Problemas Grandes, Líderes Pequeños
Problemas Grandes, Líderes Pequeños
Por: Moisés Naím
Tomado de: El País
Henry Kissinger piensa que el mundo no será igual después
del coronavirus. “Estamos viviendo un cambio de épocas”, dice el famoso
diplomático, para luego alertarnos de que “el reto histórico para los líderes
de hoy es gestionar la crisis al mismo tiempo que construyen el futuro. Su
fracaso en esta tarea puede incendiar el mundo”.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres,
ha dicho que la relación entre las grandes potencias nunca sido tan
disfuncional como ahora y añade que el coronavirus “está revelando
dramáticamente que o nos unimos y trabajamos juntos o seremos derrotados por la
pandemia”. Según Martin Wolf, el prestigioso columnista inglés: “Esta es la
mayor crisis que afronta el mundo desde la Segunda Guerra Mundial y es también
el desastre económico más grave desde la depresión de los años treinta. El
mundo ha llegado a este momento cuando hay enormes divisiones entre las grandes
potencias y cuando el nivel de incompetencia en los más altos niveles
gubernamentales es espantoso”.
Hay muchas cosas que no sabemos. ¿Cuándo tendremos una
vacuna? ¿Cuál será el impacto del virus en los países pobres donde el hacinamiento
es la norma y quedarse en casa sin trabajar es imposible? ¿Qué pasa si la
covid-19 va y viene en diferentes oleadas? Pero la duda más preocupante es si
quienes nos gobiernan darán la talla. Martin Wolf concluye: “No conocemos el
futuro. Pero sí sabemos cómo deberíamos tratar de moldearlo. ¿Lo lograremos?
Esa es la pregunta. Me da mucho miedo la respuesta”.
Hablar mal de los líderes políticos es normal. También lo es
criticar su gestión. Pero hay que tener cuidado con el desdén por los
Gobiernos. La contienda política hace que se exageren la ineptitud y la
corrupción de quienes nos gobiernan. Gobernar, reconozcámoslo, es difícil, y se
está haciendo cada vez más difícil. El poder se ha hecho más fácil de obtener,
pero también más difícil de usar y, por lo tanto, más fácil de perder. A veces
parece que no hay forma de que un líder salga bien parado después de haber
dirigido un país. En cambio, vemos con frecuencia a líderes honestos y bien
intencionados cuya reputación ha sido masacrada por sus críticos. Y, como
sabemos, en este siglo los ataques políticos se potencian con las redes
sociales, los bots, los trolls y demás yerbas cibernéticas. Es aconsejable ser
cautelosos y prudentes en la crítica a nuestros gobernantes.
Tengo todo esto muy presente mientras pienso en los líderes
que están hoy a cargo del mundo. A pesar de esta cautela, sin embargo, me es
inevitable concluir que, en efecto, la actual cohorte de líderes es, salvo
algunas excepciones, patética y preocupante.
Cuando en 2008 estalló la crisis financiera mundial, estaba
a cargo del G20 Gordon Brown, el entonces primer ministro británico. Este año
le toca el turno al rey de Arabia Saudí, quien por su avanzada edad y precaria
salud delega el rol en su hijo Mohammed Bin Salmán. Sí, ese. El que mandó
descuartizar a un periodista que lo criticaba. Este es el líder que debe
convocar, movilizar y coordinar a la comunidad internacional para enfrentar el
coronavirus y sus secuelas económicas.
En EE UU, el Consejo Nacional de Economía es la principal
fuente de ideas y políticas económicas del presidente. Desde su creación en
1993 ha sido liderado por algunos de los más prestigiosos economistas
estadounidenses. Donald Trump ha nombrado para dirigir este consejo a Lawrence
Kudlow, cuya más conocida credencial para el cargo es haber sido comentarista
de temas financieros en televisión. Este no es un caso aislado. El Gobierno de
Trump no destaca por la capacidad y experiencia de sus altos funcionarios.
En Europa el panorama en cuanto a la confianza que suscitan
quienes hoy tienen el poder tampoco es muy inspirador. Una de las cosas que
necesitamos de los gobernantes en estos tiempos es que tengan buen juicio.
¿Cuánta seguridad sobre el futuro le dan a usted las actuaciones y el juicio
que hasta ahora han exhibido Boris Johnson, Viktor Orbán, Pedro Sánchez, Pablo
Iglesias y Luigi Di Maio? En el mundo en desarrollo, Jair Bolsonaro, Andrés
Manuel López Obrador y Daniel Ortega están en las noticias por haber negado la
pandemia; el presidente filipino, Rodrigo Duterte, por haber amenazado con
matar a quienes no respeten la cuarentena, y Narendra Modi, por utilizar la
excusa del virus para profundizar la discriminación contra los musulmanes en la
India.
No quiero idealizar el pasado, ni sugerir que los líderes de
antes siempre fueron mejores. Ha habido de todo. Hemos tenido a Hitler y a
Churchill, a Mao y Mandela. Pero es indudable que esta pandemia ha sorprendido
al mundo en momentos de gran debilidad institucional. Las crisis cierran muchas
puertas, pero también abren otras. Esta crisis tendrá muchas consecuencias
inesperadas. Quizás una de ellas sea una fuerte reacción contra los gobernantes
pequeños y la llegada de líderes que estén a la altura de los grandes problemas
que tenemos.
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