Desde Rusia Con Amor
Desde
Rusia Con Amor
En el mes de Julio nos enteramos de la
sentencia ejercida sobre el disidente ruso Alexei Navalny, señalado por muchos
como el hombre del cual el presidente-dictador ruso Vladimir Putin se siente
más temeroso, Navalny quien ha expresado su deseo de contender por la
presidencia en el futuro, aún es visto con cierto recelo por parte de la
disidencia opositora (encabezada por el escritor radical y nacionalista Edouard
Limonov y el genio del ajedrez y el liberal y luchador por la democracia Garry
Kasparov) como un “miembro demasiado joven” para ser tomado en cuenta, pero
después de los sucesos de mediados de Julio, no cabe duda que Navalny cuenta
con suficiente fuerza para ser reconocido como un contendiente de peso.
Navalny es un fuerte critico de la
corrupción dentro del gobierno de Putin y ha ido tomando cada vez más fuerza
dentro de la disidencia, gracias a su fuerte trabajo en las calles y a su blog en línea, cada vez más leído, algo
hay que reconocer, y eso es que dentro de la mencionada disidencia Navalny es
quien pareciera ofrecer una oferta política más centrada y menos radical, no
ofrece soluciones radicalmente nacionalistas como las de Limonov, de nueva
izquierda como las de Sergei Udaltsov, o una vuelta al socialismo más tradicional
como propone Genaddy Zyuganov (otro importante rival, oficialmente el más
importante hasta hoy, si tomamos en
cuenta que una considerable parte de la población rusa tiene deseos de regresar
al pasado socialista del país), por el momento Navalny solamente ofrece
honestidad, cuentas claras y seguir trabajando en pro de la democracia en el
país, y es que como hemos visto, Putin cada vez se vuelve más duro en sus
políticas, lo cual no es malo y habla de carácter, dirección y firmeza para
guiar a su pueblo, pero esto resulta algo que se vuelve en su contra cada vez
más, sobre todo cuando toca los derechos humanos, ya que si bien el pueblo ruso
siente nostalgia por su pasado glorioso como imperio poderoso bajo el
socialismo, dónde no sobraban muchos recursos, pero no les faltaba nada, no
siente tanta nostalgia por los atentados a los derechos humanos del régimen
socialista, sobre todo en su etapa stalinista.
El 18 de Julio se anunciaba la sentencia de
cinco años de prisión a Navalny, acusado de negociaciones fraudulentas (irónico
para un hombre que lucha contra la cada vez más descarada corrupción en el
gobierno de Putin), algo que a leguas se ve como un movimiento más de venganza
y de conveniencia política que como un verdadero acto de justicia, Navalny, un hombre
más desarrollado en la visión occidental de la nueva Rusia representa algo más
cercano a los valores occidentales que un Limonov o que Kasparov, lo cual en un
momento dado le podría valer el apoyo de los alguna vez archi rivales de la ex URSS, y así mismo causar el desagrado y
repudio de los nacionalistas rusos guiados por el guru Aleksandr Dugin, que parecieran empujar a los valores de la
añorada URSS y que se contraponen a los valores occidentales.
Cuando Navalny fue avisado de su sentencia
ocurrieron cosas inéditas, ya que la noticia impacto los mercados, y la imagen
de Putin fue duramente lastimada a nivel mundial, revelando cada vez de forma
más obvia un dictador en potencia disfrazado de héroe de la patria, lo difícil
aquí es negar que Putin rescató a Rusia luego del colapso dramático dejado por
Yeltsin en la entrada del país al libre mercado, Putin supo como sacar adelante
a su país, pero no ha sido el hombre indicado para llevarlos por mejores rumbos
como los que han tomado Eslovenia, República Checa, Eslovaquia, Estonia o
Lituania, países que partieron de iguales circunstancias adversas, han
conseguido salir adelante ofreciendo mejores oportunidades para sus crecientes
clases medias.
Tanto fue el revuelo levantado por la
sentencia de Navalny que muy probablemente el gobierno de Putin se sintió
nuevamente amenazado y se puso nervioso, sin duda imágenes de Libia y de Siria
rondan por la mente de Putin, lo cual lo hace vacilar y a veces tomar
decisiones equivocadas, como cuando reprimió fuertemente al grupo punk Pussy
Riot, esta vez Putrin actuó con verdadera inteligencia y de inmediato ante la
molestia de la gente y del mundo decidió liberar a Navalny, y permitirle seguir
adelante con el plan de este de postularse para presidente, Putin sabe que la
democracia en Rusia es una “democracia controlada” por su gobierno y que en la
urnas será difícil que alguien pueda derrotarle, Navalny es menos peligroso
reconociéndolo como rival político oficial, que como disidente alborotador de
masas, después de todo, la disidencia revolucionaria en Rusia es débil y las
masas aún parecieran resistirse a tomar fuerte partido por alguien, lo cual
Putin sigue aprovechando, y como dice Kasparov, Navalny se vuelve un “general
más sin ejercito” en espera de lo que pudiera ser el despertar del pueblo ruso,
para seguir en las azarosas aguas de la complicada democracia, o en su retorno
a las oscuras aguas de su pasado tenebrosamente imperial y socialista.
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