Nico Muhly-Drones & Piano

He seguido la trayectoria de Nico Muhly con singular atención y es que este chico estadohundidense no sólo partió de ser un asistente más de Philip Glass, con el tiempo supo asimilar la influencia y trasformarla en algo más, cruzó la barrera entre la música clásica, la composiciones moderna y el pop vanguardista con admirable facilidad, e inclusive se unió a otros inquietos innovadores en un colectivo que a más de uno nos dejó boquiabiertos. la Bedroom Community, con miembros como el genial Ben Frost, entre otros.

Drones & Piano es un disco muy personal, probablemente el disco más personal que ha hecho Muhly en su corta carrera, un disco en el cual mediante la supresión de vocales consigue escapar y librarse por completo de la profunda influencia que tuvo el maestro Glass sobre sus primeros trabajos, Drones & Piano es un trabajo sumamente propio, Muhly nace como individuo único, si antes lo era, en esta grabación acentúa más y más su individualidad, un sentido único de los tiempos y de la suma de aportaciones individuales que conservan un cierto rasgo del minimalismo heredado por Glass, pero que en lo más mínimo (disculpe la redundancia) se limita a este.

Part I arranca con un sendo drone de fondo al tiempo que figuras intermitentes van emanando del piano, el drone nos sirve como elemento inductor de una atmósfera onírica, pero esperen, antes que crean que nos pondremos a alucinar un rato, las líneas de piano concebidas por Muhly se mueven a gran velocidad, es aquí dónde opera la gran magia de Muhly, la genialidad de cómo nos amarra a la realidad, al mismo tiempo que trata de arrancarnos de esta.

Part II pareciera engañarnos con un calmado inicio, pero los golpes fuertes en la teclas más graves del piano empiezan a inquietarnos, Muhly nos seduce a momentos con una aparente tranquilidad, pero después las líneas del piano se vuelven intrincadas, complejas y mantienen un gozoso equilibrio entre estos dos extremos, me atreverá a señalar que el piano es elemento primordial en estas piezas, que tal vez Muhly debió meterle un mayor pesos al instrumento de cuerda que zumba en el fondo, los acentos del piano siguen prominentes, llaman nuestra atención, la exigen y la reclaman con singular arrebato al tiempo que comienzan a comunicarse con los arreglos de cuerdas y esto librea una cascada de notas, estás suben y bajan con una gracia emotiva que de sobra sabemos, Muhly es capaz de concebir, la ejecución de los instrumentos es impecable, el piano suena tan complejo como lleno de emociones y las cueras, si su instrucción fue quedarse en el fondo, ejecutan y siguen a su creador al pie de la letra.

Es un hecho que Muhly trató de captar algo sumamente cotidiano, la frialdad de los drones, su minimalista encanto y su omnipresencia en la vida cotidiana, combinada con la emotividad y complejidad del piano, tal vez aquí retratando el lado humano, nosotros ante el caos diario, ante la rutina, ante el ruido que nos rodea, una curiosa amalgama que suena complicada una vez que es escrita, pero que representa nuestra diaria realidad, de ahí su impactante belleza, la Part III es inquietante e intensa, con el piano y las cuerdas sumándose en un arrebatado ataque, con una potencia y una velocidad sorprendentes, un torbellino de emociones urbanas captadas a la perfección por la mente de Muhly, Part IV llama a la reflexión, a la calma y a la introspección, aunque con ciertos movimientos inquietos, los cuales son retomados en Part V, pieza con la cual cierra este disco con un nivel muy, muy alto de sofisticación y elegancia, el alumno prodigiosos de Glass vuela con sus alas propias, crea una obra que aparentemente podrá pasar como algo diminuto, algo de un momento, pero que adquiere un tamaño y una fuerza interpretativa que brilla con su propia magia y es que Muhly se niega a pisar en falso, continua con paso firme en una evolución admirable a la que no hay que perderle la pista.

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