El Poder Corrompe, Gabriel Zaid, Una Reseña





El Poder Corrompe, Gabriel Zaid, Una Reseña

Por: Erreh Svaia

El Craneoscopio

“El poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente”, así dicta la frase del político e historiador inglés Lord Acton, esa básica y sabia premisa,  punto de partida principal del más reciente libro de mi admirado Gabriel Zaid, ese elusivo personaje, parte empresario, parte escritor, parte analista político, parte poeta, parte filósofo que por décadas, de forma por demás prolífica, ha desbordado de propuestas a través de su libro a ese México indeciso entre izquierdas y derechas, y que si escuchara de manera más atenta las recomendaciones de Zaid, seguramente podría trascender tales niveles de polarización y de indeterminación.

El Poder Corrompe se compone de una extensa serie de artículos, más de 20, que nos llevan a través de varias décadas (40 años para más exactitud), a partir del año 1978, observando con detenimiento como la corrupción se ha vuelto un elemento presente a lo largo de la historia de los gobernantes en México, prácticamente desde antes de que ese “pacto mafioso” conocido como la “revolución mexicana” trajera paz a México a cambio del reparto de poder y la promesa de no pretender sujetarse al poder, de ésta forma, Zaid pone al centro, una afirmación que aunque dolorosa, tiene todo el peso de la  verdad, “la corrupción no es parte del sistema, la corrupción, es el sistema”, y así viajamos de la mano de Zaid por el pasado, por ese sistema corrupto que no llevó de Díaz a la “revolución”, al “Maximato” al Cardenismo, al populismo puro, a la debacle de los 70s y a la supuesta “renovación moral”, y así hasta nuestros días.

De ésta forma nos topamos que la corrupción no sólo implica robar, también implica ocultar información, “maquillarla”, no sólo otorgar puestos a personajes de dudosa capacidad, también otorgarla a amistades, familiares o a personajes a conveniencia propia, que la corrupción no es sólo “pedir mordida”, también lo es darla, y sobre todo, la corrupción no otorga distinción alguna, es corrupto también aquel que es leal a su superior, contrario a la “ideología” de muchos en el poder, dispuestos a “hacerse de la vista gorda” siempre y cuando esos que cometen actos de corrupción, mantengan la lealtad hacia ellos, como ha sucedido en muchos casos recientes.

Aunque Zaid no es modesto en propuestas, el principal hilo conductor de éstas es la transparencia, y coincido profundamente con él, en el sentido de que así como se da la vigilancia de parte de las autoridades por sobre los ciudadanos, así también, debiese darse la vigilancia ciudadana sobre los gobernantes y auditorias, y para esto, tendríamos que diferir bastante con el actual presidente, respecto a la necesidad de más y más instituciones autónomas que sean capaces de vigilar de cerca al poder, con el fin de documentar y denunciar abusos que apunten al mal uso del poder, de forma que podamos exigir un alto a la impunidad, en mi humilde opinión, el peor de los males, si aún pero que la corrupción, ya que el poner un alto a la impunidad es un ejercicio de auto reflexión y que expresa un profundo deseo de dejar nuestro pasado corrupto atrás, adquirir un nuevo nivel de consciencia y una responsabilidad mayor por no cometer los errores del pasado.

El Poder Corrompe es un libro profundamente deleitable, a pesar de lo escabroso del tema, Zaid, como es habitual, resulta un excelso narrador que nos transmite muchas ideas en pocas líneas, y nos provoca algo que pocos autores hacen hoy en día, el pensar, el razonar, y sobre todo, nos muestra la ejemplar actividad de no sólo criticar al poder, sino también de generar propuestas, y si seguimos su ejemplo, como sociedad debemos ser más incisivos en nuestra vigilancia hacia el poder, mantener viva la autonomía de las instituciones con el fin de procurar que nuestra democracia, se mantenga como una democracia completa y no sólo piezas inconexas, para que de ésta manera la sociedad no sea engañada y crea que la democracia sea sólo ir a votar, que sepa que ese es sólo el principio y que el trabajo democrático es de todos los días, vigilando y alzando la voz para evitar que la impunidad, ese mal mayor, pueda irse disminuyendo en el país.  



   




  

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