La Solitaria Muerte de Joyce Carol Vincent


La Solitaria Muerte de Joyce Carol Vincent

Por: Erreh Svaia

Dispersión Caprina

El mundo moderno avance a paso sostenido, las distancias se extienden, los humanos se dispersan y las familias se reducen, parecía hace algunos años que las distancias se volverían insostenibles, pero al parecer dos fenómenos correlacionados provocaron un cambio radical en nuestra manera de convivir, el internet y la globalización, el internet nos pudo en contacto en tiempo real con el resto del mundo, mientras que el comercio, la economía y la política se enlazaron en un solo fenómeno mundial, para el ser humano hoy más que nunca resulta sencillo enterarse de lo que pasa al otro lado del mundo apenas unos minutos después de que algo sucede, la información nos satura de inmediato, creando la necesidad de desarrollar un sentido crítico, las distracciones crecen de manera monstruosa y cada vez se vuelve más complicado enfocarnos, la barrera entre la vida social/las redes sociales y la vida privada parece irse difuminando poco a poco, convirtiéndonos poco a poco en parte de un “reality show” que absorbe nuestra realidad y la transforma en una realidad virtual, si ayer, algunas relaciones se formaban a la distancia, hoy se vuelve más sencillo, e incluso resulta un tanto sorprendente que ya hasta el factor humano de una de los dos partes pudiera desaparecer, con todo esto, intercomunicados de manera virtual, pareciera que la distancia entre humanos, se fuese incrementando, la interfase tecnológica se vuelve ese enlace que nos sigue separando y que pudiera irónicamente conectarnos con una realidad virtual y desconectarnos del resto de la humanidad.

Joyce Carol Vincent nació un 19 de Octubre en el Reino Unido, hija de inmigrantes de origen africano y caribeño, empleada en una firma de auditoría, educada, inteligente y exitosa, con buenos empleos y un buen sueldo, víctima de abuso doméstico y distanciada de su familia, la vida de Joyce se fue convirtiendo poco a poco en algo parecido a una existencia fantasmal, temerosa y avergonzada por su situación desafortunada de pareja (abuso y ruptura al parecer), Joyce terminó por alejarse por completo de su familia, de alguna manera, a pesar de tener una educación y de carecer de antecedentes de abuso de drogas o alcohol, al parecer la vida de Joyce comenzó a perder rumbo, los amigos de Joyce decían amarla, pero se sentían de alguna manera arrepentidos de no haber atendido las señales, de no haber hecho las preguntas correctas y de no haber estado ahí, cuando Joyce comenzó a aislarse del mundo, la imagen de Joyce al exterior era la de una mujer exitosa, popular y feliz que mencionó un viaje a tierras lejanas y que sus amigos no atinaron a darse cuenta que al tiempo que dejaba su trabajo, acudía a seguridad social para conseguir dónde dormir.

Joyce murió de causa desconocida en su departamento (de seguridad social, desconocido para su familia) en el año del 2003, su cuerpo en severa descomposición fue hallado en el 2006, la televisión siempre encendida proporcionaba el ruido suficiente para que los vecinos no encontraran algún silencio sospechoso, los cheques de seguridad social mantenían la electricidad y la calefacción funcionando, a la vez que pagaban parte de la renta, por lo que gran parte de esos tres años no hubo sospecha alguna de que algo estuviera mal, alguna ventana abierta permitió la entrada de insectos y aves, lo que propició el deterioro mayor del cuerpo, un basurero cercano enmascaró el mal olor de las descomposición de su cadáver, que sólo pudo ser identificado por su dentadura, sólo hasta que las parcialidades no pagadas de renta se acumularon en un monto considerable fue que las autoridades decidieron recuperar el lugar, encontrando los restos de Joyce frente al televisión encendido.

La historia de Joyce siempre me ha parecido tristemente fascinante, un preámbulo a la era del internet y de redes sociales, una advertencia tanto para aquellos que muestran una vida feliz y plena en sus redes sociales, tanto como para aquellos “amigos” que se conforman con ver fotos en Facebook, un aviso acerca del deterioro en el contacto y la cercanía entre los seres humanos que pudiera convertirse en una profecía por cumplirse en masa en la época de aquellos que han decidido vivir solos, que han preferido la vida virtual a la real, y que han puestos en manos de la tecnología sus contactos con el mundo exterior, la muerte de Joyce no tardará en hacer ecos cada vez más sonoros en nuestra sociedad, en la cual esa interfase humano-máquina-humano nos irá transportando a un universo cada vez más aislado, más triste y más complejo de entender a tiempo, morir sólo es algo que no debería suceder, a nadie.     

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