El Mágico “No”
El Mágico “No”
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Por: Erreh Svaia
Hace muchos años uno de mis mentores me enseñó sobre el “mágico
no”, me dijo: “Así como hay que saber cuando decir que si, hay que saber cuando
decir que no”, y esto me resultó una gran revelación considerando que se suele
considerar a una persona que usa seguido la palabra “no”, como alguien
negativo, recuerdo que de adolescente cuando mis amigos planeaban ir a algún
lugar que a mi no me agradaba, no dudaba en decirles que yo NO iría, después me
invitaban a alguna fiesta o algo, no tenía problema en decirles que NO,
entiendo que para muchos esto era una suerte de “negatividad” que me rondaba, y
en broma me llaman el “Señor No”, así como al célebre diplomático soviético de
la era conocida como la Guerra Fría, Andrei Gromyko, un negociador duro, al más
puro estilo soviético y que en ocasiones se convertiría en la contra parte de
otro duro negociador a nivel diplomático en Occidente, el famoso Henry
Kissinger.
William Ury, escritor del libro Getting To Yes, un clásico
de la negociación, desarrolló toda una escuela alrededor del “Si” y de los
acuerdo conocidos como “ganar-ganar”, de alguna manera, la escuela de Ury, sin
negar el valor de sus aportaciones al mundo de la negociación, se convirtió en
una suerte de cliché, todos los negociadores, cuando los entrevistaba para un
puesto y les preguntaba sobre su estilo de negociación mencionaban como robots
programados: “Busco ganar-ganar”, quizá sin saber en realidad el significado de
esto, ¿Si tu esposa quiere que uses unos zapatos de color verde y tu unos rojos
para una fiesta, ganar-ganar significa llevar un zapato de un verde y el otro
rojo?, alguien tendrá que ceder o “perder”, así que una negociación va todavía
más allá que el ganar-ganar y que el obtener un “Si”, y allí es cuando me encontré
con Jim Camp, un oscuro negociador estadounidense que representa la antítesis
de Ury y la llamada Escuela de Harvard.
Decir que “no”, aunque de antemano sabemos que no podremos
cumplir con ese compromiso, implica ya de entrada una derrota, una falla, ya
que la responsabilidad en automático se transmite a nosotros, hay situaciones
que definitivamente no podemos controlar, y en las cuales dependemos de alguien
más, y es entonces cuando aplica el decir que no, cuando negociamos y sabemos
que estamos en desventaja, con “una mala mano de póker”, o a punto de llegar a
un mal acuerdo, se vale decir que “no”, algo que siempre aconsejo a mis conocidos,
es a aceptar desde un inicio que una negociación será un asunto de varios “rounds”
y no algo a lo que se pueda llegar en un solo “asalto”, se vale decir que no, y
retirarse como en el póker, se vale decir que no y tomar un tiempo fuera, se
vale decir que no y explicar a la otra parte que no se está de acuerdo con el
posible desenlace de una negociación, en ocasiones es como devolver un golpe al
“bully” de la escuela, ayuda a generar respeto.
En lo particular para mí, y en épocas recientes, el “No” ha
adquirido una nueva connotación, se ha vuelto un “disparador” de adrenalina
para mí, se ha vuelto algo casi adictivo, así como quiero pensar que el experto
en ventas debe aprender a “digerir” el “no” y convertirlo en un motivante, así
se ha vuelto para mi esa palabra dentro de una negociación, experimento una
sensación electrizante y es como un problema que llama poderosamente mi
atención y que debo resolver, se convierte en un enigma, en algo magnético y
casi como una droga que comienza a obsesionarme de alguna forma, es posible que
en una negociación me digan que “no”, y eso no me deja fuera del juego, por el
contrario, se vuelve el inicio, si fuera fácil cualquiera lo haría, también sé
que el “si” no lo obtendré a la primera, también sé que voy a recibir varios “nos”
y que cuando alguien finalmente me dice: “ok, lo voy a pensar”, las puertas han
cedido a la persuasión y a las habilidades que he desarrollado con el tiempo.
Pero aunque no podemos ganar siempre, y obtener el “si” todo
el tiempo, tampoco perdemos, ya que de una batalla de box o de ajedrez no
ganada, nos vamos con grandes lecciones y más aprendizaje, por otro lado, de
nuestro lado, aplicar el “no” suele tener un efecto mágico, se vuelve un
escalón que nos da más altura y nos pone en otro nivel, con más ventaja dentro
de la negociación, cuesta trabajo, pero hay que aprender a decir que “no” y
también a dejarlo de ver con miedo o como un fracaso, pro el contrario, yo lo encuentro
motivante.
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