Manejo de Riesgos
Manejo de Riesgos
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
Mi hija tiene 9 años, hace un par de semanas me dijo, entre
feliz y ansiosa que quería asumir un gran riesgo, al principio me preocupe, no
sabía si me iba a decir que quería escapar de la casa y unirse a un circo, o
tal vez había encontrado que quería unirse a una secta religiosa para mejorar
su vida, al final, el gran riesgo que iba a tomar era tomar la decisión sobre
si cortarse el pelo o no, por encima del hombro, su pelo en ese momento era muy
largo, y la idea de cortárselo la había seguido de forma incesante por varios
días, lo primero que hice fue asegurarle que pasara lo que pasara, había
solución, le comenté que revisara varios cortes, que tratara de imaginar cómo
le gustaría el corte y tratar de explicárselo a la señorita que le corta el
pelo, ella me dijo:
“¿Y si no me queda
bien y no me gusta?”
Bueno ese es un riesgo que hay que asumir, le señalé, al
final, tu pelo va a volver a crecer en un par de semanas y no pasará nada, ojalá
todas las consecuencias de las decisiones que tomamos pudieran solucionarse de
la misma manera, esperando un par de semanas.
Ella asumió el riesgo, vio opciones, se informó, reflexionó
y tomó una decisión, y lo más importante, estuvo consciente de las
consecuencias, al final, como resultado de lo que pasó, su capacidad de asumir
riesgos y tomar decisiones obviamente creció, y su confianza en sí misma
también, ¡Ah! Y obtuvo un bonito corte de pelo que la dejó muy satisfecha.
A diferencia de otros seres vivos, los humanos nacemos completamente
indefensos, incapaces de valernos por nosotros mismos y sumamente dependientes
de nuestros padres, y eso conlleva a que a muchos nos lleve años el poder
construir un optimo nivel de confianza, el asumir riesgos, tomar decisiones y
conocer las consecuencias nos ayuda en el proceso de la construcción de la
confianza en nosotros mismos, sucede lo mismo con aprender a andar en
bicicleta, cambiar de compañeros cada año en la escuela y aprender a hablar en
público, son riesgos que tomamos, que obviamente nos sacan de nuestra zona de
confort, nos resultan incómodos y que al final representan una acción que nos
ayudará a crecer.
Cuando aprendimos a andar en bicicleta, o a nadar, por lo
general no lo hicimos solos, tuvimos el apoyo de nuestros padres o de algún
instructor que estuvo cerca de nosotros, tampoco lo hicimos en una gran avenida
transitada o en un caudaloso río o en mar abierto, lo hicimos en un ambiente
controlado, las consecuencias serían tal vez un raspón en un codo o pierna, un
susto y un buen trago de agua, nada más, al final, a consecuencia de accionar, terminamos
adquiriendo confianza y nuevas habilidades, es decir, crecimos.
Asumir riesgos de forma inteligente implica todo un proceso,
implica informarnos bien, considerar opciones, construir escenarios posibles, reflexionar
y tomar una decisión, muchas veces al principio lo hacemos bajo la guía de
alguien más y en un ambiente hasta cierto punto controlado, se vale
equivocarnos, claro, incluso, debemos alentar a tomar esos riesgos y debemos reconocer
el valor de tomar una acción y ser empáticos con las equivocaciones, las
acciones nos llevan al crecimiento, y ese aprendizaje está formado muchas veces
por equivocaciones que cometimos, llama mi atención que hoy en día pareciera
que tenemos un gran miedo de cometer errores, preferimos “congelarnos” antes de
tomar una decisión y asumir un riesgo, hablamos de la incertidumbre sin darnos
cuenta que nunca en la historia de la humanidad habíamos tenido acceso a tanta
información, la realidad es que nunca antes, algún ser humano había tenido
tantas posibilidades de asumir riesgos de manera inteligente.
Comments
Post a Comment