Mike Patton / Jean Claude Vannier, Corpse Flower, 2019
Mike Patton / Jean Claude Vannier, Corpse Flower, 2019
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
Extraño mundo éste en que nos encontramos de frente con una impensable
colaboración entre el compositor francés Jean Claude Vannier y el vocalista y
compositor Mike Patton, para los que no conozcan a Vannier, bastaría con mencionar
el trabajo de este hombre en el acompañamiento para el enorme Serge Gainsbourg
en el clásico disco Histoire de Melody Nelson, ¿Pero, han escuchado a
Gainsbourg? Considerando el inquieto espíritu de Gainsbourg, que lo llevaba a
dar saltos cuánticos de estilo entre disco y disco, su oscuro sentido del
humor, bordeando en lo grotesco, ahí es dónde pudiéramos encontrar una de las
conexiones espirituales con Patton, después de todo, ¿No era la letra de Epic,
el legendario tema de los Faith No More, una oda a la masturbación? ¿Será que
Patton se halla en éstos momentos poseído por la suerte de espíritu que poseyó a
Lou Reed o a Scott Walker, que los llevó a colaborar con gente como Metallica y
los Sunn O)))?, hay algo de ambos, aquí en Corpse Flower.
Cada tema de Corpse Flower va arrastrando a Patton y a su
grupo de músicos hacia un mundo oscuro, fantástico y hasta cierto punto desquiciado,
así tenemos las esquizofrénicas guitarras de Camion, con un acompañamiento
exquisito de piano eléctrico, nada muy alejado de la naturaleza oscura y
carnavalesca de los tiempos de Patton con los Mr. Bungle, aquí Patton no
canaliza a Fran Sinatra, una de sus principales influencias, pero le permite
seguirse acercando a lugares en dónde ningún otro vocalista de rock, se ha podido
adentrar, y en el camino se va transformando en el tipo de personaje, más
cercano a David Bowie o Scott Walker, que a Anthony Kiedis o Kurt Cobain, lo
cual resulta simplemente admirable.
Chansons D´Amour es un tema en el que el trabajo de Vannier
pareciera imponerse y remitir a Patton a la clásica chanson francesa, aquí, es
Patton quien se ve retado a ceñirse a ésta dinámica, y he decir que el
resultado es bueno, aunque en cierta forma la voz de Patton carece de la estatura
de un Jacques Brel, un Léo Ferré, un Charles Aznavour o de un Serge Gainsbourg,
aún así, Patton consigue mantenerse, salir avante, aunque sin alcanzar a
trascender o a dejar una huella notable, sintiéndose más en territorio familiar
en Cold Sun, Warm Beer, que nuevamente pudiera en algún momento encajar con los
momentos más alucinantes de unos Mr. Bungle, en especial durante el más audaz
de sus discos, el hoy clásico California.
Para Browning, la visión de Vannier y de Patton, consiguen
embonar de una manera mucho más orgánica que en el resto del disco, con un
Patton abriendo su rango de una forma más generosa, con un trabajo instrumental
que raya en la genialidad, consiguiendo ir más allá en el tema, otorgándole un
sentido casi cinemático, casi repetido, aunque en un contexto diferente en
Hungry Ghost, en el que a diferencia del tema anterior, somos testigos de una interesante
colisión entre ambos participantes, por un lado, Patton y músicos en los EEUU y
por otro, Vannier y su orquesta en Francia, llegando a momentos realmente
disonantes, brutales y disruptivos, y después desviando hacia pasajes de onírica
belleza.
Para el tema que da nombre al disco, Patton suena más a un Conde
Drácula de cinta “campy” de los 60s, o a Fran Zappa inclusive, que ha
Gainsbourg, pero la mezcla del grupo (la mayor parte de ellos, colaboradores de
Beck) y la orquesta, encuentra interesantes caminos de comunicación, y aquí
cabe preguntarse si tal vez Beck hubiera podido hacer éste ejercicio de mejor
manera que Patton, aunque tal vez, esa colaboración no hubiera resultado, ni
tan disparatada ni tan interesante, y otro de los mejores momentos resulta
cuando Patton se sale de su papel de “crooner” y se permite un rango vocal
mayor en On Top of the World, y aunque se toma muchas libertades, termina
irrumpiendo de forma llamativa el “mood” y la atmósfera del disco.
Al final, Corpse Flower termina siendo un desastre, pero un
desastre que llama mucho la atención, que resulta interesante poder escucharlo,
la visión de Vannier terminan imponiendo un molde al que Patton parece respetar
demasiado, y que sólo cuando el grupo de acompañamiento se atreve a subir el volumen,
Patton parece cómodo, limitando su rango de acción a un par de canciones, con
el resto, sonando más como una parodia, cuyas buenas intensiones hubieran
estado mejor, lamentablemente, bajo el trabajo de alguien como Beck.
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