Una Carta de Amor a la Derecha (O de Despedida) /La “Cuarta Transformación”


Una Carta de Amor a la Derecha (O de Despedida) /La “Cuarta Transformación”

Por: Erreh Svaia

Dispersión Caprina

Anteriormente señalé que la designación de José Antonio Meade como candidato a la presidencia de la republica por el PRI, se convertía en la más clara “carta de amor” del alguna vez hegemónico partido hacia el PAN o hacia el centro derecha, luego de las transformaciones profundas que sufriera el partido en 1982, en que se dejó al país en quiebra, luego de dos sexenios conocidos como la “docena trágica”, con dos populistas pseudo izquierdistas, Luis Echeverría y José López Portillo, el descarrilamiento del llamado “nacionalismo revolucionario” y el viraje del partido, definitivo en 1988, que crearía una ruptura dentro del partido, con la posterior creación del PRD, llevando esa vieja corriente desplazada del PRI, sumada a partidos socialistas y comunistas menores, la candidatura y posterior triunfo del candidato Carlos Salinas de Gortari implicaría una fuerte ruptura dentro del partido, una reorientación hacia el llamado “liberalismo social” en el cual el desmantelamiento del obsesivo aparato estatal, además de la orientación al libre mercado, coronado con el inicio del Tratado de Libre Comercio, arrancaría un viaje del PRI hacia la derecha, una visión política y económica que buscó de alguna manera integrarse a la dinámica del PAN, que ya parecía empezar a ejercer una fuerte influencia como oposición, que se coronaría con el triunfo de este partido en las presidenciales del año 2000, dos administraciones del PAN, y una de regreso del PRI, más hacia el centro derecha que nunca, a cargo de Enrique Peña Nieto, opacado por temas de corrupción y por la continuación de la violencia que apareció de forma brutal en el sexenio anterior, que culminaría con la decisión complicada de Peña Nieto de designar a Meade como el candidato del partido, un candidato que no pertenecía al PRI y que había formado parte de anteriores administradores del PAN, es comprensible que ante éste “nuevo viraje” y prácticamente “declaración de amor” de una parte del PRI hacia el PAN, traería como consecuencia una nueva ruptura dentro del PRI.

Andrés López, actual presidente electo del país, señalaría en varios momentos durante sus casi tres sexenios de campaña la necesidad de una “cuarta transformación” dentro del país, López, un ex miembro del PRI y del PRD, rompería con el primero durante la división de 1988, y posteriormente dejaría el PRD ante la imposibilidad de imponer su visión a la de las “corrientes” existentes dentro de éste, formaría su partido llamado Morena, llevándose gran parte de los militantes del PRD afines al centro, dejando en una precaria situación a ese partido que buscaba “re orientar” al PRI, regresar hacia la “izquierda” y transformarse en un partido moderno más orientado hacia la socialdemocracia, con intensas batallas a su interior que harían compleja dicha transformación entre el viejo caudillismo heredado del PRI, y algunos ideólogos iconoclastas como Agustín Basave que ya buscaba una alianza amplia entre izquierdas y derechas al estilo de las existentes en países como Chile o Alemania.

Vimos a un PRI desbaratarse durante las elecciones del pasado mes de Julio, un PRI dividido nuevamente y con unos de sus peores resultados en la historia, un gran número de desertores de peste partido que al parecer buscaron un regreso al pasado idílico del partido, en el que el presidente se convertía en el líder todopoderoso del aparato político, la alguna vez llamada “presidencia imperial”, la sumisión y obediencia total ante el mando supremo del partido (el presidente), a cambio de la posibilidad de subir en el escalafón de puestos, pareciera pues que el “viejo PRI”, ese que rompió con el partido en el 88 y que migró al PRD, realizó una nueva transformación hacia Morena en una suerte de “Make PRI Great Again”, o “Hacer al Viejo PRI Grande otra Vez”, ese mando casi imperial, ese partido que integra todas las corrientes al más puro estilo corporativista y que en realidad sólo ha usado a la “izquierda” como una máscara de cierto atractivo social, difícil hablar de Morena como un partido progresista o de vanguardias de izquierda cuando la principal premisa es al austeridad a raja tabla como se estila en países como Alemania, imposible hablar de un gobierno progresista cuando la principal estrategia develada ha sido bajar los gastos de gobierno y el no crear una nueva lógica de impuestos, en lo que pareciera un claro guiño a la derecha más conservadora, que explica el atractivo ejercido hacia algunos de los miembros más conservadores del PAN, que dejaron su partido para integrarse a la plataforma de López, el nuevo PRI pareciera quedar hecho pedazos y con difíciles opciones para reinventarse, mientras tanto, el viejo PRI parece haberse regenerado finalmente, aquella disidencia separada del partido en 1988 y heredera del PRI caudillista generado por Lázaro Cárdenas, parece haber retomado su curso y vuelto a la vida en Morena y en López, el espejismo de la izquierda, como siempre ha sucedido con el PRI, resulta nuevamente un anzuelo social, una artimaña electoral, después de todo, después del llamado “nacionalismo revolucionario” del PNR, posteriormente PRM y designado por Cárdenas como el PRI, parece entrar en su llamada “cuarta transformación” como Morena, resulta un giro casi irónico que gran parte de la sociedad mexicana haya decidido regresar a su “jaula de la melancolía”, a un pasado idílico que en realidad nunca existió, a una supuesta seguridad y certidumbre a cambio de sus libertades, como dijo Marx “La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa”, y parece que no aprendemos y nuestra corta memoria sigue saboteándonos.    

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