Corto y Mediano Plazo
Corto y Mediano Plazo
Por: Isaac Katz
Tomado de: El Economista
No apoyar ahora a las empresas y al empleo inhibirán la
recuperación.
La disrupción internacional de las cadenas productivas,
junto con el aislamiento de la población y su impacto sobre los niveles de
consumo de bienes y servicios, llevarán a la economía mundial a una recesión.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que durante este año el PIB
mundial decrecerá en 3 por ciento. La economía mexicana también resentirá el
doble golpe internacional más los propios choques internos similares tanto de
oferta como de demanda. El fondo estima que el PIB caerá en 6.6%, similar al
experimentado durante la crisis macroeconómica de 1985 y mayor a la reducción
durante la Gran Recesión del 2009.
Dado que la caída en el nivel de la actividad económica y
del empleo es un hecho, la política pública y la política económica deben
dirigirse a tratar de aminorar los daños y, simultáneamente, sentar las
condiciones para una recuperación más rápida y, con una visión de mayor plazo,
una más robusta y sostenida.
La respuesta del gobierno ha sido notoriamente tibia,
habiendo establecido diferentes apoyos (adelanto de algunas transferencias
corrientes y microcréditos) y que representarían aproximadamente 0.4% del
Producto Interno Bruto. Este monto es ridículo si se compara con los paquetes
de apoyo en otros países, como por ejemplo (% del PIB) Alemania: 32; Reino
Unido: 19; Estados Unidos: 13; Corea del Sur: 7, y Chile: 5.
Obviamente, para la magnitud del golpe, se requiere una
respuesta mucho mayor que disminuya la quiebra de empresas (sobre todo las
micro, pequeñas y medianas) y su impacto sobre el empleo. Las medidas de apoyo
incluyen una posposición durante un trimestre en el pago de Impuesto sobre la
Renta y de las cuotas patronales al IMSS y al Infonavit, apoyo fiscal al pago
de la nómina, un seguro transitorio de desempleo, transferencias directas al
ingreso personal, ampliación de las líneas de crédito apoyadas en la banca de
desarrollo, etcétera. Varias propuestas que incluyen en mayor o menor grado
este tipo de apoyos han sido hechas como son las de Pensando en México, las de
diversas cúpulas empresariales y la del subgobernador del Banco de México,
Gerardo Esquivel.
Solventar la crisis con el menor costo posible en pérdidas
tanto del capital invertido en las empresas como de empleos es indispensable
para tener una más rápida recuperación. En contra de la obsesión del presidente
López Obrador con una política fiscal austera y de no incurrir en ningún
endeudamiento público adicional, además de estar gastando recursos públicos
cada vez más escasos en obras sin sentido como la nueva refinería (cuando las
existentes operan a 30% de su capacidad), un aeropuerto y un trenecito, es
necesaria una política fiscal y crediticia expansiva. El propio presidente
tiene que percibir que de no apoyar a las empresas y al empleo en esta
situación emergente, la economía tardará más en recuperarse, además de que
hacia el futuro cercano la base tributaria sería todavía menor de lo que es en
la actualidad, que de por sí es relativamente pequeña.
Además, es indispensable pensar en un plazo mayor y esto
implica sentar las condiciones institucionales para incentivar la inversión
privada. No hay que olvidar que por erróneas decisiones tomadas a partir de
octubre del 2018 con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y seguida de la
captura de entes reguladores, apostar al petróleo, desincentivar la generación
de energía eléctrica a partir de fuentes renovables y más, la economía mexicana
ya estaba en una situación de estancamiento y a punto de entrar en una recesión
autoinflingida, con la inversión privada desplomada y el consumo privado
estancado.
No apoyar ahora a las empresas y al empleo y no generar
certeza jurídica, lo único que garantizan es un estancamiento en los siguientes
años.
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