evangélico por el momento, quien sabe si lo será en el futuro, pero sin duda que forma parte de los fiascos mesíanicos en la historia reciente de los presidentes de nuestro pais, como lo son el general Efrain Rios Montt, Ing. Jorge Serrano Elias y ahora el sr. Jimmy Morales, pareciera que los evangélicos no hemos aprendido la lección.. ahora con AMLO en México alli si estamos ante una honrosa excepción, el presidente mexicano por mucho es uno de los mejores gobernantes de América de los últimos 50 años.
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