Iggy Pop, Free, 2019
Iggy Pop, Free, 2019
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
La evolución de la carrera musical de Iggy Pop sin duda nos
ha otorgado algunos giros inesperados en las últimas décadas, el retorno a su
carrera musical de la mano de David Bowie en una brutal etapa experimental
lanzada desde la ciudad de Berlín en los 70s, con discos que lo volverían todo
un icono, como The Idiot y Lust for Life, sus discos oscuros de inicio de los
80s, como el entrañable New Values, y el extraño Soldier, su etapa de “madurez”
musical en el arranque de los 90s, con discos como el Instict, el Brick By
Brick y el clásico American Caesar, que cimentaban firmemente su estatus como
uno de los grandes pilares de la música moderna, ni que decir de su “renacimiento”
como figura de vanguardia con la reactivación de su legendaria banda The
Stooges, para mí, la más grande banda de rock n roll de la historia, que nunca
pudo grabar ese gran disco de regreso, después una curiosa desviación, no
sorpresiva, pero si inesperada, hacia la “chanson” francesa, en dos difíciles discos
titulados Preliminaires y Aprés, que parecían en algún momento señalar el ocaso
de la carrera de Pop, pero no, Pop no podía despedirse de nosotros así, y si Lou
Reed, David Bowie y Scott Walker habían podido, ¿Por qué el no? así que junto a
los Queens of the Stone Age, se metió al estudio y nos regaló el Post Por
Depression, un disco de rock duro, que puso al día a su carrera, aunque no me
resultó del todo satisfactorio, tal vez para Pop tampoco, y posiblemente esa
sea la razón tras de un nuevo giro, que me recuerda bastante su anterior
incursión en terrenos similares allá por 1999, con el enigmático Avenue B.
Free se titula el disco más reciente de Iggy Pop, y no se
parece en nada a lo que ha hecho en años recientes, lo cual, hasta cierto punto
es bueno, ya que como su título lo indica, la libertad de ataduras del pasado,
parece ser un punto importante para Pop, quien en free se embarca en un curioso
viaje musical que dejará un tanto desconcertados a los fans de sus trabajos más
salvajes, acostumbrados a ver a Pop, como el “abuelo del punk”, pues bien, aquí
éste abuelo, pareciera abrazar con singular pasión el jazz, el shoegaze, el “spoken
word” y el uso extensivo de sintetizadores en un disco que se muestra propositivo
hasta cierto punto, no exactamente innovador, pero si sorprendente, con un Pop casi
compartiendo el protagonismo del disco con el trompetista de jazz Leron Thomas,
que para muchos podría recordar esas colaboraciones de Lou Reed con el enorme
Don Cherry, aunque sin acercarse al oscuro disco clásico The Bells, dónde Reed
y Cherry compartieron créditos y nos brindaron una lección monumental de música
de vanguardia, aquí, desafortunadamente, para ser un disco de Iggy Pop, Pop
suena bastante ausente, con el tema que da nombre al disco, creado como mero
vehículo para el trabajo de Thomas y de la guitarrista experimental, Noveller,
mientras Pop se limita a esbozar solamente unas cuantas palabras, tal vez Loves
Missing se salva un poco gracias a su poderoso ritmo batiente, y una sólida
ejecución por parte de Pop, nada espectacular, pero prueba de que Pop aún puede
hacer algo interesante si se lo propone, pero por otro lado, sigue Sonali que continúa
mostrando a Pop en forma, aunque lamentablemente puesto junto a un olvidable
arreglo de baterías sintéticas a toda velocidad y producción que suena casi
obsoleta, recordándonos principalmente a los 80s.
James Bond es el principal sencillo del disco, es un tema
con arreglos minimalistas, permite el lucimiento de Pop, aunque de una manera
muy limitada, teniendo suerte ésta vez, por lo menos, de arreglos acordes y
congruentes, que muestran a Pop, aún como una figura con cierto carisma, pero incapaz
ya de crear grandes explosiones musicales, contenido hasta cierto punto, desesperado
por una cierta estabilidad en su oferta musical, y con un Thomas por primera
vez, sirviendo como un apoyo a Pop, más que como un adversario que busca
relegarlo, como en Dirty Sanchez, que pareciera ser completamente el otro lado
de la moneda, a pesar de que Pop consigue redimirse casi a la mitad del tema,
sin llegar a mucho, desafortunadamente, incapaz de llegar a esa solidez, que
curiosamente parecería ser el motivo inicial, pero a medida que avanza el disco,
se va diluyendo esa premisa, así, Free termina convirtiéndose en algo que NO
parece un disco de Iggy Pop, en algo amorfo y sin una clara definición, si, Pop
buscó ser “libre” en éste disco, pero para algunas personas la libertad puede
ser algo incontrolable, incluso hasta peligroso, y aquí, la “libertad” se le
sale de control a Pop, y en ciertos puntos, termina convirtiéndose en algo que
incluso termina arrollándolo, dejando en claro que Pop sigue siendo el peor
peligro para el mismo Pop en ocasiones, lo mejor de Free, es que deja muy claro que Pop, a pesar de su estado de salud, no permitirá que éste sea su último disco, así que sin duda, el siguiente será el bueno, y tal vez, ahora si, el último.
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