Yoko Ono Plastic Ono Band-Take Me To The Land Of Hell (2013)

Yoko Ono Plastic Ono Band-Take Me To The Land Of Hell (2013)

Pocos artistas han tenido que avanzar por tanto terreno cuesta arriba como Yoko Ono, y a su vez, creo que pocos artistas han tenido que romper tan de lleno con las estructuras prevalecientes en el mundo del pop, porque Yoko venía del mundo del arte conceptual, su influencia ayudó a los Beatles a legitimarse aún más en el mundo de la música de vanguardia, no es de extrañarse que alguien como McCartney se pusiera tan celoso artísticamente hablando, de alguien que como él, conocía a Stockhausen, a Cage, a La Monte Young, a Albert Ayler o a  Ornette Coleman, si, tal vez Yoko fue la responsable de la separación de los Beatles, pero también fue quien nos los mostró tal cual eran, ¿McCartney era el más experimental? ¿Por qué tardó tanto en hacer discos que realmente respaldaran su reputación como músico experimental? En verdad que es hasta que Lennon deja los Beatles y comienza a grabar en solista cuando le empiezo a disfrutar en demasía, y ni que decir de Harrison que a la disolución de los Beatles se volvería un monstruo legendario en los 70s.

Por otro lado Yoko Ono ha tenido que llevar a cabo una larga carrera para poder legitimizarse en el mundo del pop, de sobra sería decir que conozco poco artistas que hayan contado con el apoyo de gente como Lennon, Clapton, Starr, Zappa, Bowie, Laswell, Coleman, Smith, Harris, Flea, Tricky, Lenny Kravitz, etc, o de grupos como los Cibo Matto, los Flaming Lips, Sonic Youth, etc., podemos realmente decir que Ono poco a poco y a paso muy firme se ha convertido por propio derecho en un artista universal, indiferente ya para muy pocos.

Take Me To The Land Of Hell es el nuevo disco de Yoko, la segunda parte de su triunfal regreso, luego del increíble Between My Head And The Sky, de hace cuatro años, hay que decir que poco hay en común entre este disco del 2009, y el disco más reciente de Yoko, hay poco en común también con el furioso Raising, definitivamente Take Me To The Land Of Hell tiene su propia mística, no es un disco perfecto, pero es un eficiente medio para que Yoko se defina de manera permanente como un artista completo, tan capaz de derrumbar lo que se ponga enfrente, en el universo de Yoko, todo vale, desde su afición por los blues pesados y ruidosos, su gusto por las baladas surrealistas, apocalípticas, post Hiroshima, y su reciente incursión en el mundo de la música bailable, carta más reciente que se añade a su juego y que Yoko ha sabido aprovechar de manera inteligente, para muchos, la voz de Yoko es el punto principal de su gusto/odio por ella, desviando la atención a la ambición de sus composiciones o la profundidad de sus letras, pero definitivamente las cosas se aclaran cuando uno aprende a valorar la voz de Yokie como un instrumento muy especial, y no sólo como una voz, de ahí que Yoko pueda empatarse con el fiero y espiritual saxofón de un John Coltrane o con los alucinantes sintetizadores de un Brian Eno al inicio de su carrera.

Take Me To The Land Of Hell abre con la majestuosa Moonbeams, y nos aclara algo que ya sabemos a través de los graznidos de un abre en los primeros segundos del tema, siempre ha habido algo animal en el arte de Yoko, su voz claro, Moonbeams arranca los motores, un tema masivo, bailable con la voz de Yoko partiendo aguas de inicio, aunque Moonbeams muestre elementos accesibles, la estructuras es compleja, repleta de inusuales sonidos y pasajes silenciosos, la poesía de Yoko, y después su voz coloreando el cielo, ante una sección rítmica que le proporciona un fondo perfecto, Cheshire Cat Cry me trae a la mente el feroz empleo del blues que Yoko tomara para su disco Fly, flanqueada por feroces guitarra distorsionadas que gruñen, Yoko nos entrega firmes palabras sobre uno de sus temas favoritos: la paz, una que tanta falta nos hace en nuestros días, “stop the violence, stop all wars…”.
Tabetai me trae a la mente más de el Fly, en el que Yoko por momentos conectaba con los ritmos motorik de los Can, en un ejerció de exhuberancia rítmica sin duda con fuerte apoyo de parte de su Plastic Ono Band y músicos como Yuka Honda o Cornelius, aquí, el disco toma un curioso giro hacia la post modernidad, adoptando ritmos y sonidos electrónicos en Bad Dancer, dónde Yoko y su banda tienen el acierto de mezclar duros ritmos y bajos electrónicos con guitarras chirriantes, “Never say never, cause never is: never…”, bastante desconcertante, pero a fin de cuentas interesante me resulta Little Boy Blue Your Daddys Gone, en dónde Yoko se adentra en los en apariencia incompatibles mundos del calypso y la huaracha, y sale bien librada, junto con su ejercicio vocal al final del tema.

Yoko ha hecho de las baladas una fuerte arma en su catalogo, aunque hay que aclarar que hay pocas cosas como una balada de Yoko, por un lado sabe imprimirle siempre esa ternura similar a la que escuchábamos en Moe Tucker en las baladas más dulces de Lou Reed, hay ese aire de tragedia inminente, que de sobra sabemos que Yokie carga desde hace años y una cierta nostalgia a su pasado bicultural, y Theres No Goodbye Between Us lo pone de manifiesto a la perfección, mientras que en 7th Floor, Yokie reclama su lugar como pionera de la new wave, en un tema movido, con un bajo reptante y una guitarra cercana al funk.

El disco se pierde un poco a partir de ahí, aunque hay cosas rescatables, y finalmente cierra con Shine, Shine, tema estelar sin duda en dónde el bajo rueda de forma devastadora, los ritmos son duros y las guitarras me recuerdan por momento el Comin Up de Maccas, aunque es un tema cósmico de grandes magnitudes, que si recordamos el sentido instrumental de la voz de Yoko, entenderemos el este clímax final tan intenso y de consecuencias trascendentales, Take Me To The Land Of Hell funciona con respecto al Between My Head and The Sky de la misma manera en que el Fly funcionó respecto al Plastic Ono Band, es un disco que aumenta la ambición artística de Yoko y a la vez refina sus fortalezas, Yokie se sigue fortaleciendo como una legitima artista y su influencia sobre nuestros tiempos sigue ahí presente, aunque muchos lo quieran negar.             


Comments

Popular Posts