Viento Rebelde del Norte
Viento Rebelde del Norte
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
"Viento rebelde del Norte, saca de mi ésta
locura", las palabras de Celso me enchinan la piel más que el himno
nacional, lo cual podría ofender algunos infestados por el rancio nacionalismo prevaleciente
éstos días, mientras el "traidor Santa Anna" nos daba a cantar un
himno para aglutinar un falso sentimiento de deuda hacia la “patria”; Celso
Piña invocaba su realidad, un hombre de origines humildes, larga trayectoria y
con todo en contra, que se rebeló a la música norteña (todo un andar prácticamente contra corriente), dominante por excelencia
en el estado y popularizó un extraño híbrido traído desde el Valledupar en
Colombia, adoptando el vallenato al instrumento norteño por excelencia
(heredado de Alemania y sus polcas), el acordeón, con un trabajo sólido que
trascendió estatus sociales, géneros y países, si, a su manera, Celso Piña fue postmoderno, su sonido era el de la libertad y el de la globalidad.
Celso mantuvo por algún tiempo su trabajo como intendente en
el Hospital Infantil en la colonia Nuevo Repueblo, al mismo iniciaba sus
presentaciones en eventos locales en el célebre Cerro de la Campana, recuerdo
al "rebelde" ejecutando su instrumento a toda velocidad (poseído por
no sé que sustancia ilegal), mientras su grupo desconcertado hacia el intento
por seguirle el paso, también recuerdo esas cintas "rebajadas"
sonando ultra lentas y distorsionadas (casi psicodélicas, adelantándose al Hypnagogic
Pop o al Witch House) en las bocinas de los famosos sonideros y sus shows los
fines de semana, el productor Texano DJ Screw confesaría que esas cintas de
música "colombiana" que escucharía en uno de sus viajes a Monterrey,
serían la inspiración para su técnica llamada "chopped and screwed",
que se convertiría en el sonido por excelencia del brutal hip hop sureño.
Si, Celso era algo más, era el músico regiomontano de música
colombiana, ese adorado por la escena de rock, ese que participaba en
festivales para hipsters y que viajó por el mundo, que cantaba canciones
evocando a Gabriel García Márquez y a su Macondo, o al compositor español
Joaquín Sabina, o que viajó por el mundo compartiendo su arte llevando al
genial guitarrista de rock y heavy metal, Iván Tamez con él, Celso fue ese
músico que alguna vez puse frente a mis amigos, que adoraban el rock, sin que
chistaran, sus orígenes eran tan underground que lo hacían respetable ante
cualquier melómano decente y su mito se había hecho tan sólido a través del
intercambio casero de cintas, así como en su momento lo fueron los Exodus y
Metallica, ¿Quién podría contra eso?
A los 66 años Celso Piña abandonó el escenario de la vida,
mientras su legado, uno enorme y sólido se queda aquí como legado de una
trascendencia peculiar, para sumarse al grupo de grandes leyendas regionales
como El Piporro, varios conjuntos norteños y ahora “el rebelde del acordeón”,
si de alguna forma, la atormentada vida de cantantes como José José, Rigo Tovar
o Juan Gabriel, los acerca casi al estatus de un “rock star” como Jim Morrison,
Janis Joplin o Jimi Hendrix, por lo menos en espíritu, no cabe duda que en el
caso de Celso Piña, no podemos hacer la excepción, vivió y murió tal cual,
rodeado de esa mística y esa leyenda, la cual apenas comienza, Celso es y será el Norte, y no sólo los "corridos" y Piporro son el Norte, bajo éste contexto, Celso fue el rebelde que inició esa rebelión contra lo que muchos pensaron era el Norte.
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