Husker Du, Zen Arcade, 1984, Una Reseña




Husker Du, Zen Arcade, 1984, Una Reseña

Por: Erreh Svaia

CRANEOSCOPIO

1984 y los Husker Du, apenas iban por su tercer disco, hasta entonces lo único por lo que era reconocida la banda era por sus canciones a toda velocidad y un nombre poco común en la escena hardcore punk, plagada de nombres como Black Flag, Bad Brains, Minor Threat, Cro Mags o Agnostic Front, por lo que de entrada, el enigmático nombre ya era una importante señal de cualquier cosa fuera de lo común podría esperarse de éste trio de músicos de Minneapolis, que junto con sus camaradas de los Replacements y más tarde los Soul Asylum, pondrían en alto el nombre de la ciudad, como punto de origen para mucho del rock independiente de la siguiente década, con discípulos como los ya mencionados Soul Asylum, los Dinosaur Jr, Pixies y obviamente, Nirvana.  

Para ese año, a banda ya había anunciado que su siguiente grabación tendrían un gran impacto en la escena musical, la disquera SST había anunciado que el disco doble de los Husker Du, sería una joya de valor artístico similar al White Album de los Beatles, claro, desde un contexto punk (para muestra está el curioso tema Dreams Reoccurring), y a pesar de esto, cuando se editó el disco, la SST no se previno con suficiente discos, por lo que a pesar del fuerte impulso inicial, el disco, desafortunadamente desapareció de las vitrinas de forma rápida, tardándose en retomar la distribución, para el mundo del hardcore punk, un disco doble en 1984 sería algo inédito, aunque estaba claro que la banda seguía el mismo paso evolutivo “fast track” de sus influencias más notorias como los ingleses Wire o los Buzzcocks, convirtiendo a Zen Arcade en un disco conceptual al estilo del Pet Sounds de los Beach Boys o Quadrophenia de los Who.
   
Parte del motor creativo que permitiría la concepción de éste Zen Arcade sería la escalada de tensiones entre los dos compositores principales de la banda, el guitarrista Bob Mould y el baterista Grant Hart, quienes alternarían turnos en la voz y materializarían una furiosa pelea creativa por aportar los mejores temas posibles al catálogo de la banda, con Mould por un lado introduciendo elementos inusuales de melodía en el mundo del hardcore punk mediante su ejecución en la guitarra, así como una marcada introspección inyectada por las letras de Hart, con ambos elementos puesto de manifiesto en temas como Something I Learned Today, con las guitarras de Mould resultando en algo parecido a la versión abrasiva de los floridos arreglos de un Johnny Marr con los Smiths, seguida de inmediato por la letal velocidad de un tema como Broken Home, Broken Heart, cuyas letras sin duda crearían una asombrosa disonancia con respecto al estilo sonoro brutal de la banda.

Importante mencionar que cuando hablamos de introspección, respecto a Zen Arcade, no podemos engañarnos pensando que éste es un disco de pop comercial y accesible, y para cualquier desorientado, basta escuchar Indecision Time, un impresionante torbellino sonoro con las brutales guitarras punzo cortantes de Mould y un Hart ultra preciso detrás de su batería, en un ejercicio de poder que seguramente mataría de envidia a sus contemporáneos de la escena hardcore punk, y ni que decir de Hare Krsna, una curiosa composición en plan Bo Diddley por parte de Grant Hart, que nuevamente mostraría interesantes elementos de disrupción en el disco, y conectaría con la inquietud de algunos practicantes del hardcore punk que más adelante se interesarían por enseñanzas espirituales de oriente.

Entre la portada, inspirada en el impresionismo, brutales descargas de música en temas como Beyond the Threshold, Pride y la confesión desesperada de temas como Ill Never Forget You, llevada al borde de la catarsis por Mould, Zen Arcade adquiere un estatus monumental y legendario, como uno de los discos más innovadores de los 80s, dentro del círculo underground de la época que daría nacimiento a la mal llamada escena “alternativa” de los 90s, estableciendo las reglas para mucha de la música más popular a editarse en décadas posteriores por bandas como Nirvana, Pearl Jam o los Foo Fighters, quienes sin duda tomarían gran inspiración del estremecedor material concebido por los Husker Du, en medio de brutales catarsis personales y ensordecedoras composiciones, incluso llegando a niveles perturbadores e inconfesables como en la tremenda Pink Turns to Blue sobre el descenso de uno de los personajes en el mundo de la adicción a las drogas.

Zen Arcade se mantiene como uno de los documentos definitivos de una de mis épocas favoritas en el paisaje musical de los 80s, una joya poco conocida pero profundamente trascendental, a cargo de una banda con una actitud fuera de serie, en pleno estallido creativo, un disco legendario.

                                                    

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