Female Trouble: Cuando La Fama Devora el Crimen
En 1972, cuando Pink Flamingos provoc贸 realmente que lo espectadores vomitaran en los cines, John Waters ya hab铆a captado una verdad que Am茅rica negaba: el crimen violento vende m谩s que el sexo, y la fama tiene poder redentor sobre cualquier horror, por repulsivo que sea. Dos a帽os despu茅s, con Female Trouble, no solo predijo nuestra fiebre de Netflix por asesinos seriales, sino que escribi贸 el manual de una sociedad que finge horrorizarse mientras devora ansiosa cada detalle macabro en los medios. Dos d茅cadas antes que Natural Born Killers, Waters destrip贸 c贸mo Estados Unidos convierte monstruos en mercanc铆a de consumo masivo. Y lo hizo con m谩s filo.
Dedicar la pel铆cula a Charles "Tex" Watson no fue un truco barato. Waters visitaba frecuentemente al miembro m谩s s谩dico de la Familia Manson en prisi贸n, no como curioso morboso, sino como antrop贸logo del mal americano. Mientras la contracultura hippie se desangraba en su propia candidez, 茅l registraba la mutaci贸n en vivo: Manson demostr贸 que pod铆as matar y conseguir portadas en Life Magazine, miles de cartas de fans y documentales premiados. Dawn Davenport, encarnada por la legendaria Divine con furia doble, como antihero铆na y como su propio abusador, es la hija bastarda de esa promesa torcida. No busca el sue帽o americano, lo despedaza en horario estelar. Piensa en Valerie Solanas, quien bale贸 a Andy Warhol en 1968 y luego inspir贸 cultos con su SCUM Manifesto: Waters teji贸 esos m谩rgenes radicales en su historia.
Female Trouble traza con precisi贸n quir煤rgica el arco de la psicopat铆a celebrada: una adolescente huye de casa porque no le regalan los zapatos de plataforma que pidi贸 en Navidad, se convierte en madre negligente cuya hija mata a su padre violador, y luego asesina a esa hija cuando abraza al Hare Krishna buscando redenci贸n. Cada crimen es un performance, cada atrocidad, un espect谩culo consumible. Waters levant贸 un espejo roto donde el asesinato de ocho enfermeras por Richard Speck en Chicago, 1966, se refleja junto a los talk shows matutinos. “El crimen es belleza” no era met谩fora: era profec铆a. Cada tiroteo masivo, cada manifiesto viral, cada asesino memificado, piensa en Aileen Wuornos, ejecutada en 2002 tras inspirar Monster, o los tiradores de Columbine cuyas numerosas notas en los medios desataron imitadores, confirma que Waters film贸 el futuro en 16mm con presupuesto de baratija.
La est茅tica artesanal de Waters, colores saturados hasta el asco, actuaciones exageradas de los Dreamlanders, dio a luz al punk antes de que tuviera nombre. Cuando los Ramones tocaron en CBGB en agosto de 1974, el mismo a帽o de Female Trouble, compart铆an un ADN id茅ntico: demoler lo establecido con herramientas baratas, escupir al buen gusto burgu茅s, coronar lo marginal como 煤nico refugio de la verdad. The Fugs, New York Dolls y The Stooges ya hab铆an sembrado la semilla, pero Waters la reg贸 con fluidos corporales y mal gusto deliberado. Sincroniza eso con el lanzamiento de los Sex Pistols de Malcolm McLaren en 1975 o las presentaciones crudas y salvajes de Iggy Pop: no fue casualidad, sino una fiebre cultural abri茅ndose paso a toda velocidad.
Su influencia visceral cal贸 directo en David Lynch y Pedro Almod贸var, quienes tomaron su obsesi贸n por lo grotesco y lo pulieron para festivales. Lynch lo domestic贸 en Eraserhead, su pesadilla surrealista e industrial, como un Pink Flamingos suavizado, Almod贸var transmut贸 la transgresi贸n queer de Waters en la movida madrile帽a con ¿Qu茅 he hecho yo para merecer esto?. Pero ambos limaron los bordes para hacerlos digeribles. Waters nunca cedi贸. Sigui贸 dedicando filmes a asesinos convictos, riendo mientras acad茅micos buscaban met谩foras en verdades brutales filmadas sin filtro. Esa corriente subterr谩nea resuena en cintas como Gummo de Harmony Korine o Happiness de Todd Solondz.
Female Trouble es m谩s que cine de culto: es el informe forense del momento en que Am茅rica dej贸 de distinguir fama de infamia, celebridad de notoriedad. La Familia Manson clausur贸 el Verano del Amor con sangre en Benedict Canyon, Waters escribi贸 el epitafio en Technicolor barato. Cuando Dawn muere en la silla el茅ctrica gritando que el crimen la hizo bella, no es s谩tira: es denuncia. Vestida de glamour basura, la cr铆tica pasa por diversi贸n, igual que el pa铆s que se帽ala. Recuerda a Ed Gein, cuyos cr铆menes en los 50 inspiraron Psicosis y La Masacre de Texas: Waters convirti贸 el terror real en arte pop.
Hoy, con el true crime dominando el streaming, asesinos con fandoms en TikTok y manifiestos de tiradores escolares viraliz谩ndose antes de que los cuerpos enfr铆en, Female Trouble no es transgresi贸n: es periodismo anticipado. Waters no invent贸 nada, tuvo el descaro de se帽alarlo hace medio siglo, mientras fingimos sorpresa. El punk acab贸 en museos, su cine sigue demasiado crudo para eso. Esa es su victoria.



Comments
Post a Comment