Negociar o Hundirse

Donald Trump puso en pausa su ofensiva comercial global... pero sólo por un par de meses. Su estrategia —"amenazar, negociar, volver a amenazar y negociar hasta agotar al otro"— sigue firme y en plena marcha. Junio marca el regreso de sus amenazas, y todo apunta a que se avecina una nueva fase que volverá a sumir al mundo en la incertidumbre.

La primera víctima en esta nueva jugada será la Unión Europea. Trump quiere presionar a este bloque económico para forzarlo a tomar una postura. En el tablero geopolítico, la UE sigue siendo un actor clave, con influencia potencial en el norte de África y Medio Oriente. Trump ya ha anunciado su intención de imponer aranceles del 50% a las exportaciones europeas que lleguen a Estados Unidos. Todo indica que está empujando a la Unión Europea a elegir: o se alinean con EE. UU., o con Rusia. La segunda mitad del año será decisiva. Europa tendrá que dar pasos firmes si quiere sostenerse como bloque autónomo con voz propia.

Rusia, por su parte, no dará un paso atrás. Seguirá intentando ganar terreno en Ucrania. Y ese conflicto podría pasarle factura a Trump, sobre todo si no logra cumplir su promesa de resolverlo “en un par de días”, como aseguró. Todo apunta a que EE. UU. jugará su carta estratégica en Medio Oriente a través de Arabia Saudita. Sin embargo, hay señales de que la UE podría acercarse a Turquía para equilibrar las fuerzas en la región. Ese movimiento podría cambiar por completo el escenario.

México vuelve a entrar en la mira de Trump. Por azares del destino, sus amenazas comerciales activaron una reacción inesperada: empresarios estadounidenses adelantaron pedidos y elevaron sus inventarios como medida preventiva. La sorpresa fue que los empresarios mexicanos reaccionaron con agilidad, enviando una cantidad récord de productos al norte. Esa maniobra de emergencia fue, literalmente, lo que evitó que México entrara en recesión durante el primer trimestre. Pero el panorama a futuro es incierto: con inventarios ya llenos, difícilmente habrá compras generosas en los próximos seis meses. Y los aranceles a la industria automotriz siguen activos, a pesar de que debieron ser exentos como parte del T-MEC.

Dos factores claves amenazan la economía mexicana. El primero: la debilidad del dólar. La gestión de Trump ha vuelto impredecible la economía estadounidense, lo que ha provocado desconfianza en las calificadoras y una caída en el valor de la moneda. Cuando el dólar está fuerte, las compras desde los EEUU en México aumentan; hoy, ese incentivo ha desaparecido. El segundo: un nuevo impuesto del 3.5% a las remesas. Un golpe duro, directo a una de las principales fuentes de consumo e inversión en México. La falta de pericia en la negociación por parte del gobierno mexicano vuelve a quedar en evidencia y tendrá un impacto fuerte en los resultados del segundo semestre.

Trump no solo amenaza a sus socios y rivales. También está librando una batalla interna. Ha retomado su vieja amenaza de imponer aranceles directos a productos tecnológicos chinos. El blanco principal ahora es Apple, a quien intenta forzar a fabricar en territorio estadounidense. También ha lanzado dardos contra Walmart y Amazon, quienes trasladaron los costos de los aranceles a sus consumidores. Trump esperaba que absorbieran los sobreprecios... pero no lo hicieron. Subieron precios y eso lo dejó mal parado frente a sus votantes. Y lo puso furioso.

El gran enigma sigue siendo China. Hace unos meses, Trump impuso tarifas… y días después reculó, diciendo que “no quería hacer sufrir a China”. Luego anunció que ambas partes estaban en negociaciones. Pero China ha mostrado temple, fuerza y paciencia, lo que dejó nuevamente a Trump en una posición incómoda. Al final, tuvo que retroceder. La economía global sintió el golpe de sus decisiones, y EE. UU., como un eco inevitable, también.