Juan Pablo Villalobos- Si Viviéramos En Un Lugar Normal (2012)

Por una mera casualidad me tope con este gran libro de Juan Pablo Villalobos, a quien la verdad, injustamente no había conocido antes, antes que nada debo reconocer que por un tiempo quise desligarme mucho de los autores nacionales, aunque admiro y respeto mucho a Guillermo Fadanelli, por momentos siento que varios autores nacionales, incluyéndole a él, se habían estancado en la complacencia y en el confort de re escribir al GENIAL Bukowsi, convirtiéndose todos en prácticamente lo mismo, no les culpo, todos lo hacemos alguna vez, hasta los de Anthrax, en la época del ENORME Among The Living decían estar sumamente influidos por Bulowski, pero también debo reconocer que luego de esta etapa, muchos han sabido evolucionar y llevar ese estilo a otros lugares, el mismo Fadanelli, de quien hablaré mas tarde, parece haber encontrado una nueva voz dentro de si mismo en su más reciente novela.

 Sabrán que seguido reviso los libros publicados por la editorial Anagrama, dónde me he encontrado siempre gratas sorpresas, como las lecciones presentadas por Bukowski, Burroughs, Fante, entre otros, y aunque, sin darme ínfulas de muy intelectual, me gusta encontrarme con obras un poco más densas, precisamente, como la obra de Burroughs, Murakami, Mo Yan o Rushie, aún así, les repito, la obra de gente como Juan Villoro, Fante, Fadanelli, o el mismo Jorge Ibarguengoitia, son lecturas que disfrute en extremo a pesar de su estilo minimalista y más accesible.

Este Si Viviéramos En Un Lugar Normal, más reciente obra de Juan Pablo Villalobos, denota en todo momento un idioma sencillo y minimalista, eso si, bastante explosivo, constantemente nos hace doblarnos de las risa con un humor por demás acido, alucinante y delirante, con un Villalobos en la cima de su talento como satirista mordaz y observador, Villalobos nos presenta el mundo incoherente en el cual una familia de clase baja en los ochentas, que vive hundido en el México que sólo conocía el PRI, en un cerro que lleva por nombre La Chingada (ya saben cuando los manden ahí, en dónde está), en Lagos de Moreno, en Guadalajara, en un lugar dónde había más vacas que personas y más curas que vacas, ¿Cómo ven? Ahí en dónde está la legendaria planta de Nestle, cuna de la temida globalización (No olvidemos que cuando llegó Nestlè aquí a vendernos helados, compró la Danesa 33, gloria de los helados nacionales, sólo para cerrarla y no tener competencia, y ni que decir de la compra de la marca Carlos V a La Imperial, sólo para que todos viéramos uno e los dulces más importantes del país quedarse atrás de la competencia de los Milky Ways y Hersheys…, ya se encargarán de hundir la marca Gerber que compraron recientemente) y dónde producen de todo y nunca hay nada.

Los nombres de los hijos de esta familia, son nombres griegos, sólo con el fin de acentuar el sentimiento de tragedia griega (aunque trasladada al contexto mexicano), y agregar fuertes dosis de sarcasmo y surrealismo, a la ya de por si surrealista vida que refleja Villalobos en este escrito, gemelos que no son gemelos (un chiste viejo la verdad, pero que Villalobos de alguna manera re inventa), la policía, siempre en vigilia, con un Villalobos disectandolos magistralmente, inseminación artificial de vacas, aplicado de una manera tremendamente hilarante, una sospechosa familia de ricos polacos, un país del cual Villalobos nos siembra la duda si en verdad existirá, abducciones extraterrestres, sin que aparezca Maussan, botones de pánicos para incapacitados y hasta encuentros con políticos son algunos de los temas que Villalobos aborda de manera ágil y fresca, eso si, nos expone al mundo de los insultos y las maldiciones al por mayor, y al tío Pink Floyd, claro, que como Marilyn Manson en la película esta de la masacre de Columbine, el más estrafalario y amoral para las masas, parece ser el que esta más cerca de tener la razón y de ser el más coherente en toda esta historia de risa siniestra.

Villalobos alza la mano y se hace del manto de Ibarguengoitia con su humor veloz y altamente corrosivo, si bien la obra de Villalobos no es trascendental a un grado de un García Márquez o un Cortazar, su estilo es bastante punk, bastante hardcore y no aspira a otra cosa que a causar molestia a las conciencias débiles y santurronas, ¡Vaya manera de iniciar un disco!, con un hermoso recordatorio maternal en todo su esplendor, una obra para leerse en un par de días y no parar de reírnos de nosotros mismos  en un buen tiempo.

 

 

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