Lou Reed, New York, 1989, Una Reseña



Lou Reed, New York, 1989, Una Reseña

Por: Erreh Svaia

ROCK N ROLL ANIMAL

Más de dos décadas tardó Lou Reed en hacer lo que muchos esperaban ya hace tiempo, nombrar uno de sus discos como la ciudad de la que se había convertido en uno de los personajes más característicos, New York, disco publicado en 1989 bajo el sello Sire, disquera hogar para artistas como John Cale, The Cult, The Cure, The Dead Boys, Depeche Mode, Echo & The Bunnymen, Richard Hell, Morrissey, The Ramones, The Modern Lovers Johnny Thunders y los Talking Heads, el tipo de artistas que parecieran existir en gran parte gracias Reed, así que su llegada al sello parecería algo obvio, el New York digamos que fue el disco que para mi trajo de vuelta a Lou Reed, el Legendary Hearts ya no pudo mantener la fuerza del The Blue Mask, el New Sensations, a pesar de tener buenas canciones apuntaba más a la audiencia MTV, y el Mistrial continuaba esa línea, aunque sin canciones a la altura de lo mejor de Reed, es posible que muchos, incluso su anterior disquera, la RCA, dieran por acabada la carrera de Lou Reed, luego de la llegada de los 90s, pero el New York resultó una gran sorpresa incluso para mí, recuerdo escucharlo en el auto de mis padres una fría noche de invierno, lo compré y mientras mis padres asistían a una reunión, me quedé en el auto a escuchar el disco, claro que era el Lou Reed, pero algo había cambiado, la producción, finalmente parecía a la altura de lo que realmente necesitaba Reed, Fred Maher, baterista de Reed, había encontrado la forma de capturar a la perfección el “sonido Reed”, y por si fuera poco, Reed, completamente sobrio y en su mejor forma física había conseguido traer sus mejores canciones al estudio

Romeo Had Juliette iniciaba con un riff de guitarra que sólo podría pertenecer a Reed, con un Mike Rathke tras Lou en la guitarra acústica, esto al tiempo de que la batería de Maher sonaba brutal, acompañado por el bajista Rob Wasserman, en un tema que era puro Lou Reed y que fácilmente podría encontrar acomodo en los mejores discos solistas de Lou, en incluso tal vez, en el tercer disco de los Velvet Underground, después estaba Halloween Parade y sus historias de la escena gay de Nueva York, entonces duramente golpeada por la recientemente aparecida epidemia del SIDA en los EEUU, de alguna forma, Halloween Parade se convertiría en una versión actualizada del clásico Walk On The Wild Side, el hit de Lou en los 70s, y del cual ahora nos mostraba su versión contemporánea, madura y con triste desenlace, así, Reed nos contaba la historia de esa colorida escena que lo había visto nacer de la mano de Andy Warhol en los 70s, y lo había convertido en un icono de la ciudad a finales de los 70s.

Después vendría otra sorpresa, el monumental Dirty Blvd, otro tema que apuntala al disco dentro de lo mejor del catalogo de Reed, otro tema con clásicas guitarras de Reed, un poderoso trabajo del bajista Ron Wasserman y los arreglos precisos de la batería de Maher, y por el lado de las letras, Lou parecía cambiar su punto de vista, ya no se limitaba a contemplar a los personajes en la brutal Nueva York, o a contar sobre su vida, ahora parecía empático y cordial con esos personajes al tiempo que se dedicaba a contar historias multidimensionales con singular ingenio y pasión, aquí acompañado por uno de sus ídolos, Dion DiMucci, pasando después a una descarga eléctrica poderosa con There Is No Time, una importante muestra de aquel Reed adorador de la estridencia, en un tema que nos recordaría que no por nada Reed seguía siendo visto como uno de los padres del punk rock, aquí dándose gusto desatando una tormenta de estridencia en un tema fabuloso, con un incendiario final que me sigue encantando.

Para Last Great American Whale, lo increíble parece suceder, y la ex baterista de los Velvet Underground, aparece tras las percusiones, con esa manera de llevar los ritmos que pareciera imitar los latidos de un corazón, y si muchos habían olvidado ese curioso espacio entre el rock y el jazz, que Lou suele disfrutar bastante, ahí estaba Beginning of a Great Adventure, con su juegos de guitarras y bajos que proporcionaban a Reed la oportunidad de jugar un poco con su guitarra y sus letras, esto para llegar a otro de mis temas favoritos, con curiosos guitarras vibrantes y un tanto folkie por parte de Rathke, mientras Reed permanece al fondo en la guitarra eléctrica, con una ejecución vocal que podía estar entre las mejores de su carrera, Lou sonando como un “Lou Reed enorme”, siguiendo con el blues rock minimalista de Sick of You, que parecía recordarnos esa singular habilidad de Lou para escupir veneno a finales de los 70s.

Lo fabuloso del New York, es que el nivel de las piezas presentadas nunca parece bajar de calidad o intensidad, ahí está la amenazante Hold On, con sus aguerridas guitarras y un Reed tremendo en la vocales, seguido por Good Evening Mr Waldheim, que incluiría las letras más mordaces hechas por Lou en años, fortalecido por el estilo directo y crudo de Maher en la producción, que sin duda daría la oportunidad a Reed de sonar maravilloso, claro y contundente, para llevarnos hasta la tremenda y demoledora Strawman, que bien podría ser la pieza más letal de todo el disco, el momento en que Reed y su banda lo dan todo, colocándose en el ojo de un huracán, con un ritmo firme y guitarras increíbles, permitiendo a Reed ocupar el centro, construyendo de manera progresiva una autentica tormenta que poco a poco va desatando.

New York sería la gran sorpresa del inicio de los 90s, el renacimiento de Reed, un tanto distraído a finales de los 80s, y que aquí nos daría la muestra de lo que es un disco perfecto de un Lou Reed perfecto, con la oportunidad de brillar como unca la había tenido antes, con una producción increíble y su mejor ejecución hasta ese entonces, no resultaría sorpresa que New York sería un disco con una extraordinaria respuesta comercial, en un momento que cimentaría la reputación de Reed para las futuras generaciones, que entonces conocerían y apreciarían de una forma más amplia el genio de un músico que en ese momento coincidía en su mejor forma tanto física, como mental y creativa, un disco legendario, pudo ser más incluso, con un John Cale negándose a participar en el último tema, Dime Store Mystery, escúchenla e imagínense lo que pudo ser.


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