Del Nobel de la Paz al Oscar de la Mentira: La Gran Estafa de Trump

Para todos aquellos que depositaron su fe en un presidente supuestamente "diferente", uno que prometía paz, que juró solemnemente no iniciar guerras ni desperdiciar el dinero de los estadounidenses en conflictos lejanos... lamento decirles que se equivocaron por completo, ¿Cómo se siente haber sido engañados?

Trump no solo es igual que sus predecesores: es peor. Ahí lo tienen, haciendo exactamente lo que criticaba, buscando enemigos externos para consolidar más poder en casa. ¿Recuerdan cuando declaró que no quería involucrarse en el conflicto entre Israel e Irán? "Voy a pensarlo, lo voy a meditar un poco", dijo con esa falsa prudencia. Pocas horas después, las bombas estadounidenses caían sobre objetivos militares iraníes.

Qué ironía tan amarga. Los pakistaníes habían propuesto a Trump para el Premio Nobel de la Paz, y días después ya se arrepentían públicamente. Ahora entendemos su estrategia original: manejar una caea amable ante el mundo en su primera administración para asegurar una segunda oportunidad, en dónde ya no rendiría cuentas a nadie. El plan le salió mal y perdió la reelección. Pero cuatro años después la recuperó, y ahora no le debe favores a nadie. Y eso es aterrador.

Ya escupió en el plato donde comió, ya impuso sus aranceles como quiso, ya se deshizo de varios "tech bros" que lo apoyaron. Ahora tiene control absoluto... o descontrol absoluto. Lo que quieran sus verdaderos patrones en el Kremlin y en Tel Aviv, Trump está a su entera disposición para continuar con la demolición sistemática de Occidente, América y Europa.

¿Saben qué es lo que mejor hace Trump? Destruir. Si quisieran acabar con Irán, pongan a Trump como presidente de Irán y verán cómo los destroza desde adentro en tiempo récord.

Porque la verdad incómoda es que Irán no es la potencia que muchos imaginan en Medio Oriente. Era obvio que su respuesta iba a ser tibia comparada con el ataque brutal que sufrió por parte de Israel y Estados Unidos.

Bombardearon fuera de tiempo, advirtieron que iban a atacar algunas bases estadounidenses en Qatar, se aseguraron meticulosamente de que las instalaciones estuvieran vacías antes de ejecutar los ataques. Lo único que logró Irán fue decir "sí, respondí y sí bombardeé", pero la respuesta fue realmente patética. ¿Una simulación muy pobre? El conflicto ha dejado dolorosamente claro que Irán no es la potencia regional que muchos creían.

Si realmente tuviera poder nuclear serio, ¿creen que Israel o Estados Unidos se habrían atrevido a atacarlo? ¿Atacarían a Corea del Norte? Por supuesto que no.

Lo que hemos descubierto es devastador: Irán, al igual que Rusia en su conflicto contra Ucrania, no es lo que presume ser. Tiene algunos ases bajo la manga, sí. Si busca una guerra asimétrica como la que ejecutaron magistralmente los talibanes (que aterrorizaron a los estadounidenses al impactar las Torres Gemelas), podría funcionar. Pero no sabemos si Irán quiere arriesgarse en este momento o prefiere seguir negociando, mediar con los saudíes, ceder completamente el control de la zona a Arabia Saudita, parte del plan estadounidense.

Y aquí viene la parte fascinante: Arabia Saudita es un aliado complejo y peligroso de Estados Unidos. Gracias a la venta del petróleo en dólares, han creado un pacto diabólico: Estados Unidos protege a la monarquía saudí a cambio de que mantengan las transacciones petroleras en dólares. Esta dinámica mantiene artificialmente fuerte a la moneda estadounidense.

A nivel mundial, millones de transacciones se realizan en dólares gracias al petróleo saudí, beneficiando enormemente a Estados Unidos. No sabemos si en el futuro los saudíes mantendrán este pacto, pero hasta hoy los ha mantenido no solo dominantes en la región, sino aliados de Israel sin conflictos mayores.

Es un orden mundial que se sostiene con dinero, petróleo y dólares, manteniendo a la monarquía saudí en el poder.

Esta alianza precisamente es la que controla Medio Oriente: el músculo financiero de Arabia Saudita y la inteligencia militar israelí como socios de Estados Unidos. No sabemos exactamente la magnitud de influencia que tiene Israel sobre Estados Unidos, pero está claro que van unidos. No sabemos quién manipula a quién, pero si Israel entra en guerra, Estados Unidos lo seguirá automáticamente.

Si alguien toca a Israel (como Irán con sus misiles en territorio israelí), Estados Unidos intervendrá sin excepción. El "presidente de la paz" resultó ser una estafa monumental. ¿A quién sorprende esto? A mí no, pero muchos se harán los sorprendidos.

La realidad es escalofriante: Vladimir Putin sigue tejiendo su influencia. No conocemos exactamente qué tipo de control tiene sobre el presidente de los Estados Unidos, pero su estrategia es cristalina: dividir, dividir, dividir.

Al hacer que Estados Unidos entre tangencialmente en este conflicto entre Israel e Irán, está logrando la división perfecta:

- El gobierno estadounidense se fractura

- La población se polariza

- Los militares cuestionan las decisiones

Ya hay conflictos abiertos en el Senado por las decisiones autocráticas que Trump ha tomado sin consultar al Congreso. Son decisiones directas, unilaterales, que están dividiendo al gobierno estadounidense. Y ni hablemos de la población: algunos se sienten traicionados por Trump, otros experimentan un nacionalismo exacerbado, otros están completamente en contra de la guerra, otros preguntan "¿por qué estás dando mi dinero a Israel para que se pelee en un conflicto de Medio Oriente?"

Esto es exactamente parte de la estrategia silenciosa y letal de Vladimir Putin. Recordemos algo crucial: Putin considera que la caída de la Unión Soviética fue una estrategia de división ejecutada por Occidente. Su venganza es dividir Occidente: fragmentar Europa, fracturar América. Dividir, dividir, dividir. Un mundo dividido significa una Rusia más poderosa.

Actualmente el mundo atraviesa un proceso brutal de regionalización: América, con Estados Unidos dominante (aunque cada vez más cuestionado). Europa, en una batalla campal entre la Unión Europea y Rusia, donde Ucrania se ha convertido en el campo de pruebas perfecto para que Europa aprenda de los ucranianos, quienes se han enfrentado a todo el aparato ruso y han revelado las deficiencias críticas de Rusia (ya no es la potencia soviética que era).

Asia, con China dirigiendo acuerdos estratégicos con Japón y Corea del Sur, posicionándose al frente de la región.

Todavía nos falta descubrir qué pasará en África y Medio Oriente. Probablemente Medio Oriente quede controlado por Turquía, Israel y Arabia Saudita, todos conectados de alguna forma con Estados Unidos. Aquí, China y Rusia tendrán que encontrar maneras creativas de ejercer su influencia bajo el actual reordenamiento global. ¿ Los BRICS podrán finalmente despegar? Se antoja casi imposible, ya que las naciones que forman este grupo, estan lejos de complementarse e incluso compiten, cómo sucede con China e India.

A pesar de todo, Rusia parece estar perdiendo parte del juego: no ha logrado establecerse y avanzar en Europa como quería, ha perdido influencia en Asia (aunque mantiene su cercanía con Corea del Norte), y en Medio Oriente ha buscado influencia a través de Siria, Afganistán y otros, que finalmente le han fallado estrepitosamente.

Trump, el autoproclamado "presidente de la paz", en lugar de apagar conflictos, los está avivando deliberadamente. Se está involucrando y gastando miles de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses lanzando bombas en Medio Oriente.

Trump anunció hace pocas horas que había ordenado un cese al fuego entre Israel e Irán. Lo mismo que pasó con el conflicto entre Pakistán e India: al final, los conflictos continúan. Nadie le hace caso a Trump. Lo están dejando en ridículo sistemáticamente.

Ese es precisamente el plan tanto de Putin como de Netanyahu: convertirlo en un títere, mantener conflictos activos para perpetuarse eternamente en el poder mediante el nacionalismo y el aparato militar.

A esto hemos llegado. Ahí está el mal denominado "presidente de la paz". No merece un Premio Nobel de la Paz, sino tal vez un premio a la peor actuación política de la historia moderna.