Richard Youngs- Rurtain (2012)

Richard Youngs- Rurtain (2012)

Bueno parece que no habrá nuevo disco este año de Robert Wyatt, la única persona que considero puede sacudir un poco más las cosas en el mundo de la música de vanguardia, aunque definitivamente, ya el uno, dos que nos han recetado Scott Walker y X TG, cualquier otra cosa que llegue ya no nos sorprenderá tanto (aún y que tuvimos un INCREIBLE disco de los Swans a mediados de año), y aunque Wyatt no parece que asomará la cara en estos últimos días, podemos estar tranquilos ya que tuvimos como 3 o 4 discos de Richard Youngs en este año, lo cual no significa que una cosa sustituya a la otra o que Youngs sea un premio de consolación, pero resulta confortante saber que Youngs, quien sigue una escuela similar, aunque llevada a lo extremo, en lo experimental a Wyatt, sea una presencia constante en discos editados y en este, su humilde blog.

Muchos de ustedes no estarán familiarizados con Youngs, y no resultaría extraño, ya que Youngs es una presencia en su mayoría “underground” en el reino hundido, prolífico como pocos, siempre innovador y experimentador osado, capaz de manejarse de manera simultanea en los mundos del pop, de la electrónica, del noise, del folk y lo altamente conceptual, ya sea armado con sintetizadores, con una guitarra en plan minimalista, o simplemente con su voz y sus inquietudes electrónicas.

Para Rurtain, disco bastante extraño Youngs regresa con sus controversiales experimentos y conceptos bastante abstractos, que en esta ocasión significan un tema (Rurtain) en dos versiones (Shonny Don y Keyomarno) para esta ocasión, siendo apoyado por el percusionista Eli Kezler, así como tres re mezclas del mismo a cargo de otros participantes del underground como lo son Astral Social Club, John Clyde Evans y el Oneothrix Point Never de Daniel Lopatin.

En el primer tema Rurtain (Shonny Don) opera en un modo vocal, ese que en lo particular me recuerda tanto a Robert Wyatt (si Wyatt se fuera a un modo experimental extremo), sonando como un lamento en medio del sin fin de sonidos percutivos a cargo de Kezler, quien consigue crear ritmos increíbles multi partes y poli rítmicos, re definiendo lo que muchos podrían considerar como ritmo y que Young aprovecha a la perfección para arroparse en ellos.

Rurtain (Keyomarno) se encarga de hacer ceder las percusiones ante el incesante y cortante teclado de Youngs, quien de esta manera introduce en el juego un mayor uso de melodía, aunque una bastante extraña e indescifrable, mostrando vocalmente una calidad fantasmal que seguramente sería la envida e inspiración de Thom Yorke, transformándose en algo bastante etéreo, con una bizarra espiritualidad manifiesta a través del teclado.

La mezcla a cargo de Astral Social Club se va por la ruta expansiva de sonido, la cual es llevada al extremo de la resonancia mediante la mezcla, que deja en un segundo plano bastante lejano a las percusiones, el tema adquiere una atmósfera colorida y caleidoscópica en su controlado caos, que prácticamente desaparece la parte vocal de Youngs, por otro lado Evans permite a las vocales de Youngs ser escuchadas, aunque introduce la voz en un mundo de ensueño con percusiones alusivas a relojes y suspensiones de tiempo.

Lopatin es quien proporciona la mezcla más particular, y posiblemente la más compleja, introduciendo una multitud de texturas y sonidos, resonantes guitarras que alcanzan un virtuoso sonido y estremecedoras percusiones, más cercanas a brutales golpes, Radiohead? Si, supongo que han robado muchas ideas de Youngs y estas serán igualmente robadas y “usadas” más adelante, notoria mezcla a cargo del buen Lopatin, quien por momentos nos sacude con golpes de sonido, toda una experiencia sonora.

Un extraño disco a cargo del prolífico y arriesgado Youngs, quien consigue salir avante de un nuevo experimento, demostrando que la inquietud, sumada a su talento resultan en una combinación ganadora.


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