Pink Floyd-The Endless River (2014)
Pink Floyd-The Endless River (2014)
“Quiero decir que tengo momentos de gran frustración, por mi falta de
habilidad para expresarme lingüísticamente de una forma clara como quisiera.”
David Gilmour
Sí, supongo que si el científico Stephen Hawking concibiera
una banda, el sonido de esta sería algo muy similar a lo que hacen los Pink
Floyd, osados y a la vez intelectuales, inquietantes, asomándose al infinito y
oscuro vacío que es el gran espacio, exterior e interior del hombre, llenos de
curiosidad creativa, y llenos de curiosidad nosotros por escuchar este The
Enldless River, disco de curioso origen, parte capítulo final, parte disco
ensamblado de algunos left overs,
parte homenaje a Richard Wright, fallecido tecladista de la banda que se hace presente
en las piezas grabadas, y tanta afinidad pudiéramos hallar y paralelos entre el
científico y la banda, que el mismo Hawking aparece sampleado en la pieza Talkin Hawkin, nada espectacular, pero un
artefacto que llama la atención, ante la unión de estos dos entes enigmáticos.
Things Left Unsaid abre este disco, una introducción un
tanto larga, compuesta principalmente por los teclados del ya mencionado
Wright, todo esto en plan descaradamente ambient,
vasto, luminoso e imponente, con una notable capacidad expresiva, Wright es sin
duda uno de esos músicos con la capacidad de trascender de un mero rol de ejecutante
a uno de compositor por derecho propio, dejando para muestra este majestuoso
tema de entrada, Pink Floyd sin el rock, como solían decir de los alemanes
Tangerine Dream, en este tema que sirve para introducirnos a un capítulo más
del universo Floyd, con un Mason avanzando a paso seguro desde la lejanía, y un
David Gilmour abriéndose paso en este cosmos de caos controlado que la banda
empieza a generar frente a nosotros.
Como es costumbre en un disco de Pink Floyd, lo que importa
es la "big picture", “el
todo”, el cómo cada pieza fluye hacia la siguiente y en como el ensamble y el
engranaje van funcionando de la mano y en este caso, para esta segunda pieza el
flujo es impecable, la magia de Wright y Mason poniendo un lienzo tan vasto como
el universo mismo para que Gilmour haga uso sagaz del pincel y pinte trazos en
la oscuridad, con ese sentimiento extraído del blues y llevado a la inmensidad
del espacio, por el siempre cerebral y elegante trabajo de David Gilmour
enfocado fuertemente en crear tremendas e inolvidables melodías prácticamente
de la nada.
Ebb and Flow refleja precisamente uno de los conceptos
recurrentes en este The Endless River, el flujo en sí mismo , el flujo del universo,
el flujo de la tierra, el flujo de la vida, el flujo del agua, el flujo de la música,
de cómo estos tres músicos ensamblan sus ejecuciones a la perfección, de manera
exquisita, en ocasiones de manera dispersa y libre y otras de manera conjugada estricta
buscando la suma de las partes, como en Sum, con los insistentes teclados de
Wright al inicio, dando paso al estruendoso trabajo de Mason, sonando titánico aquí,
y a un Gilmour valeroso, como avión caza traspasando las líneas enemigas,
siempre con un objetivo firme en mente, creando crestas y valles sonoros que
tanto en sus partes más alta alcanzan intensos niveles de emoción y belleza, o
el caos que ellos mismos se permiten desatar para calentar elambiente como en
Skins, dominado precisamente por la batería de Mason, brutal y dispuesta a dar
batalla en todos los frentes, con un Wright volando alto, inalcanzable y un Gilmour
dejando salir el ruido interno.
Para Unsung la banda se encuentra perfectamente enrolada,
compacta y decidida, Wright y Gilmour al frente, abriendo espacios para que
entre la luz, y Mason derribando puertas para traernos una melodía nada sorprendente,
pero de gran belleza, bien remarcada por los instrumentos de metal de Gilad
Atzmon, que añade un elemento de cálida y frágil humanidad al tema, probablemente
uno de los mejores de este disco, elegante, emotivo, simple y de infinita
belleza, con un Gilmour entrañable n sus líneas de guitarra, como siempre,
celestial en todo momento.
The Lost Art of Conversation, un tema con un título excelso (sobre
todo en la época de los Smart Phones y los Twits) sirve solo para dejarnos
recuperar el aire, nos da unos momentos de calma posteriores al estrujón
emotivo del tema anterior y nos pone en sintonía de On Noodle Street con sus estructuras
más cotidianas, mas terrestres, menos cósmicas, un tema oscuro y restringido hasta
cierto punto, bien llevado por Mason y por alguno de los bajistas de estudio
requeridos por la banda para sustituir al ausente Roger Waters (entre ellos, el
mismo Youth y el legendario Bob Ezrin), Gilmour aprovechando los espacios para
deleitarnos con algunas figuras minúsculas de su guitarra, el espacio, las
sombras y el silencio llevando el protagonismo del tema, que da paso a Night Light,
un tema más abstracto a cargo principalmente de Wright, que sirve de entrada a
Allons-Y 1 con las aguerridas y memorables
guitarras por parte de Gilmour, Allons-Y 2 sigue una misma secuencia y
nuevamente nos trae a un Gilmour en plan totalmente estelar, haciendo a su
guitarra expresarse de una manera tan humana como le es posible, conectando
directo al alma.
Otra pieza memorable, y la única con la voz de Gilmour es
Louder Than Words, irónico título, con un Gilmour en estado nostálgico y
reforzando cada una de sus palabras con su increíble guitarra, poseedora de una
capacidad expresiva formidable, dando sentido a la frase, más ruidoso que las
palabras, aún y que la banda y el ensamble de piezas se relaje un poco al
final.
Lo que me resulta sorprendente de este The Endless Rivers es
que muchos de los temas reunidos aquí han sido piezas musicales que quedaron
sin usarse de discos anteriores de la banda, eso sí, hay que reconocerlo, perfectamente ensamblados y producidos por
Gilmour, ayudado magistralmente por el Roxy Music Phil Manzanera, y por el intenso
Youth, que sin duda añade mucho peso aquí, un disco solido de principio a fin
(aunque se desluce un poco al final por su incongruencia en los temas con que
cierra), con una gran acento en el trabajo del desaparecido Wright, un atinado homenaje
a su memoria, hay algunos temas que definitivamente rompen con la cadencia del
disco, pero que no dejan de ser poderosas piezas, como TBS14, con una interesante
interacción instrumental de la banda o la estruendosa Nervana, con unas guitarras
gritonas y filosas por parte de Gilmour que cierran este casi en su totalidad
introspectivo disco con una nota de contundencia y poder.
Algunos dirán, ¿Quién necesita un disco nuevo de Pink Floyd?,
No, tal vez nadie lo necesite, pero si lo queremos escuchar, me gusta la forma
libre que dan a los temas y su naturaleza difusa, y tal vez la manera consiente
en que rompen con la secuencia al final, y si algunos se llegaran a quejar de
que Gilmour casi no canto en el disco, puedo decir que la música habla mejor que
cualquier vocal, que mejor voz que la guitarra de Gilmour.
Gracias por la reseña.
ReplyDeleteDebo admitir que en un comienzo me chocó el álbum, no era lo que esperaba. Creí que vendría algo más tradicional, estructurado. Temas del Division Bell que no habían quedado y habían sido pulidos. Ahora, una vez superado el impacto inicial me ha ido agradando más el trabajo. No llega a maravillarme pero si tiene sus momentos. El que no cante Gilmour creo que es irrelevante... es Pink Floyd!
Saludos!
Esteban
http://politomusica.blogspot.com