Oneothrix Point Never-Replica

El término réplica es común cuando se habla de movimientos telúricos, cuando tiembla la tierra, posteriormente se producen réplicas de este movimiento, cada vez de menor intensidad, hasta llegar a un punto imperceptibe, de ahi nos resulta comprensible el título en un proyecto musical que genera fuertes movimientos y despúes busca tratar de controlar y dar formas a las réplicas.

Si algo en verdad me llenó de tristeza, fue no haber podido, por razones personales darle continuidad este blog el año pasado, y tener que suspender está actividad por poco más de un año, perder la oportunidad de poder reseñar nueva música que sale a mi paso, nuevas propuestas, poder comentarlas, analizarlas, etc. En verdad representó algo difícil para mí.

Una de esas propuestas, Oneothrix Point Never, a cargo de Daniel Lopatin, representó horas invertidas en un proyecto que en verdad resulta sorprendente e innovador, en pláticas de Lopatin y Carlos Giffoni, ambos coincidieron que este nuevo giro en la escena noise, hacia el manejo del drone, y después integrando influencias tan diversas como la new age, el pop de los 80s y el hip hop “rebajado” del Dj Screw, entre otras, significaba la creación de música “naciente” o “birth music”, contraria a las posibles connotaciones negativas que el noise podría traer consigo.

Discos como Rifts (en la disquera de noise No Fun y Returnal (con la legendaria disquera de avanzada electrónica Editions Mego) nos han dado buenísimos momentos y  puntos clave de inflexión en una nueva música, una da pasos agigantados al futuro, que retoma claves del pasado y que sorprendentemente se basa en zonas poco exploradas o menospreciadas por otros artistas (recordemos como Lopatin “sampleó” a frases de Lady In Red (un clásico del pop ultra pulido de los 80s) de Chris de Burgh, si esto no es suficiente para poner la cabeza de cualquiera a hacer giros y tratar de buscarle una lógica a esto, nada lo es, como Lopatin rescata sonidos o los reproduce, de una época que muchos quisieran olvidar, los trabaja y los lanza reproduciéndoles y haciéndolos repetirse una y otra vez, creando mantras extraterrestres, es en verdad admirable, y nos pone de frente a valorar la obra de un científico loco del sonido.

Si bien muchos medios especializados le otorgaron la categoría de mejor artista del año a Lopatin en el 2009 y en el 2010, que haremos ahora en el 2011 que nos “arroja una bomba” como Replica? Dónde Lopatin no sólo reproduce sus luminosos sonidos sin fin, sino que ahora agrega a la ecuación claustrofóbicos arreglos, repeticiones y saltos abruptos de secuencias? Lopatin como artista del 2011? No sería del todo descabellado.

Podría resultar inconcebible para muchos, que un artista underground como Lopatin ahora integre de forma tan “en apariencia, sencilla” el hip hop rebajado del fallecido y alguna vez oriundo de Tejas, Dj Screw, sonidos tan poco recurridos en la era moderna (en el overground, porque lo que es en el underground parecieran ser cada día más utilizados…) como los de la new age (por ahí algunos ecos al maestro Kitaro), y esos extraños mash ups y ediciones sónicas telúricas que nos han traído desde Chicago gente como el DJ Nate y que algunos llaman “Juke”.

Tanta mezcla de influencias inesperada podría caer en dos categorías, un compendio muy aburrido de lo que ha estado escuchando Lopatin últimamente, o un inconcebible menú de opciones disparatadas, ahí el genio de Lopatin para dar coherencia a su propuesta musical, dándole forma y sentido a una música que pareciera tener acceso ahora a una estructura ósea que choca y vibra, ya no estamos ante el desarrollo intrauterino ” de las ideas de Lopatin, que escuchamos en el Rifts,  o el nacimiento de estas en el Returnal, la creatura ahora posee un esqueleto y pareciera que el proyecto de Lopatin tomara más y más fuerza y ya no sólo nos maravillara con su movilidad, sino que ahora nos sorprenda con su densidad y agilidad.

Lopatin se ha superado una vez más, no sólo con un disco lleno de ecos luminosos, sino que ahora la mezcla adquiere una mayor complejidad, nos sacude con sus cambios abruptos y pone a Lopatin a la cabeza de un juego nuevo que deja atrás sus de por si avanzadas teorías musicales.

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