La Gran Tragedia del Payaso
La Gran Tragedia
del Payaso
“Un hombre va al médico. Le
cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que
se siente muy solo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es
vago e incierto. El doctor le responde "El tratamiento es sencillo. El
gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad. Vaya a verlo. Eso
lo animará". El hombre se echa a llorar. Y dice "Pero, doctor... yo
soy Pagliacci".
Uno de los recuerdos más tristes de mi infancia se originó
un día mientras convivía con otros niños en un club deportivo, yo posiblemente
tenía en ese entonces unos 8 o 10 años, los niños suelen ser bastante crueles
en ocasiones, recuerdo que en esa ocasión hubo un show infantil, se presentó un
payaso y durante el show, el payaso se hacía acompañar por un niño posiblemente
de mi misma edad, ataviado de payaso también, haciendo de “patiño” o ayudante del payaso adulto.
Una vez terminado el show, no recuerdo a donde se fue el
payaso adulto, pero recuerdo que el payaso niño se acercó a dónde jugaba yo con
otros niños, recuerdo que los otros niños se burlaban de el por su ropa, por su
pintura, y lo molestaban de la misma manera que el payaso adulto hacía en su
show, supongo que nuestra joven edad nos hacía pensar que esa era la forma en
que debía de ser tratado aquel “payasito”, recuerdo que le quitaron su peluca y
recuerdo ver como rodaban las lágrimas por las mejillas pintadas de aquel niño
que a nuestra edad, a diferencia de nosotros, ya trabajaba y que en esta
ocasión solo quería jugar con nosotros, ahí fue dónde me aprendí que el oficio
de payaso no sólo va relacionado con las risas, sino que detrás, hay muchas
lágrimas, hay sufrimiento y mucha, mucha represión, ya que a la hora de
trabajar, estos hombres se tienen que tragar todas sus penas y esbozar una
sonrisa.
De adolescente, me tocó disfrutar de las películas del
salvaje John Belushi, obviamente muchos años después de estrenadas, Belushi era
un hombre descomunal, con una energía tremenda que le desbordaba, el hombre que
estaba destinado a ser el genial Peter Venkman en los Ghostbusters (que
finalmente haría el también genial Bill Murray), tristemente Belushi no alcanzó
a tomar este rol, y la muerte provocada por una atormentada vida con altibajos
de ánimo y abuso de drogas se llevaba así a una de las grandes promesas de la
comedia., con una trágica historia tras las risas que provocó (otra prometedora
estrella de la comedia, Chris Farley, con un estilo muy similar a Belushi,
correría con la misma suerte que su ídolo años más tarde.)
En esta ocasión, le tocó a Robin Williams, resulta complejo
y dramático por demás que el hombre que muchas veces nos hiciera reír, viviera
una fuerte depresión que lo llevara a quitarse la vida, no puedo decir que Williams
haya sido para mí un genial actor (como el intenso Philip Seymour Hoffmann, que
padeció una suerte similar hace unos meses) o alguien que cambio la historia
del cine para siempre, pero sí puedo decir con seguridad que me regaló horas y
horas de entretenimiento y diversión de la buena a través de sus películas,
recientemente disfrute Jumanji y Hook con mis hijas, en mi mente queda la
tremenda Despertares con el ENORME Robert de Niro, la conmovedora Jack, su
iconoclasta actuación en Deconstructing Harry de Woody Allen, la hipnótica
Bicentennial Man, la encantadoramente bizarra Popeye de Robert Altman (que creo
que es la única película de Williams que vi en el cine), y la incomprendida pero reflexiva What Dreams
May Come, triste final para un hombre que dedicó su vida a poner una sonrisa en
nuestra cara, gran recordatorio para todos de los peligros de la depresión y de
la urgencia de detectarla y tratarla a tiempo.
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