El Peligroso Regreso de la Tribu
El Peligroso Regreso de la
Tribu
HYPERDRIVE
Por: Erreh Svaia
A le gente le llama la atención que no me guste el fútbol,
muchas veces he manifestado mi aversión al deporte que gente como Juan Villoro
suelen idolatrar, por otro lado Jorge Luis Borges, uno de mis escritores
favoritos señalaba que, la popularidad del fútbol tenía que ver con la
ignorancia y la popularidad del la ignorancia, a mi en lo personal me parece un
juego primitivo en exceso, muy básico, 10 hombres corriendo tras un balón y dos
guarda metas y si quisiera verlo por un lado más explicativo de la fascinación
que provoca, pensaría en el sexo, en 10 espermatozoides tratando de adentrarse
en el óvulo contrario, algo bastante primitivo, pero más llama mi atención el
sentimiento tribal que suele despertar, mientras los jugadores, mercenarios
realmente cambian de equipo casi cada temporada, los fanáticos del fútbol permanecen
fieles a sus equipos por décadas, soportan temporadas terribles, directivas
nefastas, en ocasiones precios exorbitantes, el desfile interminable de accesorios
en venta, camisas, banderas, tenis, etcétera, rara vez cuestionando de una
manera definitiva el desempeño de sus equipos, solicitando la cabeza de los
directores técnicos, pero “fieles a la camiseta”, presos de la pasión que rara
vez les deja razonar.
El fútbol nos predispone al pensamiento tribal, nos aleja
del pluralismo y de la razón, alimenta ese pensamiento de que quienes piensan
igual que yo están en lo correcto, y quienes piensen diferente están
equivocados, todo basado más en una desesperada búsqueda de afinidad que en
razonamiento requerido, desatan la pasión y la necesidad de creer que “mi tribu”
es la mejor, cierra vías de comunicación y acaba con diálogos, hoy en día, más
que la vieja disputa entre la izquierda y la derecha, tendríamos que pensar que
estamos ante el choque de ese “neo tribalismo” y el pluralismo, “mi equipo es
el mejor, en las buenas o en las malas”, “mi tribu es la mejor, éste en lo correcto
o no”, y así pareciera ser la manera en que los políticos suelen manipular a la
gente hoy en día, una sociedad que aún parece tratar de ver las cosas bajo los
colores de la “izquierda y la derecha”.
Lo que pareciera explicar
sucesos recientes, son los viejos y primitivos instintos tribales que dan
combustible hoy en día a gente como Donald Trump, Vladimir Putin, Rodrigo
Duterte, Jair Bolsonaro o Nicolás Maduro, “tribalistas” consumados cuyo
principal encanta ha sido el encontrar el ese “botón” que despierta viejos
instintos que la sociedad moderna no alcanza a comprender, básicamente ese
tribalismo es el que busca realmente dividir a la sociedad, y da control a esos
gobiernos manipuladores, basta ver el atraso en el que se sumió África por
siglos ante las disputas tribales y el beneplácito de dictadores abusivos, el
pensamiento tribal es malévolamente controlador, nubla la razón y destruye el
sentido crítico, le da la oportunidad a muchos para simplemente no pensar, para
dejarse llevar por el mandato de la tribu sin cuestionar, bajo la amenaza de
ser excluido y perder la aceptación.
Es el pensamiento plural, el que está amenazado hoy en día
por este instinto primitivo, el duro ataque a las ideas diferentes, a los
cuestionamientos, la amenaza de los que es diferente, la desesperante necesidad
de ser parte de algo, el terror a ser excluidos, el rechazo por completo a los
valores de la ilustración de la individualidad, de la libertad, del
conocimiento y la razón, hoy el pensamiento tribal nos pide el sometimiento
total a las ideas de una “mayoría”, el no cuestionar las creencias de la tribu,
el considerar un crimen o una traición, el pensamiento diferente, la guerra
contra el conocimiento y el pensamiento critico en favor de las creencias, los
dogmas y el fundamentalismo, ser un país de tradición “futbolera”, nos
convierte en un blanco perfecto para ese regreso del tribalismo que hoy asoma
en el mundo, y nuestra pasión por los equipos de fútbol pareciera desbordarse
en el ambiente político, votamos por candidatos y después, en lugar de
criticarlos y señalar sus errores, como se requiere en una democracia, nos
callamos y nos dejamos cegar por la pasión ante las críticas a éste, todo el
que piense diferente a nuestro candidato “es un enemigo, es un traidor”, y así
nos negamos por completo a las diferencias, a otras ideas, a otros
pensamientos.
La diversidad cultural e intelectual y los derechos de los
demás son repudiados por el tribalismo, la pluralidad es vista como el enemigo,
causa temor, así vemos con terror los avances de la diversidad sexual, por
ejemplo, y vemos con beneplácito cuando se vulnera el estado laico, esa es la
suerte de contradicciones que hacen hoy irrelevantes a la izquierdas o
derechas, pero que nos ponen en una vergonzosa ruta hacia uno de nuestros
instintos más básicos, primitivos y nefastos, el pensamiento tribal, ese que
rechaza el conocimiento, la diversidad, el dialogo, el consenso, y que abraza la cerrazón, la confrontación, el
oscurantismo y la ignorancia, en ocasiones incluso, hasta el oído irracional,
no resultará extraño que hasta hace poco se hablaba de las “tribus urbanas”,
termino mercadológico que buscaba como encasillar a varios sectores de la sociedad
para su explotación comercial, la política sin duda se ha alimentado de esto y
han sido los populistas quienes más provecho le han sacado recientemente, no
sorprende que el escrito JG Ballard veía a la Norteamérica post apocalíptica,
en su novela Hello America, como una sucesión de tribus dispersas.
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