Scott Burns, Satan谩s y la Cinta que Cambi贸 Todo
Se dice que es leyenda... pero pas贸.
Un d铆a, el vocalista y bajista Glen Benton irrumpi贸 sin pedir permiso en la oficina de Monte Conner —el vicepresidente de Roadrunner Records— y, sin rodeos, le lanz贸 un demo sobre el escritorio. No se present贸 ni pidi贸 audiencia: lo llam贸 “est煤pido” y le exigi贸 firmar a su banda, entonces llamada Amon.
Cualquier otra persona habr铆a llamado a seguridad. Pero lo que Conner vio y escuch贸 lo dej贸 at贸nito. Al d铆a siguiente, la banda fue firmada. Hab铆a una condici贸n: deb铆an cambiar su nombre. Benton no dud贸. Eligieron el infame nombre de Deicide, el t铆tulo de una de sus canciones. El resto... es historia escrita a fuego.
El 谩lbum debut de Deicide —b谩sicamente una regrabaci贸n de aquel legendario demo de Amon— fue registrado en 1990 en los m铆ticos estudios Morrisound, el coraz贸n del death metal de los 90 (y, curiosamente, tambi茅n la cuna del disco Dog Eat Dog de Warrant).
En la consola estaba Scott Burns, el “rey Midas” del metal extremo en Florida. Productor de cabecera de Roadrunner y arquitecto sonoro de leyendas como Death, Sepultura, Cannibal Corpse, Obituary y Suffocation Lo que pocos saben es que, tras una carrera gloriosa, Burns abandonar铆a la m煤sica para convertirse en ingeniero computacional. Y desde hace dos d茅cadas, su huella es solo un eco para los devotos del g茅nero. Ning煤n otro productor podr铆a presumir haber estado tras la consola de 3 discos claves para el death metal en 1990: Spiritual Healing de Death, Deicide y Harmony Corruption de Napalm Death.
Corr铆a la mitad de 1990 cuando me enter茅 de que Deicide estaba por sacar su disco. La escena ya herv铆a con rumores que alimentaban la espera: Benton irrumpiendo oficinas, maniqu铆es llenos de v铆sceras despedazados por perros durante sus shows, iglesias profanadas en Florida… y 茅l, con una cruz invertida tatuada en la frente, como una declaraci贸n de guerra.
Deicide era el anticipo del caos. A煤n no llegaban las bandas noruegas de black metal, pero esta banda ya parec铆a salida del mism铆simo infierno.
Recuerdo a mis amigos desesperados por escuchar “a la banda m谩s blasfema del mundo”. Algunos dec铆an que eran “mil veces m谩s extremos que Slayer”. Otros idolatraban a Benton como si fuera un mes铆as sat谩nico.
No hab铆a internet, pero los rumores volaban entre los fan谩ticos del death metal. Y lo m谩s loco es que el disco, lejos de decepcionar, termin贸 siendo una obra maestra. Una brutalidad tan precisa y poderosa que, a煤n hoy, se disputa con Covenant de Morbid Angel (producido por el mism铆simo Fleming Rasmussen, productor de Metallica) el t铆tulo del mejor 谩lbum de death metal de la historia. Atr谩s quedaba la 茅poca del Seven Churches de los Possessed o el Scream Bloody Gore de los Death. Deicide hab铆an revolucionado por completo el g茅nero y se hab铆an puesto al t煤 por t煤 con las bandas inglesas del sello Earache.
Cuando el vinilo lleg贸 a mis manos, lo que escuch茅 me vol贸 la cabeza. La producci贸n de Burns era casi tridimensional. Un collage s谩dico de sonidos: los hermanos Hoffman intercambiaban riffs como si leyeran la mente del otro, y Steve Asheim en la bater铆a era una m谩quina quir煤rgica de velocidad y fuerza.
S铆, Slayer era una influencia clara. Pero Deicide no era una copia: era una versi贸n m谩s feroz, m谩s cruda, m谩s despiadada. Y la voz de Benton… no hab铆a nada teatral en ella. Era real. Gru帽铆a como un demonio, gritaba como un poseso. Aterrador y perfecto.
Lunatic of God's Creation, inspirada en Charles Manson, abr铆a el disco como una tromba infernal. Benton desatado, Asheim en modo bestia. Y los Hoffman, simplemente descomunales. Crearon su propio universo sonoro: s铆, heredaban cosas de Kerry King, Jeff Hanneman e incluso Bill Steer, pero lo llevaban m谩s all谩, con un dinamismo hipn贸tico y una conexi贸n entre hermanos que parec铆a telep谩tica.
Sacrificial Suicide fue otro golpe directo al cr谩neo. Guitarras que aparec铆an y desaparec铆an como cuchilladas en la oscuridad. Asheim parec铆a un atleta en plena competencia de resistencia, d谩ndolo todo mientras un torbellino de solos retumbaba sin piedad.
Pero el disco no era solo caos y anticristianismo. Hab铆a estructura. Hab铆a ritmo. Hab铆a canciones. Variaban el tempo con una seguridad brutal. Cada miembro era una pieza afilada de una m谩quina demoledora: Asheim como un martillo, los Hoffman como taladros supremos.
Detr谩s del esc谩ndalo, de los rumores y del satanismo, hab铆a algo imposible de ignorar: un nivel t茅cnico y una precisi贸n quir煤rgica que pocas bandas del g茅nero han alcanzado.
A帽os despu茅s, Deicide lanzar铆a Legion, otro cap铆tulo monstruoso del death metal. Junto con el debut, forman una dupla que defini贸 el sonido extremo de los 90. Fueron leyenda. Y como suele pasar, tras los grandes momentos vinieron los conflictos internos, los cambios de formaci贸n y un lento desvanecimiento. Pero en ese instante, en ese disco, lo lograron: se convirtieron en los m谩s temidos... y tambi茅n en los mejores.



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