Michael Schenker Fest, Revelation, 2019
Michael Schenker Fest, Revelation, 2019
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
Un disco nuevo del guitarrista alemán Michael Schenker, por
lo menos es garantía de una cosa, rock duro, intenso, y un espectáculo de
guitarras, ahora bien, Revelation no es cualquier disco, empezando por la alucinante
portada con un MS a punto de ser crucificado en una replica gigante de su
guitarra, ya desde ahí, los excesos propios del rock más arrebatado se hacen
presentes, para Revelation, la banda de MS, adopta el título de Michael
Schenker Fest, haciendo alusión al cúmulo de vocalistas que Schenker ha decidido
lo acompañen en ésta aventura musical, que parece una suerte de auto homenaje
de alguna forma, así se dan cita monstruos como Robin McAuley, Graham Bonnet y
Gary Barden, todos ellos alguna vez parte de las agrupaciones anteriores de
MSG, además de Doogie White, vocalista de Rainbow y de la banda de Yngwie
Malmsteen.
El disco inicia de forma cuasi épica con Rock Steady que
presenta a los cuatro vocalistas al frente, en un tema que podría ser un cliché
del heavy metal, pero que gracias a la audacia de su personal, se convierte en
una joya digna de cantarse a todo pulmón, los riffs de guitarra de Schenker sin
duda consiguen hacer del tema algo de una solidez magnifica y al llegar al solo
de guitarra sabemos que Schenker puede hacer de algo muy común, algo
inesperadamente inusual, y justo así sucede con éste tema que raya en la auto
indulgencia de una manera incluso grotesca, pero salvado por el excesivo
talento vocal y por la genialidad instrumental de Schenker, el cual se desata
cual rabioso torbellino en Under a Blood Red Sky, con sus acosadoras guitarras
que permiten a White tomar altura y llevar al tema a niveles interesantes, si
no espectaculares, con un solo de guitarra de Schenker, que pone al tema en
territorios más allá de lo que muchos guitarristas contemporáneos podrían
presumir hoy en día.
Robin McAuley se posicional frente de Silent Again, tema que
me trae a la mente a los Van Halen por los arreglos monumentales de Chris Glenn
en el bajo y Bodo Schopf en la batería, que capturan el “Big Rock” de la
legendaria banda de los 80s, y que Schenker y Steve Mann añaden sus seis
cuerdas a la rítmica particularidad de la banda, recuerdo algunos discos de
Schenker y McAuley en los 90s, y resulta bastante grato escuchar a ambos en tan
maravillosa forma, con ambos a tope en el uso de sus respectivos talentos, y
también es grato presenciar el giro que Graham Bonnet da al disco con Sleeping with
the Light On, enviándonos un poco al hard rock clásico de los 80s-90s, sin caer
en la nostalgia barata, dejando muy claro el estilo peculiar de Bonnet,
mientras que White se presta para un curioso experimento llamado Behind the
Smile, con un peculiar intro a cargo de Schenker, seguido de poderosas
guitarras y los teclados atmosféricos de Mann, en un tema de metal de lo más
moderno y estruendoso a la vez, gracias a la profundidad que Glenn consigue añadir.
Y si las guitarras estruendosas es lo nuestro, bienvenido
sea Crazy Daze con Gary Barden al micrófono, en un tema con rabiosos riffs y
poderosas baterías, además de la voz al rojo vivo de Barden, quien nuevamente
añade ese elemento melódico que hace del tema una invitación a cantarlo en
conjunto, para después seguir subiendo el nivel de agresión instrumental en
Lead You Astray, otro tema que consigue destacar gracias a las brillantes
vocales de McAuley la guitarra punzo cortante de Schenker (y si queda duda,
escuchen los abrasivos riffs de We Are The Voice).
No se requiere se run fan del hard rock/heavy metal clásico de
los 80s, para disfrutar el talento de cada uno de los enormes vocalistas que
aparecen en éste Revelation, tampoco para siempre encontrar algo espectacular
en las guitarras de Schenker, sorprende la continuidad y el alto nivel que
Schenker ha conseguido mantener en sus discos más recientes, en lo que
pareciera un fuerte torrente de inspiración en la carrera de éste, uno de los
guitarristas más increíbles de las últimas décadas, Schenker, quien no deja de
ser un espectáculo por si mismo, siempre capaz no sólo de regalarnos solo tras
solo de guitarra, sino también unas cuantas muy buenas canciones de paso.
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