“¡Queremos el Mundo y lo Queremos Ahora!”
“¡Queremos el Mundo y lo Queremos Ahora!”
Por: Erreh Svaia
Full Metal Lifehacker
En su célebre canción “When the Music It´s Over”, el legendario
cantante y letrista Jim Morrison, de The Doors, solía exclamar: “¡Queremos el
mundo y lo queremos ya!”, considero que a lo que realmente se refería Morrison,
era a algo muy distinto: “¡Queremos todas las drogas y las queremos ya!”,
Sabemos cual fue su triste desenlace por ese intempestivo deseo de tener las
cosas de inmediato, de no poder esperar por ellas, muerto a los 27 años, un
cuerpo desgastado, mucho más allá de su edad, un corazón agotado con apenas
tres décadas, en verdad “¿Queremos todo y lo queremos ya?” ¿Estamos aún
obsesionados con el vivir rápido y “All At Once?”
Pareciera que las niñas y los niños, por ejemplo, quisieran
brincarse su infancia y entrar rápidamente a su adultez, algunas veces, muy de
prisa, tanto que una parte importante del desarrollo emocional pareciera
estarse quedando a un lado, no es sorpresa que la tasa de embarazos
adolescentes vaya en acelerado incremento, o que la paternidad no reconocida
crezca, o peor aún, que los matrimonios jóvenes prefieran hoy en día tener un
par de perros a tener un hijo, “Queremos el reino de los cielos, pero no
queremos a Dios en él”, diría Johnny Cash en la canción The Wanderer, una de
mis favoritas.
Una nueva generación que venera la “selfie”, esa fotografía de uno mismo, tomada por uno mismo, y que es causa inmediata de satisfacción, o de insatisfacción ¿Qué pasaría si le dijéramos a las nuevas juventudes que tienen que llevar su rollo fotográfico a un centro de revelado y esperar un par de días para poder ver esas imágenes de ellos mismos? ¿Podrían esperar?, ciertamente lo dudo, llama poderosamente mi atención los fuertes reclamos a mi persona cuando no contesto mi teléfono móvil, hacen que me pregunte “¿Y antes de que existieran los teléfonos móviles, que hacías con esa desesperación y ansiedad?” “Espera a que llegue a mi casa y te marco de mi teléfono fijo” ¿Podrían esperar sin arrancarse la piel?
Una nueva generación que venera la “selfie”, esa fotografía de uno mismo, tomada por uno mismo, y que es causa inmediata de satisfacción, o de insatisfacción ¿Qué pasaría si le dijéramos a las nuevas juventudes que tienen que llevar su rollo fotográfico a un centro de revelado y esperar un par de días para poder ver esas imágenes de ellos mismos? ¿Podrían esperar?, ciertamente lo dudo, llama poderosamente mi atención los fuertes reclamos a mi persona cuando no contesto mi teléfono móvil, hacen que me pregunte “¿Y antes de que existieran los teléfonos móviles, que hacías con esa desesperación y ansiedad?” “Espera a que llegue a mi casa y te marco de mi teléfono fijo” ¿Podrían esperar sin arrancarse la piel?
Fui amante total de
las enciclopedias en mi niñez, pasaba horas leyéndolas desde la “A” hasta la “Z”,
fue una hermosa experiencia que desafortunadamente las nuevas generaciones no
tendrán, para ellos está el internet, la Wikipedia, todo el conocimiento del
mundo al alcance de sus dedos y de sus ojos de forma inmediata, cuando quise
averiguar sobre mi grupo favorito de la adolescencia, los Velvet Underground,
tuve que conseguir información en viejas enciclopedias de música hechas en los
EEUU, era un gusto y un privilegio, era como encontrar un tesoro, hoy en día, cualquiera
puede tener ésta información en segundos, aún y que no hables inglés, la proximidad
e inmediatez de la información, hace el conocimiento menos reconfortante, le
resta cierto valor, lamentablemente, peor aún, el inmenso flujo de información,
sin un sentido crítico se convierte en una combinación peligrosa.
La llamada Fast Food o comida rápida, “Quiero mi comida antes de 30 minutos o la
quiero gratis”, “Ah, y la quiero en la puerta de mi casa”, pudiera ser que
nosotros mismos, en el deseo de tener nuestra comida entregada rápidamente pudiéramos
estar dictándole a las grandes transnacionales que queremos esas harinas
altamente procesadas de sólo agregue agua, esas carnes desarrolladas velozmente
con hormonas, esos vegetales congelados siempre disponibles, nosotros mismos
dictamos la efectividad del veneno que ingerimos “¡Queremos todas las calorías,
y las queremos ahora!”, también queremos esos músculos instantáneos ¡Para que
trabajarlos por años, cuando con hormona del crecimiento, insulina y
testosterona grado veterinario las puedo obtener en semanas, también de esa
manera podemos acelerar tumores, leucemia y daños al hígado “!Queremos el cáncer
y lo queremos ahora!” Las chicas quieren cuerpos de modelos, las dietas se
vuelven menos nutritivas que las de los etíopes en los 80s, la grasa ya no
desaparece por su consumo mediante el ejercicio y la dieta correcta, sino
mediante el empleo de bisturí y mangueras para aspirarla, ¿No es suficiente? Rellenemos
el pecho y los glúteos con silicón y convirtámoslas en muñecas Barbie vivientes
“¡Queremos la voluptuosidad y la queremos ahora!”
Aún adolescente, llamaba por teléfono a mi novia, tenía que
pasar por su madre, quien siempre contestaba el teléfono “Señora, buenas tardes
¿Me podría comunicar con su hija?”, no era la cosa más agradable del mundo,
pero aprendías una que otra cosa sobre respeto y trato cordial, vaya cosa
complicada de aprender hoy en día, los adolescentes se mandan Whatsapps, y
exigen darse cuenta si fueron vistos o no (y después inventan cosas para ver
los mensajes sin que la otra persona sepa que los vieron), los únicos que no
vemos esos mensajes instantáneos somos los padres, ¿Podrán las nuevas generaciones
esperar al siguiente día para conocer el desenlace de su serie favorita? Imposible
en la generación Netflix “¡Queremos conocer toda la trama y la queremos conocer
ya!”, Extraño esos viejos comics que compraba en lúgubres revisterías en el
centro de la ciudad, cada viernes tomaba el camión para buscar el próximo
número, después de esperar toda la semana me resultaba glorioso encontrar ahí
el recién salido ejemplar.
Algunos recordaremos ese experimento realizado con algunos
niños, en los cuales se les pone enfrente dos galletas, sin mayores distracciones
y se les indica esperar 10 minutos para poder tomar la primera galleta, de
hacerlo, otros 10 para tomar la segunda, los resultados arrojaron que la gran
mayoría no podía esperar y tomaba las dos galletas casi de inmediato, la
recompensa instantánea, pero la verdadera preocupación de ese experimento,
aparentemente gracioso, es que dando seguimiento a la vida de esos niños, ya de
adultos, mostraba que aquellos que no pudieron esperar eran los más propensos a
participar en actos delictivos o a caer en adicciones, lo cual también podría
de alguna manera explicar el ingenuo interés actual de los millenials en el “socialismo”
o en lo que ellos creen es el socialismo, tener todos los beneficios posibles a
la brevedad, el “tener” antes de el “ser” y el “hacer”, la incongruencia mayor
de las nuevas generaciones.
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