Reciclando al Viejo Nacionalismo Trágico


Reciclando al Viejo Nacionalismo Trágico

Por: Erreh Svaia

Dispersión Caprina

Escuchamos redoble de tambores y es que un canon más (nada nuevo) se agrega con bombo y platillo al culto de la irracional estupidez nacionalista que ya hemos percibido en el llamado “Lopezobradorismo”, ahora los millenials, ajenos a los descalabros económicos de los 70s, esbozan con orgullo las palabras “nacionalismo energético”, como si éste termino fuese una suerte de liturgia nueva, innovadora, lo cual para nada es verdad, basta voltear un poco la mirada un poco atrás para ver que no es otra cosa que el reciclaje de las estrategias fallidas de países como Rusia o Venezuela más recientemente, mediante las cuales su economía y política se basó en el uso del petróleo como “palanca de desarrollo”, el resultado, sobra decir que lo conocemos perfectamente, una suerte de dependencia total en los precios del mercado (que tanto detestan los colectivistas planificadores) y la disminución en la diversificación de la industria en favor de una omnipresente industria petrolera, sobra decir que quien en éstos días pretenda usar al petróleo como “palanca de desarrollo” de la misma irresponsable manera en que el gobierno de José López Portillo hizo en los 70s-80s, debe buscar su obvia conclusión en las fuertes crisis desatada a inicios de los 80s en el país, a la caída y extinción de la URSS (con una obsolescencia tecnológica rampante) y a la debacle aún persistente en la llamada “Revolución Bolivariana” en Venezuela (con un Nicolás Maduro recientemente admitiendo que ya todas las estrategias políticas han fallado en éste país rico en petróleo y hoy con una hiper inflación de la que se antoja casi imposible su escape).

El “Lopezobradorismo” se nutre precisamente en esa corriente de renovación del “Nacionalismo Revolucionario” ocurrida durante el sexenio de López Portillo (luego de que la beta iniciada por Lázaro Cárdenas, también basada en el petróleo se agotaba), precisamente el período en que nace la carrera política de Andrés López, ese “nacionalismo revolucionario Lopezportillista” que pretendió usar al petróleo como “palanca de desarrollo” y que se convirtió en un gobierno ultra corrupto, despilfarrador, irresponsable (con nefastos subsidios que abrieron sendos boquetes en la economía nacional, que aún al día de hoy seguimos pagando), falto de visión, que de inicio convocaba al mexicano a prepararse para “administrar la riqueza” y después inventaba enemigos imaginarios para justificar el fracaso señalando “que los habían saqueado”, siendo que los saqueadores estaban en el mismo gobierno y preparaban su huida para vivir como reyes en Francia, o en el caso de Echeverría, quien como presidente fue considerado como uno de los hombres más ricos del mundo (por publicaciones extranjeras, ya que a las nacionales las acallaban de forma violenta)  y hoy aún magnate inmobiliario en el país, ese hoy tan manoseado termino de “nacionalismo energético” no es otra cosa que el reciclaje de las nefastas prácticas del “viejo PRI” en los 70s, de la decadente URSS de los 80s y de la Venezuela actual, una mutación del pseudo religioso “nacionalismo revolucionario” que hoy se asemeja a una secta a punto de volverse “mainstream”, lo que probablemente le reste fuerza, una nueva cuasi religión política con su mesías infalible, al que no se le cuestiona nada, que se le atribuyen cualidades casi sobrenaturales, al que sólo se le obedece, que imparte “justicia social” en la imaginación de sus feligreses y que pontifica y purifica a su propia voluntad a personajes siniestros convirtiéndolos en héroes nacionales, ante los cuales no se admite critica alguna reescribiendo la historia a su parecer.

El “lopezobradorismo”, “lopezportillismo”, “nacionalismo revolucionario” o “nacionalismo enérgetico” es básicamente la misma estrategia fallida una y otra vez, la misma cuasi religión que pretende nublar las mentes y embriagar los sentidos, que habla de proporcionar un bienestar, el cual al final se traduce en una idolatría y engrosamiento del estado, en una renovación del poder hegemónico de un solo partido, en el despertar de un nacionalismo cegador, infantil e irracional que de ninguna manera se termina transmitiendo a la sociedad, al final de cuentas se vende como una definición y acercamiento social que más tiene en común con el fascismo clásico (con su gobierno pretendiendo inmiscuirse hasta el último rincón de la vida, dictando en temas de moral o incluso espiritual, basándose en un liderazgo mesiánico, con un sistema capitalista controlado por una creciente burocracia, creando un cártel o sindicato único de cómplices con los órganos productivos de la nación aka corporativismo, imponiendo una esclerótica planificación que restringe libertades, con un gobierno omnipresente y único protagonista de la vida nacional) que con una verdadera izquierda de conciencia social, más cercano a esa pseudo izquierda, realmente  retrógrada y nacionalista que tantas veces pretendió vender el PRI al país, finalmente, ésta se vuelve a vender con otro nombre, nuevamente con pretendidas ínfulas de izquierda y con ese nacionalismo cuasi religioso, reciclando terminología que lo liga fácilmente con grandes fracasos ya conocidos.         

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