De La Casa de Papel a El Eternauta: Lo Mejor de Netflix No Viene de México



Hace poco leí un artículo sobre las series más populares y representativas de Netflix en español. Y sí, estoy totalmente de acuerdo con varias de las que se mencionan: La Casa de Papel y Vis a Vis (ambas de España), El Eternauta y El Reino (de Argentina), Club de Cuervos y La Casa de las Flores (de México).

Lo digo sin rodeos: las series españolas y argentinas me parecen brutales. Cuando vi La Casa de Papel, me quedé boquiabierto. No es la historia más original en definitiva —se nota la influencia de Soderbergh, Tarantino y Guy Ritchie—, pero la ejecución es de nivel mundial. Fue un fenómeno global que rompió barreras de idioma, culturales y geográficas. Es, sin duda, uno de los mejores productos que Netflix ha entregado jamás.

Vis a Vis también me atrapó. Aunque se siente como una prima lejana de Orange Is the New Black, lo cierto es que su producción no tiene nada que envidiarle a nadie. Fue una bomba en España y, aunque en Netflix no alcanzó la popularidad masiva de La Casa de Papel, dejó muy en alto la capacidad narrativa y técnica de los creadores españoles.

Y El Reino... qué serie. Los argentinos lograron algo extraordinario: tomar una temática sensible, actual y dolorosamente realista, y convertirla en una propuesta que mezcla política, religión, ambición y corrupción con una maestría que recuerda a la mejor época de House of Cards. Los creadores argentinos supieron leer su país, traducirlo en una historia potente y universal, y ponerlo en nuestras pantallas con una honestidad admirable.

¿Y qué decir de El Eternauta? Estamos hablando de una joya latinoamericana que no le pide permiso a nadie para codearse con gigantes como The Walking Dead (también salida de un cómic) o The Last of Us. Es una adaptación magistral de una obra fundamental del cómic argentino, que no solo honra el material original, sino que lo eleva a una escala visual y narrativa que compite con sus efectos —sin exagerar— con lo mejor que se ha producido en series en los Estados Unidos. El Eternauta es, sin duda, un orgullo latinoamericano.

Y aquí es donde las cosas se complican. Porque, siendo muy honesto, las series mexicanas mencionadas no hacen otra cosa que decepcionarme. ¿Club de Cuervos? Me parece terrible. Poco original, excesivamente morbosa, diseñada para explotar dos cosas: el drama de telenovela que tanto gusta en México y la obsesión enferma por el fútbol. Se siente como una novela cómica y vulgar disfrazada de serie “moderna”. Hace décadas que México dejó de exportar telenovelas de calidad. Con el tiempo, Colombia nos rebasó, así como nosotros en su momento superamos a Venezuela.

Las telenovelas mexicanas actuales son, en su mayoría, de una calidad muy penosa. ¿Y una serie sobre fútbol? El fútbol en México, tristemente, es hoy reflejo de una profunda ignorancia colectiva. Tenemos una liga mediocre, equipos flojos y una afición que parece vivir en la nostalgia de forma permanente. “El Gigante de la Concacaf” es ya solo un recuerdo borroso. Hoy, países como Estados Unidos o Canadá —que hace 40 años ni figuraban— hoy nos pisan los talones… o simplemente nos superan.

La Casa de las Flores merece un análisis aparte. Hay muchas “casas” en esta reflexión, pero la de Manolo Caro sí tiene un mérito especial: es visualmente atractiva, creativa y tiene momentos notables. Sin embargo, cae también en la fórmula fácil del morbo. Y eso ya lo exploraron en el mundo del drama, con valentía, décadas atrás, genios como Fassbinder o Almodóvar. ¿Tan atrás estamos en México como para seguir imitando lo que ya se hizo hace 50 años?

Recuerdo mi infancia, cuando el “Rock en tu Idioma” llegó a México. Hombres G, Mecano, Soda Stereo, Enanitos Verdes… todos dominaron la radio nacional. ¿Y México? Muy poco. Pocas bandas locales recibían el mismo impulso. Los discos de El Tri o Caifanes sonaban terribles en comparación con las producciones de Soda Stereo o Mecano. En los 80, estábamos a años luz de lograr algo como Molotov, que, aunque muy derivativo y carente de imaginación, al menos podía competir en calidad.

Y todo esto me lleva a una pregunta incómoda: ¿realmente no tenemos en México la materia prima para crear productos de clase mundial? ¿Nos faltan historias poderosas, innovadoras, capaces de competir con series como Breaking Bad, Game of Thrones, House of Cards o Black Mirror? ¿Nos falta el talento para crear música que se codee con Red Hot Chili Peppers, Daft Punk o Metallica? ¿Vamos a culpar al capital de no tener producciones de clase mundial? Tal vez, es porqué nos encantan los programas baratos y repletos de morbo cómo los reality shows. "Mejor llenar las pantallas de personajes de lo peor haciéndose y diciéndose cosas de lo peor el uno al otro sin ton ni son". Es un reflejo de lo que somos y hacemos.

¿Qué nos falta para salir, de una vez por todas, de la caja?



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