Sombras Tenebrosas

Por la mañana la espalda me despierta sacudiéndome con espasmos recordándome que ya no tengo 18 años, 20 años levantándome casi a la misma hora, antes de la salida de la luz del sol, acostumbrado a convivir con las sombras, extraño esa época en que mi primer actividad era calentar agua y agregar dos cucharadas de café, iniciar el día con un trago de aquel caliente y amargo liquido, sin duda era lo mejor de aquellos días, costumbre que se encargo de destruir en varios años mi estómago, costumbre que tal vez llevó a mi madre a la tumba, hoy en día pensar en tomar café es imposible, mi estomago simplemente no lo soporta, hace poco le decía a mi esposa que anhelaba mucho el poder beber nuevamente una taza de café, es la única adicción que me duele haber dejado, ¿Café con leche? Sería como regresar a mi niñez y pedir una bebida de chocolate, ¿Café descafeinado? Es la aberración más grande, antinatural, como pagarle a una prostituta para que me de un beso y un abrazo.

No duermo descalzo, mi madre decía que cuando nos portábamos mal, los muertos venían del más allá, y nos jalaban los pies, si esto me pasara, no quisiera sentir las frías manos de un muerto sobre mis pies descalzos, por eso no se lo que es despertar y sentir el piso frío, pero si se lo que es caminar entre las sombras, preparar mi ropa a oscuras y partir cuando la calle esta oscura, vacía, mucho antes de que los vecinos se levanten, antes caminaba por las calles de la colonia, en una ocasión, uno de los cerros cercanos se incendió y duró así por semanas, ver el resplandor de las intensas llamas todas las mañanas ante del amanecer resultaba un impresionante y triste espectáculo, en otra ocasión recuerdo que al caminar varias cuadras, a lo lejos veía una llama enorme que salía del suelo, recuerdo historias de mi padre en las que me contaba sobre una llama que aparecía en el monte por las noches, y que una vez se escapó por la noche para ir hasta dónde estaba esa llama, los viejos contaban que una llama en medio del monte era señal de dinero enterrado, algunos explican este fenómeno, efectivamente, provocado por los gases de algún metal enterrado, mi padre me contó que al llegar hasta ese lugar, lo único que encontró fue varias hojas de cristal enormes que se habían quebrado y que alguien había tirado en el monte y era su reflejo lejano el que daba la impresión de aquellas llamas, continué mi paso algo asustado, hacia aquella llama, por un momento llegue a pensar que el demonio se me aparecía en medio de aquella y desolada calle, pero creo que parte importante es dominar nuestros miedos, así que justo cuando estaba a unos pasos de ahí, un hombre cruzo mi camino y me dijo: - No te acerques muchacho, hay una fuga de gas.- y así fue como aquel hombre que trabajaba para la compañía de gas, me traía de regreso a la realidad.

En otra ocasión recuerdo escuchar unos feroces gruñidos cada vez que pasaba por una cuadra, cada oscura mañana que pasaba por ahí escuchaba esos furiosos sonidos, recuerdo que justo en ese lugar había una enorme coladora, día tras día atravesaba esa calle imaginándome que un enorme lagarto debía vivir en esa coladera, días más tarde descubriría que no era un gigantesco lagarto el que causaba ese ruido, sino un vecino que vivía justo frente a esa coladera que roncaba de una manera brutal, y cuya ventaba abierta liberaba aquellos sonidos de manera que parecía que se hallaba a nivel de la misma calle.

Años más tarde, deje caminar por las calles oscuras en las mañanas, ahora conduzco un auto, recuerdo que hace un pare de años llevaba a mi hija recién nacida a casa de sus abuelos, como “caperucitos rojos modernos”, mi hija y yo cruzábamos la ciudad, el río y la montaña, para llegar hasta casa de su abuela, aún recuerdo sus ojos diciéndome tantas cosas en el camino, ese sentimiento de que cada mañana abandonaba una parte de mi, y esa sonrisa que vi por primera vez en uno de esos viajes, alguna vez, cuando manejaba hacia el trabajo, podría asegurar haber visto a un hombre desnudo correr como perro a toda velocidad, espero que no halla sido un hombre lobo persiguiéndome tardíamente, ya que en eso momento no iba a casa de la abuela. 

Hoy en día, continuó levantándome antes de que salga el sol, de esta manera, mientras atravieso varias ciudades, consigo escapar de infernal trafico que se apoderado de las calles desde hace unos diez años, regreso a las calles en que viví mi infancia y llegó a mi pequeño taller, en dónde continuo trabajando en mi eterna escultura que terminare de trabajar el día que muera, y en ocasiones, cuando me canso de golpear la dura piedra, salgo a pasear mi sombra para que juegue con las demás.

Comments

Popular Posts