Jodis- Black Curtain (2012)

Jodis- Black Curtain (2012)

Años siguiendo la carrera del buen James Plotkin, desde los OLD, hasta muchos de sus subsecuentes proyectos, ya sea al frente, como colaborador o como productor, siempre sorprendiendo e innovando, en Jodis, Plotkin da muestra de porque es un extraordinario guitarrista, si les quedaran más dudas, basta que le den una vuelta a esos viejos discos de los OLD, una de mis viejas bandas favorita, en Jodis, Plotkin libera sus arácnidas líneas de guitarra para cubrir el espacio, para adueñarse del vació, con una ejecución oscura, ceremonial, pero también, lenta, mortiferamente venenosa y repulsiva.

Riff tras riff manifiesta un ancestral dolor, Jodis es como una misa muy, muy oscura en la cual, en el ojo del huracán encontramos al ex Isis Aaron Turner, quien se presta como instrumento para que un sin fin de almas, espíritus, fantasmas y demonios se apoderen de su cuerpo y usen su voz para manifestarse, si alguien cree que hay semejanza entre el trabajo de Plotkin, o del gran Tim Wyskida en la batería, con su época en Khanate, sabemos que salvo los lentos tiempos, poco hay en común entre ambas bandas, en primer lugar la impresionante espiritualidad de trabajo de Turner, en segundo, el intenso trabajo de guitarras de Plotkin, y por otro lado el florido trabajo de Wyskida, quien, con la ausencia de bajista, encuentra espacio suficiente para dar rienda suelta a su imaginación y alternar sus altos ornamentos con sus bajos profundos y destructivos.

Ecos ceremoniales de la guitarra de Plotkin rasgan la oscura atmósfera en Broken Ground, primera pieza de este Black Curtain, Plotkin canaliza la energía a través de sus dedos, enrarece el aire y lo llena de malicia pura, crea una red densa, en cuyo centro Turner se encarga de ejecutar sus vocales, inmensamente resonantes, una suerte de espiritual litúrgica que Turner consigue conjurar a la perfección, lo repito, esto es una misa negra de primer nivel, en la cual Wyskida se encarga de aportar el inmenso temblor sonoro de su batería de lento y titánico avance.

Silent Temple por momentos nos recordará el minimalismo de aquellas épocas en que los Earth de Dylan Carlson sostenían sus aquelarres rodeados de intensa electricidad, ese opresivo sonido que sacudía el alma y horrorizaba, fue captado y es constituido aquí por Plotkin y Wyskida, quienes se avocan a crear espacios, huecos y pasajes para que Turner inyecte su veneno local, esas vocales que suenan tan enormes como el tiempo mismo, Red Bough denota una mayor complejidad melódica, Plotkin se atreve a salir más del estado abstracto y ayuda a la manifestación de un sonido mas proponente, Turner se apega a su papel de fantasma de voces eternas, mientras que Wyskida ancla perfectamente el sonido en una pieza que rápidamente avanza con un sonido más firme y robusto, enmarcando el momento más emotivo del disco.

Plotkin repite la cercanía con el trabajo de Carlson, aunque aquí lo aplica de una manera más terrenal, menos cósmica, Plotkin se preocupa por el hoy y el ahora, ha su manera crea una melodía que se antoja compacta y dispersa y sobre la cual Turner esboza sus vocales envueltas en un halo eterno y majestuoso, Awful Feast de inicio se antoja impenetrable, de no ser por las voces de Turner que poco a poco va conquistando espacio e iluminando el oscuro sonido, mientras que Wyskida permanece mucho tiempo de esta pieza en el fondo, apenas acariciando sus instrumentos y proporcionando un muy sutil acompañamiento, mientras que Turner consigue crear un impresionante y alucinante coro de voces propias repitiéndose de manera interminable.

Black Curtain termina con una atroz muestra de poder, Wyskida y Plotkin cierran el círculo con guitarras y baterías colosales, con un Plotkin como depredador principal en esta telaraña de sonidos eléctricos y con un Wyskida descomunal en su sonido y furia aplicada a sus tambores.

Black Curtain es un disco que requiere atención al detalle y que no fluye de manera fácil, Plotkin consigue aportar densidad y grosor a pesar de la escasa instrumentación, Wyskida añade el despiadado músculo de manera paciente, cuando se requiere, mientras Turner hace lo suyo con la voz y manejando efectos y aplicándolos para conseguir tan expansivo y oscuro sonido.

Jodis posee un sonido inmenso, que busca desesperadamente la eternidad, la voz de Turner se alarga, se expande, huye de nosotros para mantenerse con vida, así mismo, la incursión de la guitarra de Plotkin, siniestra, oscura y arácnida, deja residuos por doquier, resuene, vibra como en un sueño, al tiempo que el bajo y la batería hacen que retiemble la tierra, sin necesidad de que ruja ningún cañón sonoramente.


Comments

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