Robert Plant-Dreamland (2002)

Robert Plant-Dreamland (2002)

Hace poco les hablaba del espectacular renacimiento reciente de la carrera del buen Robert Plant, con un impresionante ascenso en la calidad y valor de su propuesta musical, que si comparamos con la obra posterior de sus ex compañeros, Jimmy Page y John Paul Jones, podemos afirmar sin miedo alguno que Plant se encuentra años luz de ellos, lejos, muy lejos, de vivir de sus viejas glorias pasadas.

Dreamland del 2002, es un disco hermoso, Plant, lejos de escucharse cansado u obsoleto como sus contemporáneos, dígase Joe Cocker, Rod Stewart o Steve Winwood, Plant se escucha radiante, hambriento, repleto de ambición, hay que reconocer que su trabajo no derrocha innovación, pero intensidad, energía y atrevimiento se hacen presentes en el al por mayor.

Funny In My Mind de inmediato enciende los ánimos, con un ritmo aplastante y feroces guitarras, Plant en estupenda forma y con sus voz admirablemente conservada, con suficiente octanaje para hacer frente a tan feroz acompañamiento, el cual cruje furiosamente por momentos y otras veces alcanza toques sublimes de inspiración  oriental, una banda con suficiente sabiduría para dejarse ir a los extremos de lo brutal y lo sutil en cuestión de segundos, lo cual sin duda le sienta a la perfección a Plant, experto en trabajar con gente difícil como Page o Bonham y con genios arreglistas como Jones, el hecho de que Plant suene sublime aquí no es mera casualidad, es resultado de su experiencia y humildad para saber trabajar con nuevos y talentos y con nuevas ideas, adaptándose admirablemente a los nuevos tiempos.

Precisamente hablando del buen Rod Stewart, un vocalista que en su mejor época siempre consideré el mejor del mundo, sale a la luz con Plant abordando el clásico Morning Dew, que Stewart cantará en la banda legendaria banda de Jeff Beck, que curiosamente parecen haber sentado las bases, junto con The Who, de lo que serían los Led Zeppelin, nuevamente, aquí, Plant suena soberbio, con una voz que asombra la manera en que a conservado su potencia, su fuerza, su delicadeza y su encanto, con Plant que en ningún momento a dejado de ejercitar su capacidad de expresión vocal.

One More Cup Of Coffee denota el profundo interés de siempre de Plant en lo oriental, con guitarras desérticas rugiendo tras de si, y un exótico arreglo de percusiones, Plant y sus músicos sorteando inteligentemente la trampa nostálgica, reviviendo viejos temas y haciéndolos sonar nuevos, vigentes, con sublimes arreglos en las guitarras y en los instrumentos de viento, mismos acentos que brillan más vitalmente en Last Time I Saw Her, tema en que Plant suena tan capaz de surcar las nubes, como en su época con el legendario zeppelín, con unos alucinantes arreglos de guitarras eléctricas que gruñen, rugen y chillan de manera electrizante, brillantemente ejecutados por Justin Adams y el gran Porl Thompson, si señores, ese gran Porl Thompson que toca la guitarra arácnida con los The Cure.

Plant en un gesto de sublime humildad toma Song Of The Siren, del LEGENDARIO Tim Buckley, un músico poco conocido, contemporáneo de él, pocos músicos se atreverían a reconocer la grandeza de un contemporáneo, o de un músico más joven (también ha hecho covers de los Low) pero Plant se muestra confortable y sin mayor problema, haciendo de este tema un hermoso homenaje al talento infinito del gran y malogrado Buckley, en el momento más emotivo del disco.  

Red Dress es un tema tan rabioso como intenso, con unas guitarras sumamente robustas y tan infectadas por el viejo blues sureño, y épicas percusiones que rápidamente suben la temperatura del tema, Hey Joe, por otro lado es transformado, pero siendo honestos es difícil tomar un tema llevado a la perfección por Jimi Hendrix y pretender hacer algo con él, aún así, las brutales guitarras inyectadas en él valen la pena por completo.

Plant nuevamente cae en el homenaje de desbordada emotividad, nuevamente postrándose ante el altar de un grande poco conocido, Skip Spence, y dándole brillo a la sublime Skip`s Song, en dónde es casi palpable el amor que Plant le mete al tema, al grado de casi llevarnos a las lágrimas y muy seguramente haciendo al viejo Spence muy orgulloso en el más allá.

Dreamland es un triunfo monumental por parte de Plant, un músico que por algunos años pudimos dar por terminado u obsoleto, pero que consiguió re inventarse de una manera inesperada y totalmente coherente y progresiva, con una vitalidad inusitada en un músico de su experiencia, demostrando claramente un futuro bastante prometedor para este viejo piloto de zeppelines.


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