Limonov-Emmanuel Carrere (2011)



Limonov-Emmanuel Carrere (2011)
Es difícil definir a todo un personaje como el escritor ruso Eduard Limonov, y en la novela Limonov, Emmanuel Carrere se enfrenta a esta por demás difícil misión, ¿Es Limonov un héroe o un villano? ¿Era un ruso que detestaba el comunismo y después lo añoraba? Dejò la URSS por los EUA, en dónde conoció la decadencia del capitalismo, se convirtió en un luchador contra el régimen de Putin, aunque en sus adentros, muchas de sus ideas se asemejan al fascismo practicado por el dictador ruso.

En cierta forma a través del libro nos vamos dando cuenta de que en cierta forma Putin y Limonov son dos cara similares de la moneda, ambos hijos de ex oficiales de la URSS, ambos añorando aquellas épocas en que la URSS era temida y respetada como el gran imperio del mal, aunque reconociendo los defectos de aquel sistema, ambos radicales y extremos en sus planteamientos ideológicos, pero siempre anteponiendo a la nación.

Limonov pudo haber sido un escritor callejero al más puro estilo de Bukowski o Fante, un hombre sin pena de proyectar su incansable vagar por las calles de la cruel ciudad, de no ser porque se sintió despreciado por los EUA, los cuales abrazaban a oros disidentes rusos, como el poeta Brodsky, el cual hizo de los EUA su casa, Limonov le detestaba porque sentía muy probablemente que Brodsky ocupaba su sitio, se avergonzaba en cierta forma de Solzhenitsyn, quien denunciaba a través de sus novelas la crueldad del “estalinismo”, pero a su vez reivindicaba el comunismo y denunciaba la decadencia capitalista, esto sin duda irritaba a Limonov, ya que veía en Solzhenitsyn a un hombre sin mucha decisión, nuevamente muy a pesar de esto, Limonov terminaría en el futuro en una posición muy similar a la de Solzhenitsyin, eso sí, con una postura mucho más activa y radical.

Limonov fue un paria en EUA, esto hasta que sus libros comenzaron a tener éxito en Europa, fue entonces cuando se fue a Francia y empezó a gozar de su estatus como escritor reconocido, su prosa era brutal y directa, el mundo del arte se rendía a sus pies, conoció las posturas radicales que empezaban a revivir el nacionalismo en Europa, viajó a los Balcanes y se codeo con los criminales de guerra que tenía sitiado Sarajevo, Limonov se introducía en un conflicto complejo, que de cierta forma mancharía su reputación en Francia y a la vez le colocaría el estigma de radical, pero probablemente el sucesos que le marcaría de forma importante sería la disolución de la URSS, este gran evento le significaba la disolución de su propia identidad, el imperio malvado del que había escapado y que a la vez era su patria se desmembraba y como buen hijo de la Madre Rusia regresó se dio cuenta del caos prevaleciente en aquel lugar y con su experiencia fue armando su propio movimiento radical nacionalista, reconoció el cruel régimen establecido por los oligarcas y después terminó en prisión al iniciar un tímido alzamiento presuntamente con armas envueltas, pero s estancia en prisión solo le hizo apasionarse más por su lucha, conoció gente como Aleksandr Dugin, el gran ideólogo nacionalista, a Yegor Letov, el punk rocker fugitivo del régimen soviético, se unió a Gary Kasparov, el genio del ajedrez que también buscaba dar una mejor dirección al caos en su país, y finalmente encontró en el sucesor de Yeltsin, Vladimir Putin, un hombre tan similar a él mismo que se convirtió en su némesis.

La humanidad contradictoria de Limonov le sitúa lejos del perfil perfecto de un héroe, pero su apego a su propia lógica y a sus propios valores es admirable sin duda, Limonov es un hombre único, no destinado a ponerse al frente de su tierra natal, pero si uno destinado a convertirse en una incómoda conciencia para la compleja situación de la Rusia actual, su Rusia, su otra Rusia, el país añorado al que Limonov quisiera liberar de la situación actual, aun sin saber cómo hacerlo.

Un libro que es difícil de hacer a un lado, una historia exquisita acerca de un hombre más destinado a ser un personaje de ficción que propiamente un ser humano, un hombre que aún no se ha decidido si ser el héroe o villano de su propia historia y de la de su país.             
         

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