Energía en Problemas
Energía en Problemas
Por: Macario Schettino
Tomado de: El Financiero
Prácticamente todo mundo se enteró de la cancelación de la
construcción del NAIM. Para muchos, eso no significa nada, porque no lo usan
con frecuencia, y creen que la decisión no tendrá efecto en su vida diaria.
Para otros, defensores permanentes del nuevo gobierno, incluso se trató de una
gran decisión, aunque no saben explicar por qué. El efecto negativo de la
decisión en el comportamiento de la economía, sin embargo, ha ido convenciendo
a una parte de esos grupos de que fue un error muy importante.
Esa decisión, muy publicitada, sobre una gran obra, no ha
sido fácil de comprender para la mayoría, incluso a un año de haber ocurrido.
Imagine usted entonces la dificultad de exponer a esa misma sociedad la
catástrofe que está ocurriendo en energía, un tema más complejo, menos
conocido, y en el que las decisiones y acciones van ocurriendo de a poco.
Lo primero que debemos entender es que hay un riesgo
importante en el abasto de energía en México. Lo ha habido en materia eléctrica
desde fines del siglo pasado, y en hidrocarburos desde 2004, cuando Cantarell
entró en declive final. Por un rato, el crudo exportado pagaba el consumo de
petrolíferos, pero hace cinco años que ya ni eso. Para enfrentar el problema de
abasto, a fines de los noventa se decidió abrir el mercado eléctrico a
proveedores privados, y en 2013 proceder a abrir en serio todo el sector,
aunque bajo un calendario que daba margen a CFE y Pemex para no hundirse.
Buena parte de los seguidores de López Obrador, sus
colaboradores y él mismo, son creyentes en la doctrina priista de que la
energía debe ser controlada por el Estado. Por esa razón, y ninguna otra, desde
que ganaron han intentado revertir la reforma energética. En ese proceso, les
ha importado muy poco la ley y los compromisos del gobierno mexicano. Tampoco
entienden el problema de abasto. Lo mismo que en el caso del aeropuerto, nada
los detiene.
El costo de las decisiones que se han tomado en el sector
puede ser realmente elevado. Ya causaron desabasto de combustible en el mes que
tomaron posesión; pospusieron (sine die) las subastas de renovables;
suspendieron los farm-outs de Pemex; removieron y sustituyeron a los consejeros
de la CRE y la CNH, convirtiendo ambos organismos en oficialía de partes, en el
mejor de los casos; frenaron por meses la entrega de gasoductos, ya terminados,
y sólo después de mucha presión empresarial e internacional, acabaron
aceptándolos, y pagando cerca de mil millones de dólares adicionales en
compensación. Ahora, la CRE decidió que modifica la reglamentación sobre la
cual funcionaban los Certificados de Energía Limpia (esos CELs que dieron lugar
a un evento chusco en la selección de nuevos consejeros de la CRE). Estos
certificados son una especie de “impuesto (negativo) al carbón”. A las empresas
energéticas que producen electricidad con renovables (esencialmente sol y
viento), se les otorgan CELs, que pueden vender para que las empresas clientes
compensen sus emisiones. Sólo se entregarían CELs a empresas que iniciaron
producción a partir de agosto de 2014. Bueno, ahora CFE puede tener CELs para
su producción eléctrica, sin importar cuándo inició ésta. De golpe, se
multiplica por tres el número de CELs, reduciendo de forma importante su valor,
es decir, provocando un daño patrimonial a las empresas de energía renovable
que han invertido en los últimos cinco años. Estas empresas están decidiendo si
nada más se amparan, o apelan a arbitraje internacional. No dudo que acabemos
como con los gasoductos, pagando cientos de millones de dólares y revirtiendo
la medida.
No me alcanza el espacio para describir por completo la
situación energética. Tendré que seguir mañana.
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