Atheist, Unquestionable Presence, 1991





Atheist, Unquestionable Presence, 1991

HYPERDRIVE

Por: Erreh Svaia

Cuando pienso en Atheist, inevitablemente pienso en AC/DC y Bon Scott, y en Metallica y Cliff Burton, ambas bandas estaban en un momento decisivo en sus carreras y la atención que recibían estaba, después de la muerte de Scott y de Cliff, totalmente sobre ellos y sobre su siguiente paso, en el caso de AC/DC, lo que siguió fue un éxito enorme, basado en un disco poderoso llamado Back In Black, en el caso de Metallica, también siguió un éxito enorme, basado en un cambio de dirección de la banda, que no fue bien recibido por todos, pero que la valió a la banda un éxito instantáneo y un fuerte rechazo posterior, que sigue siendo un fuerte trauma para la banda, en el caso de los Atheist, originarios del estado de Florida y formados en 1984, famosos por ser pioneros en el estilo de ejecución sumamente técnico y complejo dentro del mundo del death metal; su disco los había establecido como una de las jóvenes promesas del género con el disco Piece of Time (1989) y el trabajo del baterista Roger Patterson se había convertido en una leyenda por su prodigioso estilo, en 1991, cuando la banda estaba lista para grabar su siguiente disco, un accidente automovilístico acabó con la vida de Patterson y puso a la banda en una situación difícil, Unquestionable Presence, de 1991 sería una muestra de la banda decidida a seguir adelante, no sólo siguiendo con su línea musical, sino incluso mejorándola gracias al apoyo del bajista Tony Choy, quien recreó majestuosamente las líneas de bajo concebidas por Patterson, además de la evolución como músico que llevó a acabo el baterista Steve Flynn.

Desde los primeros segundos de Mother Man, tema con que arranca el disco, es notable la consumada interacción de la sección rítmica, con Flynn y Choy en perfecta comunión, poniendo como base una intrincada serie de ritmos hasta entonces inéditos en la escena del Death Metal, la respuesta de muchos de los que tuvimos la oportunidad de escuchar el disco cuando fue editado, fue la bizarra etiqueta de “Death Jazz”, que probablemente nos hizo sentido de alguna manera, y es que los arreglos musicales de la banda definitivamente denotaban la introducción de elementos totalmente extraños a lo que en aquel entonces hacían Cannibal Corpse, Deicide o Morbid Angel, pudiéramos definitivamente establecer conexiones con bandas como los texanos Watchtower, las guitarras neoclásicas de los Morbid Angel o la evolución musical de los Death, pero nada precisamente cercano a lo que Atheist nos presentaba en éste disco, con la complejidad instrumental de temas como el que daba su nombre al disco, con las increíbles guitarras de Kelly Schaefer y de Randy Burkey, quienes iban más allá de los acostumbrados riffs frenéticos del Death Metal, denotando ya la inspiración extraída del rock progresivo o del jazz fusión, tendencia que se expandiría en el genero con el tiempo.  

Temas como Retribution nos mostrarían cambios en ocasiones imposible de seguir entre la influencia de la música clásica, el jazz y el rock progresivo, la banda sonaba como si su destreza musical no conociera límite alguno, con destellos de genialidad que nos llevaban desde pasajes reflexivos hasta momentos realmente eufóricos, e instantes, como en Enthralled Essence en donde la banda lleva esos elementos ajenos al género al extremo, poniendo a muchos de los más fundamentalistas del Death Metal a cuestionar realmente si Atheist merecían ser parte del género, la realidad compleja en realidad, considerando que la banda nunca fue del todo aceptada de manera popular por los fans del “metal de muerte”, la banda no fue extremadamente popular en la venta de sus discos y muchas audiencias, que no siempre acudían de manera generosa, solían arrojar basura a la banda dado que no la consideraban lo suficientemente “brutal” para estar en un mismo cartel con bandas como Obituary o Massacre, la realidad es que el tiempo, el mejor juez de todos, le daría la razón a los Atheist, y el estilo altamente técnico y complejo se convertiría en unos años más en el estilo predominante en el Death Metal hecho en Florida, nunca con el sublime talento de los Atheist, lo que llevaría al género a un callejón sin salida, pero la obra de los Atheist, en particular su arriesgado e iconoclasta Unquestionable Presence, permanece como un momento realmente parteaguas y profético de lo que estaría por venir, que afortunados los que pudimos apreciarlo en su momento.        

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