Dos Veces, Karl


Dos Veces, Karl

Por: Erreh Svaia

Dispersión Caprina

Pareciera que nos aferrásemos a nuestras similitudes históricas  con el hermano pueblo de Rusia, dos revoluciones sociales (secuestradas, por cierto) nacidas tras décadas de dictadura opresiva (Zarista en Rusia, Porfirista en México), para terminar con una élite en el poder de un partido hegemónico de características corporativas y autoritarias (el PCUS en la extinta URSS, el PRI en México), una nueva dictadura “de partido” que dominaría por las próximas 7 décadas, y que después se vendría abajo en la entonces URSS en 1990, y en México con la división del PRI y su “corriente democrática” en 1988, en 1999 llegaría la “esperanza” al pueblo ruso con el surgimiento de Vladimir Putin como presidente del país, ya superada la decadencia oligárquica de Boris Yeltsin (muy distante de sus gloriosos inicios como presidente ruso), mientras en México, en el 2000 triunfaba Vicente Fox al frente del Partido Acción Nacional, poniendo fin al reinado hegemónico del PRI (Como medida de control, el PRI limitó el poder a la anterior “presidencia imperial”, y la trasladó a los gobernadores, comenzando de ésta forma un período de inestabilidad en el país, lo que parecería tener como fin, el regreso al poder).

Las similitudes no parecen terminar ahí para ambos atribulados pueblos, en 1989 vimos finalmente la caída y desintegración de la URSS, tras un fallido golpe de estado perpetrado por la línea dura del Partido Comunista y miembros de la KGB, se dice que cuentas bancarias secretas fueron protegidas y enviadas a otros países con el fin de financiar más adelante un posible retorno del poder de la cúpula comunista, en 1988 en México, vimos la fragmentación interna del PRI, se separaba de ellos la llamada “corriente democrática”, el “viejo PRI”, el PRI que esperaba la continuación de la dinastía Cárdenas en el poder, la culminación del ciclo iniciado por Lázaro Cárdenas  y cuyo fin se preveía con la llegada de su hijo, Cuauhtémoc Cárdenas, de ahí en adelante, desplazados por una nueva ola de “tecnócratas”, termino mal empleado, aplicado a profesionales de la economía, muchos de ellos educados en los EEUU (a diferencia de un verdadero tecnócrata, que era en su mayoría los ingenieros que formaban parte de las altas esferas del Partido Comunista), el “viejo PRI Cardenista” parecería haber ideado una suerte de plan para retomar el poder algún día.

En 1999, Vladimir Putin, un ex agente de la KGB se hacía del poder en Rusia impulsado por una  nueva oligarquía, irónico giro, democráticamente electo aparentemente, llevaba al pueblo ruso de regreso a las oscuras épocas autoritarias de la URSS (sin la carga ideológica, claro), Rusia que había rechazado al Partido Comunista y a la KGB, ahora abrazaba con desesperación (o muy corta memoria) a un ex agente de la KGB como su nuevo líder, las reformas democráticas que habían surgido luego de la desintegración de la URSS, se venían abajo, las libertades civiles cedían ante la promesa de un mejor futuro, y ponían todo el poder absoluto en bandeja de plata, directamente en manos de Putin.

México, 2018, un ex miembro del PRI (y de un partido ahora de transición entre el PRI y Morena, el PRD), Andrés López (impulsado por una nueva oligarquía), se alza con el poder, irónico giro, democráticamente electo (no así en su partido, casi propiedad personal), pudiera llevar al país de regreso a esas épocas oscuras del “viejo PRI” autoritario y corporativista (que igual integraba políticos, sindicatos charros y empresarios oportunistas), Morena, un partido superficialmente de “izquierda” (sin la carga ideológica, claro, aunque heredero del nacionalismo revolucionario, del PRI, del Cardenismo, y del PRD), con más afinidad hacia la ala conservadora política, se convierte en el nuevo depósito de la confianza de la gran mayoría de los mexicanos, que con más desesperación (y memoria corta) abraza a un ex PRIísta como su nuevo líder, poniendo en la mira reformas que por años el mismo PRI trató de evitar a toda costa y a las que finalmente cedió a destiempo y sin la suficiente contundencia, una promesa de un mejor futuro que pudiese costar parte de esos avances democráticos y económicos.

Al final, pareciera que se cumple ese viejo dicho de Karl Marx, mejor filósofo que economista, que señalaba que: “La historia ocurre dos veces, la primera vez como una gran tragedia, y la segunda como una miserable farsa”, para Rusia, con el regreso del autoritarismo soviético, ya sin su carga ideológica, y para México, con el regreso del “viejo PRI”, en la forma de Morena, ya sin la carga ideológica de la izquierda (y con ciertos guiños, por cierto, hacia la ultraderecha), que el PRD alguna vez logró sumando a los viejos partidos socialistas y comunistas en México, al final, ambos países parecieran haber regresado al viejo yugo, por desesperación, o ignorancia), sacrificando parte de sus avances por un aparente halo de seguridad, y poniendo todo el poder en una figura casi mesiánica, dura apuesta, arrastrados por una ola mundial de enojo.
             

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