Omar Rodríguez López-Un Corazón De Nadie

Omar Rodríguez López se ha quedado instalado en el lapso electrónico que viven actualmente los Mars Volta y con este nuevo disco Un Corazón de Nadie, las oscuras y distorsionadas pulsaciones electrónicas vuelven a la carga, no es novedad que Omar ande en estos rollos, después de todo, desde los inicios de los Mars Volta y antes (con los De Facto), ya conocíamos sus inquietudes por las creaciones electrónicas de estudio, razón por la cual resulta por demás interesante adentrarnos en esta, su nueva creación.

El disco abre con Mono, con sus vocales en español, pulsaciones distorsionadas, percusión sintética, y tímidas guitarras embarradas en delay, nada nuevo para los seguidores de los Mars Volta, es más creo que a muchos de ellos hace mucho que dejó de importarles lo que ORL haga, ya que sus discos son desafiantemente personales, son experimentos en los que ORL se acerca a mundos inhóspitos dónde juega con sonidos y que después saca a la luz reconfigurados con los Mars Volta, nada que ver con el rock duro post moderno de los MV.

Ocho es robótico, con líneas de bajo acidas, con vocales que sólo engañan y parecieran no querer aparecer nunca en nuestra realidad, su avanzar es fragmentado y en momentos se disloca con ritmos más acelerados, aparecen ritmos electros nos golpea los sentidos despiadadamente y roban nuestra atención, repentinamente los sintetizadores se hinchan y saturan el espacio, trazos muy discretos de accesibilidad, muy al estilo de unos Soft Cell (si esos de Tainted Love) aparecen por aquí y por allá, tal vez será que a Omar les convendría juntarse con los Suicide y sacar un disco en este estilo?

Tiburón nos ataca con sendas ondas sonoras, bajos potentes que avanzan titánicamente y esas vocales que suenan a lamentos, los cuales nunca se materializan del todo, dándole al disco una estética críptica, disfrutable por su profundidad enigmática y de la cual muy probablemente solo ORL tenga la clave, aunque cabe mencionar que cada vez que escucha uno este disco va captando más y más detalles de lo que de inicio pareciera una impenetrable barrera de sonido.

Esperar incluye de manera prominente un ritmo que engancha, los sintetizadores parecieran hablarnos en distorsionados idiomas, y entonces surge el sonido de un enigmático piano, aparentemente extraviado entre este laberinto sónico, inmerso en un ritmo que va y viene, las vocales repetitivas, tratando de adentrarnos en un extraño trance electrónico, para después en Colmillo saltar a sonidos que parecieran ser extraídos de esos modernos juegos de video, una línea de bajo palpitante, unos sintetizadores y un ritmo que pareciera querer evocar el espíritu de los mismismos maestros de la electrónica, los alemanes de Kraftwerk, con ese amenazante y avasallador paso firme y continuo.

Querer podría ser fácilmente una pieza del Capitán Beefheart en otra dimensión, si este alguna vez se hubiera adentrado en la electrónica de recamara muy probablemente esta canción sería una pieza de su catálogo, con un piano parco que se pasea por aquí y por allá y que después nos lleva por un viaje pesadillesco a más no poder, en lo que pudiera ser el disco de electrónica que en realidad esperábamos por parte de David Lynch, para después dar paso a Tres, con su ritmo como de taladro un loop que se antoja eterno, que después nos trae unos teclados luminosos al más puro estilo del celebre Oneothrix Point Never.

Vencer es de entrada abstracta y minimalista, sin mucho que destacar, salvo decir que parece más una introducción a algo que una pieza en si misma, Hez arranca con un bestial gruñido, que se traduce en voces alteradas a las cuales se suma un consistente ritmo y nuevamente la aparición de una piano espectral, y después el cierre se presenta con Adiys, que más parece una versión techno noise del Baba O Riley de los The Who, es así como Omar cierra este capítulo más de sus continuos y bizarros experimentos, disfrutable de principio a fin, nada trascendental hemos de encontrar aquí, salvo un músico conocido, que se da oportunidad de soltarse un poco el cabello, aflojarse un poco el cabello dejar que fluya libremente algo de locura.


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