Pixies, Beneath the Eyrie, 2019
Pixies, Beneath the Eyrie, 2019
Por: Erreh Svaia
El Craneoscopio
La historia ya muchos se la deben de saber, así que seré
breve, alguna vez, durante unas vacaciones trabajé en una tienda de discos por
un par de meses, llega un tipo y me pregunta que si tengo discos de los Pixies,
la verdad, no sabía quién eran los Pixies, no teníamos esos discos que buscaba,
levanto un pedido especial para que nos los mandaran, luego de leer los
títulos, e intrigado por el nombre del grupo, pido un par de ellos también para
mí, cuando éstos llegaron un par de semanas después, el tipo que los encargó,
no fue el único feliz, tener la oportunidad de escuchar Surfer Rosa y Doolittle
allá por 1989, y después esperar ansiosamente por la llegada del Bossanova, no
fue cosa fácil, quedé enganchado inmediatamente por aquella extraña casualidad,
bendecido por la suerte básicamente, ya para 1991, el Trompe le Monde, buenísimo
también, cerraba un ciclo, la banda se despedía del mundo, sin siquiera haber
alcanzado un poco del éxito que bandas que los idolatraban (como Nirvana o
Radiohead) habían obtenido (a pesar de haber sido teloneros de los U2 en alguna
ocasión).
Para el 2014, los Pixies regresaban, pero el mito era
millones de veces más grande que la realidad, hay que decirlo que las cosas no
embonaban bien Indy Cindy no es algo a lo que podamos llamar una digna
continuación musical de aquellos Pixies de antaño, sería hasta el 2016, en que
Head Carrier empezaba a dar verdaderas señales de que algo volvía a latir mágicamente
dentro de la banda, finalmente Black Francis, David Lovering, Joey Santiago, y
la genial, recién llegada, Paz Lenchantin (una veterana en los círculos musicales
independientes), habían conseguido revivir el viejo espíritu bizarro de la
banda, dejándonos listos para Beneath the Eyrie, que tras tres años de espera,
llega con 12 canciones que muy seguramente son lo más satisfactorio que ésta
segunda versión de la banda ha podido crear, ya de entrada In The Arms of Mrs.
Mark of Cain nos adentra en un mundo surrealista, similar al de las películas
del célebre maestro del absurdo moderno, David Lynch, bastaría con leer bien el
título y sentir de inmediato esa atmósfera oscura y gótica, que parece ser la
característica principal de todo el disco, los ritmos y las guitarras etéreas,
además de una generosa dosis de teclados que nos sumerge más en la oscura
fantasía de ésta banda.
On Graveyard Hill me resulta una extraña experiencia, por un
lado el insistente bajo de Lenchantin, las guitarras arrolladoras, de Santiago,
tan características de la banda, y después un tema que por momentos me trae a
la mente el Pet Sematary de los Ramones, con ese “sabor” a Halloween, a pícara
oscuridad que tan bien parece sentarle a la banda por el momento, y que
definitivamente conecta bien a los legendarios Pixies con la música
contemporánea, sonando igual modernos, pero nunca acabando de encajar,
afortunadamente, ¿Siguen siendo raros los Pixies? Parece que sí, y basta
escuchar Catfish Kate, que regresa esas melodías edificantes, a esos coros
celestiales (esta vez, en lugar de Kim Deal, llevados de manera majestuosa por
Lenchantin) y los suma a una línea vocal que me recuerdan a John Cale o Leonard
Cohen, por alguna razón, y si éstas extrañas ocurrencias no fuesen suficientes,
con escuchar la carnavalesca-Tom Waits-esca, This is My Fate, será justo lo que
necesitamos, si los Pixies están de regreso.
Una interesante sucesión de temas oscuros, sepulcrales y enigmáticos
llegan uno tras otro, Ready for Love, casi como country-jangle pop-gótico de
primer nivel, y después la Silver Bullet, con un amplio rango dinámico escupiendo
todavía pasajes más oscuros, preparando el territorio para las texturas tan
diversas de Long Rider, que denotan que los Pixies han cuidado éstas grabaciones
con especial cuidado, han puesto nuevamente su alma y corazón en un set de
canciones que reflejan el esfuerzo de manera notable, hasta Los Surfers Muertos
consiguen llamar poderosamente la atención del escucha, con una mayor
participación de Lenchantin y la siniestra fascinación de Francis con el
español, me sorprende que los Pixies no sean más grandes en México, en España,
lo son, vaya que sí.
St Nazaire trae de vuelta el espíritu surf de aquellos
viejos discos de la banda, sonando quizá un poco demasiado a los legendarios
Cramps, pero el resultado es de lo más satisfactorio, quizá pudiéramos decir
que Beneath the Eyrie no es un disco perfecto, que carece de esa fuerza de los
celebres Surfer Rosa o el ya clásico Doolittle, discos por demás bizarros,
oscuros y con peligrosas obsesiones como la mutilación, que parecían fascinar a
Francis por aquellos años, BtE suena un tanto ligero a comparación, pero hay
que señalar que han pasado décadas desde aquellos discos y que hay una obvia
evolución en Francis, Lovering y Santiago, y cabe señalar que Lenchantin ha
hecho un estupendo trabajo al integrarse, recuperar parte de los perdido tras
la partida de Deal, pero añadiendo su toque personal, ahora sí, podemos decir
que los Pixies han vuelto, y que si consiguen conservar éste nivel, tendremos
banda y sorpresas para rato.
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