Descalificación Como Táctica





Descalificación Como Táctica

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Por: Erreh Svaia

La descalificación parece haberse convertido en uno de los “modus operandi” de la presente administración, aún recuerdo el año pasado el duro golpeteo a gente como Ricardo Alemán, Pablo Hiriart, Carlos Loret de Mola e incluso la guatemalteca Gloria Álvarez, todos ellos críticos tanto del gobierno pasado como de la oposición hoy gobierno actual, como ya sabemos, para los fanáticos del “Lopezobradorismo”, cualquier ataque al gobierno pasado, es algo que pretende pensar suma a su movimiento, pero cualquier ataque a la presente administración es simplemente merecedor de una furia irracional, no es necesario mencionar las duras críticas de gente como Hiriart o de Alemán al gobierno de Enrique Peña, mismas que se han mantenido igual de duras y constantes contra el presente gobierno de Andrés López, lástima que la falta de memoria haga pensar a muchos Lopezobradoristas que éstas críticas hayan aparecido espontáneamente hace apenas seis meses.

Pero no sólo es ésta falta de memoria la que pareciera estarse haciendo presente en la periferia a la política nacional, ya que el mismo presidente Andrés López, por más de 12 años un férreo crítico del gobierno, hoy parece sufrir una disociación con su anterior persona, hoy los aumentos a los combustibles son un mal necesario (antes no lo eran), hoy la profundización en la militarización del país es una necesidad para combatir al crimen (antes era un indicio de “golpe de estado”, hoy, la falta de firmeza contra las amenazas del presidente Donald Trump, son “estrategia” (antes era considerado casi una traición a la patria), una partida discrecional, tan criticada  gobiernos anteriores, hoy es multiplicada y puesta a la orden de presidente, además de la crítica a los procedimientos de adquisiciones, que hoy más del 70% de éstas se hacen por adjudicación directa, ni que decir del trato a los trabajadores, que ayer era una de las principales banderas de López como oposición, y que hoy hemos visto se aplican de manera despiadada a muchos trabajadores de gobierno.

Llaman poderosamente la atención de personajes como Jenaro Villamil, Sanjuana Martínez, Gibran Ramírez, John M Ackerman, Epigmenio Ibarra y Hernán Gómez, entre otros, abiertamente aplaudidores del oficialismo, no sean criticados de la misma manera en que gente como Hiriart, Alemán o Gloria Álvarez lo fueron en el pasado, y más extraño resulta que los primeros mencionados, rara vez hayan esbozado una crítica por lo menos mínima al gobierno actual, todo es defensa a ultranza del actual régimen, muy a la manera del viejo PRI Sistema en que los medios estaban a las órdenes del gobierno, y “no se les pagaba para golpearlo”, con todo y que se pudiera criticar el estilo de opinión de gente como Hiriart, Alemán o Álvarez, los ataques hacia ellos resultan más del tipo irracional o visceral, ya que resulta difícil refutar argumentos como los que han esbozado ellos o Loret de Mola.

Recuerdo perfectamente críticas de Hiriart hacia Enrique Peña, ni se diga de Alemán que fue duro crítico de Peña y del gobierno Perredista en la Ciudad de México, o Gloria Álvarez que muchas veces critico al gobierno estatista de Enrique Peña, muy lejos de ser una derecha liberal como la que ella pregona, al final, lo que tenemos es una sistemática descalificación contra los críticos que más se le ha dificultado a la fanaticada “Lopezobradorista” de refutar, todavía recuerdo como hablaban de su “apertura” por leer a Hiriart o Alemán, a quienes siempre consideraron como blancos directos, y desechar a críticos de más peso, pero que simplemente no podían  entender, como Luis Rubio, Luis de la Calle, Gabriel Zaid o Roger Bartra, al final, ésta “fanaticada” seguirá denostando a todo el que haga una crítica del oficialismo, lo han vuelto algo personal, y de ésta manera han perdido por completo su libertad, su capacidad para la crítica o para la argumentación, volviéndose presas totales de la sumisión no hacia la patria, no hacia el estado, pero aún, hacia una persona, el culto a la personalidad que lleva tiempo gestándose más allá de la fachada de un partido político y de una supuesta “transformación”, que pareciera llevarnos por los peores caminos del viejo PRI Sistema, hasta el PRI Sistema, después de populista Lázaro Cárdenas, adorador de Joseph Stalin, buscó evitar ese tipo de culto.           

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