Sarin Smoke – Vent (2012)
Sarin Smoke – Vent (2012)
Se dice que Bashar Al Assad presidente actual de Siria, lugar dónde las cosas se han puesto difíciles últimamente se niega a entregar el poder, se dice que resistirá hasta el final y que probablemente aun falta lo peor en la refriega por parte de las fuerzas rebeldes para destituirlo del poder, en la parte actual de la llamada “primavera árabe”, que sigue haciendo caer gobiernos represores, si, injustos, si, brutales, si, pero que tristemente vemos en ciertos, casos, como decía Roger Daltrey de los Who: “Meet the new boss!, Same as the old boss!”, es decir, supuestamente se derroca a un dictador y se termina dando entrada a otro, saludos hermanos cubanos!, y es que cuando el vecino país del norte mete “su cuchara”, es de esperarse nefastos resultados, con una Hillary Clinton haciendo guerra sucia por debajo de los radares y el Facebook sirviendo como herramienta para derrocar gobiernos, no era de esperarse este revuelco para caer en lo mismo, habrá que esperar que Al Assad haga uso de sus últimos recursos y derrame más sangre aún de la ya derramada y que saque como últimos recursos la guerra química, en especifico hablamos de gas sarìn, ese letal gas que liberara el grupo Aum Shinrikyo de Japón (tierra dónde se caen los túneles), bajo ordenes del nefasto Shoko Asahara, cuya carrera lo vería erigirse como líder espiritual apocalíptico de muchos, luego de iniciar dando clases de yoga y vendiendo productos naturistas (Que cosas no?, aguas con los Omnilife y Herbalife!).
El gas Sarìn es letal, es como insecticida para los humanos, ya que ataca directamente el sistema nervioso, es una triste pagina en el curso de la humanidad, que muchos, como yo preferimos que exista solo en teoría, como los crímenes del Marques de Sade y no en la vida real.
Pete Swanson y Tom Carter son dos conocidos creadores modernos, que van bajo el nombre de Sarin Smoke para dar un rostro a su alucinante proyecto, guitarras que suenan tortuosas, disonantes y envueltas por ecos eternos, una curiosa suma del trabajo de Carter con los siempre inspirados e interesantes Charalambides, y el de Swanson como solista, luego de dejar a los Yellow Swans, como un experimentador sonoro de primer nivel que ya nos ha traído varios discos buenísimos bajo su nombre propio.
Vent es un disco de guitarras, pero también es un tratado sobre la disonancia, el tipo de disco que nos pudieron haber traído Brian Eno y Robert Fripp, si Eno no se hubiera metido tanto en Satie, y le hubiera lavado el cerebro a Fripp convenciéndole de que Lou Reed era el mejor guitarrista del mundo y que Heard Her Call My Name es el mejor ejemplo de ello.
Atmen Ein de entrada cruje con eléctrica furia, el dueto intercambia descargas eléctricas con a paso tortuoso y lento, deja que las cuerdas resuenen y se hinchen en el espacio, pero estas no llegan solas, viene acompañadas de la furia del feedback y de la electricidad que tanto pregonaba Lou Reed, que venía de otros planetas.
A Carter rara vez le hemos tenido la oportunidad de escucharlo así (algunas escasas y vibrantes veces con su grupo), tan salvaje y tan intenso, por lo cual este disco es motivo de regocijo, a Swanson si, pero no tan directo (tal vez sólo en ese I Dont Rock At All, del que alguna vez hablamos aquí), en anteriores ocasiones, el instrumento de Swanson, ya sea guitarra o sintetizadores, pasa a través de tortuosos filtros y tratamientos a cargo de Swanson, aquí no, aquí escuchamos en vivo sus dedos torturando y haciendo gemir su instrumento, encendido con un sin fin de equipo para causar monstruosa distorsión.
Upsound es un bello y difícil ejercicio, con Carter alcanzando las alturas con su guitarra, mientras Swanson continúa en el infierno con su instrumento gritando en llamas, una combinación asombrosa que nos mantiene a la expectativa de cómo estos dos consiguen conjurar tan increíble mapa sonoro, que mantiene una atmósfera impresionante de agresión y esperanza.
Pranayama queda en manos de Carter de inicio, Swanson súbitamente se suscribe a la quietud que Carter inyecta a la atmósfera, ambos se encuentran en un punto de belleza cristalina y atemporal, que nos deja respirar, que da un paso atrás y no busca saturar, sino dejar que el sonido vibre y resuene de manera natural, en un ejercicio que se adscribe a la escuela ambient moderna sin duda alguna, que a mitad la pieza sube la intensidad para adquirir una estatura épica, de dimensiones Kitaro-escas.
Black Mercury nuevamente pone el dedo en la llaga, enciende la mecha y libera el pandemonio que inunda la habitación, un incendio que arde y consume lentamente todo alrededor, una bestia que devora sin piedad y que avanza de manera lenta, pero sin detenerse, tensión pura hecha sonido, seguida por la abrasiva solemnidad de Vent, una pieza que nuevamente ataca con emotividad, a pesar de lo duro y crudo de su sonido, la banda equilibrando una estética lo fi, con una ejecución poética de primer nivel, como los medicamentos esos, saturados de publicidad que prometen cosas mágicas y que rellenan el espacio antes desaprovechado en la televisión nocturna.
Atmen Aus se sitúa al final, con sus cuerdas vibrantes que rugen y que envuelven a los escuchas, asfixiando cual boas sònicas implacables, un trabajo en verdad artesanal y destacable por parte de estos dos creadores sonoros de fuerza notable, un Swanson haciendo a un lado su magia digital a favor de algo más físico, y un Carter prendiéndole fuego a su sonido, a su instrumento y a su alma.
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