Miles Davis, Rubberband, 2019
Miles Davis, Rubberband, 2019
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
Seamos honestos, quien piense que Rubberband es una “obra maestra”
perdida dentro del catálogo del legendario Miles Davis, se pasa de ingenuo, la época
en que Rubberband fue comenzado a grabar, a mediados de los 80s, no era
precisamente una de las “épocas” más afortunadas en la carrera musical de
Davis, muy atrás habían quedado sus incursiones en el mundo del modal jazz y
del hard bop que pudimos disfrutar en el clásico Kind of Blue, sus coqueteos
con el mundo del rock ensordecedor de Bitches Brew o A Tribute to Jack Johnson
(uno de mis favoritos), o sus osados y en ocasiones incomprendidos experimentos,
como en el On the Corner o el Get Up with It, para los 80s, Davis había
evolucionado en un personaje muy diferente, explorando nuevas rutas, si, pero
tal vez sin el nivel de riesgo de las décadas anteriores, Davis ahora parecía
interesado en explotar la música pop, en algunos de sus discos emergían
versiones maduras de canciones de gente como Cindy Lauper o incluso, Michael
Jackson, y es precisamente durante esa época, en que Rubberband cobró vida,
aunque la salida de Davis de Columbia, significó la prematura muerte de éste proyecto.
Rubberband tiene sus momentos de interés, otra vez, no es un
disco “monumental”, como muchos que hizo Davis, pero sin duda es un disco
entretenido, afectado por los sonidos exageradamente pulidos de los 80s, algo
que incluso afectó al mismo James Brown en algún momento, que lo vuelven
meramente un objeto del pasado que lo convierten en una rareza, al tiempo que
añade toques de electrónica, funk y algo de rock, en lo que parecería ser el
tipo de música que tal vez pudiese haber entretenido a Prince, como en el tema
que abre el disco repleto de ritmos funkys, Rubberband of Life, cuyas cintas
son re trabajadas por los productores del disco (en éste caso Vince Wilbrun Jr.,
quien retoma el trabajo original de Zane Giles), que han optado por añadir
algunos toques del sonido hip hop y vocalistas contemporáneas, cuando la
versión original del disco, fue hecha con la idea de que alguien como Chaka
Khan pudiera proporcionar la voz.
This Is It sigue sufriendo por ese anclaje en los 80s, del
que el disco no parece poder escapar, la inconfundible trompeta de Davis se
abre paso firme entre los duros ritmos, las guitarras estridentes y los duros
arreglos de sintetizador, no deja de resultar interesante e trabajo
instrumental de Miles, un tanto opacado aquí por ejercicios de guitarra que
seguramente Prince pudo rendir de mejor manera, si se le hubiese invitado a las
sesiones, mientras que Paradise abre con duras percusiones y guitarras con
cierto sonido latino que terminan ablandando el tema, en una pieza que termina
decepcionando por su falta de cohesión, al tiempo que So Emotional, apenas se
alcanza a salvar gracias a un ritmo mínimo que permite el acoplamiento de las
líneas de trompeta con las delicadas vocales de Lalah Hathaway.
Siguiendo un poco la línea cuasi funk que gente como Ornette
Coleman en algún momento, Give It Up es un tema animado, con un paso vigoroso y
un fluido trabajo por parte de Miles en medio de esas guitarras que suenan como
bandas elásticas y duros ritmos bailables, aunque me inclino más por Maze, con
sus enigmáticas líneas de guitarras, bajos rabiosos que gruñen, agiles
percusiones y las intrincadas progresiones de Miles en su instrumento, que
repiten su atractivo en Carnival Time con sus ritmos quebrados y paradas
súbitas, que suman a la tensión del tema y la explosividad que Miles le agrega,
es muy probable que la gran falla de Ruberband, tenga que ver con la gran falla
de casi toda la música de Miles Davis en los 80s, y esa es que dejó de ser un
líder para convertirse casi en un músico de acompañamiento, que en lugar de
aprovechar cada hueco o cada grieta para explotar, se limita a seguir las
acciones y en ocasiones a ser opacado por la multitud de eventos que suceden en
medio de una densa jungla de poli ritmos, al final, como ya lo señalé, sólo un
ingenuo pudiese haber esperado una joya de altísimo nivel proveniente del periodo
80s de la carrera de Davis, Rubberband es un disco muy respetable, incluso disfrutable,
pero al final, comparado contra lo mejor de la discografía de Davis, termina
siendo un momento que se olvida muy fácilmente.
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